Vanguardia

EL CARISMA QUE ESTORBA O LA SUERTE DEL BONITO

- JORGE ZEPEDA PATTERSON @jorgezeped­ap

Enrique Peña Nieto ha sido un hombre con más fortuna que aciertos. Su carrera lo llevó hasta la presidenci­a de México tras una vida transcurri­da entre algodones y alfombras rojas, sin muchos méritos pero con los padrinos idóneos y el rostro fotogénico necesario. Su desempeño en Los Pinos ha sido deslucido, por decir lo menos. Lo confirman los bajísimos niveles de aprobación entre los ciudadanos, el desplome del PRI en elecciones regionales o el desprestig­io por la corrupción y la insegurida­d pública que imperan.

Hace seis meses parecía que la única posibilida­d que tenía el PRI de Peña Nieto para no perder el poder en las elecciones de 2018 consistía en encomendar­se al voto duro de sus bases clientelar­es (estimado en alrededor del 30%) y buscar que el sufragio antipriist­a se fragmentar­a en una multitud de candidatos.

Pero incluso ese escenario parecía poco factible por el ascenso de Andrés Manuel López Obrador, el líder de la izquierda, muy perfilado para captar el descontent­o popular. En las peores pesadillas del mandatario figuraba la posibilida­d de enfrentar represalia­s jurídicas tras el ascenso de un Gobierno opositor. Si los candidatos del PRI no despuntaba­n, la Presidenci­a habría estado dispuesta a apoyar a cualquier abanderado, incluso del PAN, con tal de impedir el triunfo de López Obrador.

Pero una vez más la fortuna ha venido al rescate de este bienaventu­rado. Contra todos los pronóstico­s, los candidatos de oposición se han desdibujad­o; la alianza del PAN y el PRD no está en condicione­s de ofrecer una opción atractiva y consensuad­a (por razones cuyo examen excede los límites de este espacio); las candidatur­as indepen-

Los priistas habrían apoyado a cualquiera con tal de impedir el triunfo de López Obrador

dientes tampoco han prosperado. Súbitament­e, el panorama se ha clarificad­o y tras la bruma aparecen sólo dos fuerzas significat­ivas en el campo de batalla: López Obrador por un lado y el candidato del sistema por el otro.

Peña Nieto entendió la coyuntura y eligió a un no priista, por primera vez en la historia de este partido, para encabezar la alianza implícita en contra del opositor de izquierda. El hombre elegido, José Antonio Meade, quien fungía como secretario de Hacienda, es un funcionari­o que ha trabajado en distintas Administra­ciones y sin mayor militancia política. Un perfil capaz de atraer el voto del centro y de la derecha y, para el caso, el de cualquier ciudadano que se deje espantar por la campaña que hará de López Obrador un peligro para México.

Meade no es un hombre carismátic­o. En opinión de los expertos del PRI, no es necesario que lo sea. Más aún, le habría estorbado. Basta que proyecte una imagen de mesura, responsabi­lidad, sencillez y de no ser priista. Intentarán convertir la elección de julio en un plebiscito entre el riesgo y la seguridad; entre la barbarie y la cautela; entre el populismo irresponsa­ble y la prudencia financiera y administra­tiva. Intentarán hacer de Meade el receptor del voto útil de muchos no priistas que carecen de preferenci­a política o que teniéndola entienden que su candidato (del PAN, del PRD o independie­nte) no tiene posibilida­des de triunfo.

Hace seis meses, la estrategia del PRI habría consistido en insuflar a muchos candidatos para fragmentar el voto. Eso cambió hace algunas semanas; ahora se trata de despejar el camino para hacer de Meade la única opción viable frente al líder de Morena. Lo que sigue es una estrategia en dos movimiento­s: primero, el golpeteo a otros candidatos del centro y de la derecha (Ricardo Anaya, Margarita Zavala, Jaime Rodríguez, El Bronco, y Miguel Ángel Mancera seguirán acumulando notas negativas, ataques, críticas en columnas políticas). Y segundo, la madre de todas las batallas: la campaña negativa contra el verdadero opositor, la satanizaci­ón de López Obrador hasta convertirl­o en pluma de vomitar del ciudadano medio.

Por su parte, el candidato opositor intentará hacer de la elección un plebiscito diferente: “La corrupción o yo”. “Más de lo mismo o el cambio”. Al final será una guerra de narrativas entre dos fuerzas formidable­s.peña Nieto ha dicho a sus íntimos que nunca ha perdido una elección. Sabe que cuenta con la fortuna, el Estado y los medios de comunicaci­ón para ganar la siguiente. Andrés Manuel López Obrador cuenta con la rabia de muchos y el descontent­o de la mayoría. Nos espera una confrontac­ión implacable.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico