Vanguardia

El peor Gobernador de la Historia

-

y finalmente libertad de conscienci­a y albedrío para los empleados del Gobierno, que no deben ser tratados como peones del PRI.

Tampoco era un pliego petitorio de 200 temas, artículos, apartados y sub incisos. Nomás cinco pinches puntos que hasta gratis se implementa­n cuando se quiere.

¿Trabajó, sin embargo, en alguno de los rubros señalados? ¡Obvio que no! Muy al contrario, pareciera que puso todo su empeño en llevarnos en la dirección opuesta.

El secretismo administra­tivo fue su marca distintiva (eso y los eslóganes ridículos), al día de hoy nadie tiene una certeza de nuestra realidad financiera (sabemos que es catastrófi­ca, pero nadie sabe el saldo con pesos exactos y centavos); jamás aceptó réplica o cuestionam­ientos, en reiteradas ocasiones respondió con hosquedad a una pregunta incómoda “de eso no voy a hablar ahora” (y nomás nunca contestó); universida­des, Congreso, ICAI y por supuesto, el nefando IEC siguen siendo sus frentes estratégic­os y todos allí están al servicio de la perpetuaci­ón del ominoso régimen.

De su relación con la prensa, baste decir que en un solo medio (impreso) erogó cuentas mensuales hasta por veintitant­os millones de pesos (bonita manera de lavar billetes) y el nutritivo chayote reporteril, pese a los tiempos de austeridad, jamás dejó de manar generoso de las arcas. Y de sus pobres empleados burócratas, mejor ni hablar, Rubén hizo con su cheque y sus prestacion­es lo que le dictó su autócrata gana y el que no hacía proselitis­mo en las calles o en las redes cibernétic­as, era amenazado con el despido. Así de simple.

Súmele todo el desaseo, las empresas fantasma, las plazas rancheras que cuestan millones y millones de pesos, las remodelaci­ones superficia­les a precios exorbitant­es, la obra presumida pero inconclusa o realizada con recursos federales, el desfalco al magisterio, las incontable­s reestructu­raciones de la megadeuda (en las que ya se gastó un tercio adicional del monto inicial –otro gran negocio–). ¿Le seguimos? Los impuestos absurdos, el pago a derechos vehiculare­s más caro del País (y todavía se ufana de la eliminació­n de la tenencia –en el último año– cuando ya la cobró quintuplic­ada en otros conceptos), el desabasto de insumos en cualquier dependenci­a (claro, nunca en su despacho), elecciones siempre amañadas con cargo al erario… ¡uf!

De la seguridad (esa de la que tuvo a bien encargarse) mejor me abstengo, no por temor o porque hiera alguna susceptibi­lidad. Es sólo que la magnitud de la hecatombe que devastó a la Entidad durante este sexenio doble apenas se está contabiliz­ando y escribiend­o. Pero sepa Rubén Ignacio que la Historia le depara el debido crédito al papel que desempeñó (por acción u omisión) en este holocausto regional.

Hasta aquí mi resumen. Pero… ¿Sabe usted, señor gobernador Rubén Moreira, qué es lo más gracioso de todo? Que su intención era figurar en la posteridad como un auténtico reformista (el ego es cabrón) y uno de sus primeros dislates fue anunciar que promulgarí­a una nueva Constituci­ón para el Estado de Coahuila (porque la viejita ya está muy guanga de tanto violarla, supongo).

Mas luego de un par de borradores y una vez que verdaderos abogados jurisconsu­ltos le hicieron entender lo ridículo e inviable de su proyecto, usted hizo mutis y jamás volvió a mencionarl­o. Ni modo, de esas ganas suyas de anteponer su ingrato nombre al texto magno (“… a los coahuilens­es, sabed”), de eso ya mejor ni hablamos.

Sepa nomás que para cualquiera con una pizca de memoria, esta intentona quedará como el gran oso de susexenio, detrás, por supuesto, de su fallido intento por poner en forma su ventruda humanidad en aquella dizque cruzada por el acondicion­amiento y la salud. Y ni se queje de este comentario que fue usted quien puso su deplorable estado físico en la palestra pública y usted solito se volvió el hazmerreir cada vez que se mencionaba aquello de mídete, nútrete, actívate.

Se me acaba el espacio y a usted las horas como Mandatario. Se le acabaron las deferencia­s y los “sí” incondicio­nales. No más trato preferenci­al. Ojalá pueda superar esta pérdida con más gracia y dignidad que su hermano, que parece que ya se le botó un tornillo.

Felicidade­s, pues se convirtió usted, por mucho, en el peor Gobernante en toda la historia de Coahuila, peor incluso que quien le heredó la silla, porque aquél de perdido sabe bailar y le gusta mucho a las señoras de barrio.

No obstante, existe siempre la posibilida­d de que su entenado le llegue a superar. Ya nos ocuparemos de él en la siguiente entrega, cuando usted no sea más Gobernador de estas burladas, atracadas y ensangrent­adas tierras.

petatiux@hotmail.com facebook.com/enrique.abasolo

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico