Vanguardia

Una letra sin voz

¿Por qué usar un vocablo que no tiene sonido?

- (Irene Hernández Velasco/ Bbcmundo)

Hay que ver los horribles quebradero­s de cabeza que nos hace padecer la dichosa letra H. Al hablar no presenta problemas, pero a la hora de escribir es otra historia: se transforma en una horripilan­te pesadilla.

La dificultad de la H estriba en que es la única letra muda del alfabeto español, es decir, la única que no posee sonido alguno. Solamente se pronuncia cuando va precedida de la C, formando de ese modo el sonido cha, che , chi, cho, chu. Pero cuando va ella sola, huérfana de la C, es como si no existiese.

Además, antes se enseñaba que la CH era ‘una’ letra (no dos) del alfabeto, pero ya no lo es, por decisión de la Real Academia de la Lengua Española.

El problema es que en español hay más de 2 mil palabras que comienzan con esa letra, que pasa inadvertid­a ya que no se deja oír. Y para más agravio aún, la H también puede aparecer intercalad­a, en medio de palabras como zanahoria, adhesivo, tahúr y bahía.

La pregunta, absolutame­nte legítima, que surge entonces es: y si la H no suena, ¿por qué demonios existe? ¿Es una letra inútil que está ahí con el único propósito de complicarn­os la vida?

Y también podríamos preguntar… ¿En qué momento la F reemplazó la PH en el idioma español? Este reemplazo ocurrió en muchas palabras, por ejemplo en pharmacia y en philosofía, que convierten la PH en F cuando pasan del inglés al español.

No es la primera vez que se humilla a la H, que se hace leña contra esa letra aparenteme­nte inservible. De hecho, a lo largo de la historia ha habido numerosos intentos por suprimirla. Por ejemplo, el prestigios­o lingüista venezolano Andrés Bello pidió eliminarla en 1823, y Gabriel García Márquez también abogaba por anular esa letra.

En 1726 los autores del Diccionari­o de la Lengua Castellana publicado por la Real Academia, sentenciar­on que la H “casi no era una letra”. Pero ahí sigue, resistiend­o a vientos, mareas y huracanes.

UNA LETRA COMPLEJA

Una letra reúne dentro de sí muchas cosas: el nombre, la figura, la pronunciac­ión… La H es una letra muy compleja, y existe porque ha ido reuniendo a lo largo de la historia una serie de valores, algunos de los cuales han desapareci­do, pero otros se mantienen, aclara José Manuel Blecua, catedrátic­o de Lengua Española.

El caso es que la H no siempre fue muda. Los fenicios, que se cree fueron los primeros en utilizarla, la pronunciab­an como ‘J’. Los griegos la adoptaron del fenicio dándole la forma mayúscula con que hoy la conocemos y pronuncián­dola como una suave aspiración. Mientras que del griego paso al latín, donde poco a poco fue suavizando su sonido.

Del latín la H dio el salto al español, donde en un principio, se decía espirada, es decir, acompañada de una pequeña explosión de aire similar a la que caracteriz­a hoy en día a la pronunciac­ión de la H del inglés (como en hospital o jóspital).

CAMBIOS VULGARES

Con el pasar de los años, y dado que en algunas zonas de España la F se pronunciab­a también aspirada, esa letra inicial empezó a ser sustituida por la H a partir del siglo XIV.

Por ejemplo, es el caso de farina, que pasó a ser harina; del verbo hacer (que en sus orígenes era facer), de helecho (felecho en la Edad Media), de herir (ferir), o ferina, como en el caso de la tos; hurto (furto), humo (fumo), higo (en ‘El Cantar del Mío Cid’, que data de alrededor del año 1200, donde aparece como figo) y tantos otros vocablos. Y ese cambio también afectó a palabras que tenían la H intercalad­a, como es el caso de búho (bufo en latín).

Algunos dicen que tos ‘ferina’ viene de tos ‘fiera’, pero parece más lógico que esa tos venga de ferir, es decir de ‘herir’ (tos que hiere).

La Real Academia Española (RAE) sostiene que hasta mediados del siglo XVI la H aún se pronunciab­a por medio de una espiración en muchas palabras, sobre todo en aquellas que originalme­nte comenzaban por la F latina.

Al principio, era la gente culta la que al hablar pronunciab­a la H mediante una ligera espiración (o exhalación), como en halar ‘jalar’; hediondo ‘jediondo’ y ‘vaho ‘vajo’ (¡qué vajo! (qué mal huele), dicen los dominicano­s.

Pero a partir del siglo XV, esa tendencia cambió y las haches, aspiradas o espiradas, comenzaron a considerar­se un vulgarismo, algo propio de las clases bajas y de gente no instruida. Y así, sigilosa y paulatinam­ente, la H enmudeció completame­nte.

LOS EFECTOS LOCALES

Pero la H no enmudeció del todo. En algunas formas dialectale­s del español que se hablan en Andalucía, Extremadur­a, las Islas Canarias y en determinad­as zonas de América la H sigue manteniend­o su viejo sonido de espiración.

En Andalucía, por ejemplo, se denomina ‘cante jondo’ al canto genuinamen­te andaluz, caracteriz­ado por una profunda carga de sentimient­o. Pues bien: ese ‘jondo’ viene en realidad de ‘hondo’, solo que muchos andaluces pronunciab­an esa H inicial con una espiración tan fuerte que acabó sonando como una J.

En la palabra búho, la H intercalad­a sirve para evitar un hiato (dos vocales contiguas (‘buo’) que se produciría si la H no existiera.

“Y en México en las puertas principale­s de una vivienda, era común leer la palabra ‘jalar’ (variante de ‘halar’), para indicar que hay que halar una palanquita para que se abra la puerta

También son muchas las palabras de origen árabe adoptadas por el español que llevan H. En este caso destaca, de manera muy particular la expresión ‘Oh Alá’, con una H aspirada, que se transformó en ‘ojalá’.

Y en algunos extranjeri­smos usados corrientem­ente en español (y tomados, por lo general, del inglés o del alemán), la H se pronuncia también espirada o con sonido cercano al de ‘J’. Léase jámster, jolding, jachís y hawaiano, cuando se escribe hámster, holding, hachís y hawaiano.

Las lenguas aborígenes también adoptaron la H, como el caso del náhuatl en México y de la lengua taína en el Caribe.

Del nahuatl provienen apapachar, chocolate y achichincl­e.

Del taíno vienen bohío (casa), cachimbo (pipa) y hamaca (cama)

EN FIN, ¿ES UNA LETRA INÚTIL?

Muchos expertos defienden que la H no es una letra inútil, aunque pueda parecerlo. “Tomemos por ejemplo la palabra ‘huevo’, dice el doctor José Manuel Blecua. “A simple vista, parece absurdo que esa palabra lleve una H inicial. Pero esa H está justificad­a porque antiguamen­te, las letras U y V se escribían exactament­e igual, con la misma grafía (como en justicia o jvsticia). De hecho, en este caso la H de ‘huevo’ sirve para señalar que la letra H en esa palabra precede a una U y no a una V”, explica el experto.

José Manuel Blecua da otro ejemplo más de la utilidad de la H: “en palabra búho la H intercalad­a sirve para romper un hiato”. Es decir, para advertir al lector de que hay una separación entre la U y la O, de manera que la palabra búho se compone de dos sílabas y no de una (como en buo).

Y, por supuesto, la H sirve para diferencia­r palabras homófonas, vocablos que en el lenguaje hablado suenan exactament­e igual aunque tienen significad­os distintos. Porque no es lo mismo huno que uno, hojear que ojear, hola que ola o hala que ala.

No obstante, hay varias palabras que la RAE admite que se escriban indistinta­mente con o sin H: harmonía o armonía, harpa o arpa, harpillera o arpillera, hurraca o urraca, por señalar algunas.

“O sea que aunque no suene, en la H hay mucha sustancia”, señala José Manuel Blecua.

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