2018, a lo que sigue
No han pasado ni tres días desde que nos informaron que Miguel Riquelme gobernará Coahuila; y la noticia tal parece que ya quedó en el olvido. Los medios, la “comentocracia” y las redes sociales nos abruman con la noticia del destapado candidato del Pri-gobierno a la Presidencia de la República, ejecutado por un dedazo presidencial “vintage”, gracias a la regresión autoritaria que, en pleno Siglo 21, nos propina el “nuevo PRI”.
Los creíamos muertos y ya están de regreso. Entre otras razones porque saben hacer muy bien el mal; mientras que los partidos de oposición apenas se animan a hacer muy mal el bien. El sistema, la cultura política marca PRI, se los comió, se clonó en ellos, no pudieron resistir la tentación, porque en México hacer el mal no se sanciona; se premia.
Veamos Coahuila. La oposición se presentó dividida. La soberbia y nula capacidad para el consenso de quien encabezara las preferencias de la ciudadanía opositora, coronó sus seis años de ausencia frente al pueblo que pretendía gobernar. El PRI no pudo postular un candidato peor y ni por eso logró vencerlo.
No nos engañemos, el resultado estuvo harto parejo, muchos votaron en contra del PRI, pero divididos; y muchos lo hicieron a favor. Sin duda, el PRI cometió un fraude monumental, pero no fue suficiente, necesitó además que la oposición se fragmentara para vencer en tribunales lo que ya no puede ganar en las urnas. No nos flagelemos, se trata del PRI, de quien nada bueno podemos esperar. Saben lo suyo: hacer bien el mal y se perfeccionan en ello.
Riquelme gobernará Coahuila. Tendrá que comprar y dividir a la mayoría opositora en el Congreso del Estado. Lo conseguirá, me temo, muchos no aguantarán los billetazos. Si tras su triunfo ilegítimo, consigue una mayoría legislativa que hoy no tiene, la democracia en Coahuila quedará sepultada por muchos años. Pero si nuestros legisladores resisten, creo que podrá ser el inicio de un nuevo amanecer.
Para lograrlo se requieren apoyo y vigilancia ciudadanos. Especialmente la de quienes se han organizado desde tiempo atrás, con gran esfuerzo, dedicación y eficiencia. La democracia en Coahuila depende más de los ciudadanos que se alzaron contra el moreirato que de los Partidos. Los líderes partidistas por su lado, deberán reinventarse, replantearse y reinsertarse en la vida pública desde la ciudadanía. No habrá botín para repartir y en consecuencia los militantes se dispersarán.
En la cancha nacional, los creíamos desplomados, craso error. Antes de EPN, ningún otro Presidente ha sido tan mal evaluado, ni el perro en su colina, vaya. La corrupción gubernamental es nuestro pan de cada día, lo sabemos, nos indigna y lo denunciamos todos los días, sin que haya consecuencias, así es México.
La flamante reedición del destape, el factor sorpresa, la expectativa que causó, la cargada mediática que le siguió; aunados al inminente desplome del apenas nacido Frente Ciudadano por México, anuncia el enfrentamiento entre dos populismos: PRI y Morena.
La falta de acuerdos en la oposición digamos moderna, provocada o no, apuntala el resurgimiento del viejo PRI. Dividió al PAN, al PRD y después al Frente. Sabía que no hay tantos espacios para vencer a López Obrador. La estrategia funcionó en el Estado de México, ahora la aplicará en el País entero.
El flamante y destapado candidato se dispone a recorrer el País. Peña Nieto parará los golpes con tal de conservar para el PRI la Presidencia de la República. El candidato oficial se fogueará en diciembre para enfrentar a López Obrador. Ya lo oigo repitiendo la misma cantaleta del “peligro para México”. Mientras tanto, Morena nos recetará sus soluciones simplistas, sazonadas con mucha víscera y cosechará el aplauso de muchos mexicanos hartos, entre ellos, muchos que lo repudiaron hace seis y doce años.
¿Y los ciudadanos como votarán? Creo que terminaremos fraccionados en varios bloques, los que de por sí, favorecen al PRI y a Morena. Otros seguirán fieles al PAN o al PRD, cada uno por su lado. Les espera un triste despertar desde el conteo rápido. Otros se hundirán en la decepción, se abstendrán o se darán a la crítica destructiva. Sin opciones creíbles se quedarán en la banca. Finalmente, otros ejercerán el voto útil, ése que de 2000 para acá decide todas las elecciones en México. Unos apostarán por López Obrador; otros respaldarán a José Antonio Meade. Así las cosas, México está ante dos alternativas que considero menos que insatisfactorias, pero no habrá otras. Ese es mi lamentable pronóstico. La oposición constructiva y democrática se perdió en un mar de ambiciones corruptas. Consecuencia directa de un sistema político al que se le perdonó la vida y hoy esta de regreso, va por todo y lo hará sin piedad alguna. Su mejor arma es el cinismo.