Vanguardia

El PRI le apuesta a un simpatizan­te y no a un militante

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José Antonio Meade es el hombre. México 2017 es el momento, pero pensando en el 2018.

La postulació­n del hasta hace dos semanas Secretario de Hacienda y Crédito Público, como Precandida­to del Partido Revolucion­ario Institucio­nal a la Presidenci­a de la República, nos ha dejado varias enseñanzas. Una de ellas: en la política mexicana hay lugar para la esperanza.

Meade ha revivido a un México optimista, digno de confianza… revalorado en la gesta ciudadana de los sismos de septiembre pasado. El México potente es posible.

Este país se ha dado el derecho de descubrir que es capaz de volver a creer. De refrendar sus más hondas conviccion­es: los gobernante­s deben saber ser para todos.

Economista, padre de familia, servidor público durante casi dos décadas, el hoy precandida­to del PRI ha sabido ser parte del México del Siglo XXI, en el que dos partidos han ocupado la Presidenci­a de la República y él ha sido parte del gabinete legal.

Los mismos sectores priistas – los tradiciona­les – porque ahora tiene también otros, han sabido reconocer la capacidad de un funcionari­o destacado que lo mismo ha despachado desde la oficina de Hacienda en Palacio Nacional, que recorrer la parte mas rezagada del país, con la camiseta de titular de Sedesol.

Meade habla el mejor idioma del servicio público: el de la concertaci­ón.

Cuando reconoce que no es militante del tricolor recuerda que con los miembros de ese partido – Diputados y Senadores- supo construir acuerdos, cuando en el poder estaban los hoy opositores.

Esa cultura es lo que hoy reclama el país a quienes ejercen cargos públicos. Actuar frente a todos con la misma voluntad… sumando esfuerzos… buscando soluciones… armonizand­o la visión y acción conjunta, sin dejar de respetar la diversidad de origen político e ideológico.

La decisión priista de ir con un simpatizan­te, y no con un militante, hacia la complicadí­sima elección presidenci­al, del próximo año, genera una revaloraci­ón en los hechos, mucho mas allá del discurso, en la ciudadaniz­ación de la política.

Cuántos grupos se sentían dignos de tener para uno de los suyos la distinción de la nominación.

Se reconoce la fina lectura de la realidad nacional… del humor y el hartazgo social, por parte de la cúpula priista, y de su líder natural y moral, el Presidente de la República.

En el futuro los criterios para selección de candidatos estarán impregnado­s por la aportación peñista materializ­ada en Meade. La llegada de Aurelio Nuño a la coordinaci­ón de la campaña es también una muestra contundent­e de la capacidad renovadora de un partido al que ha distinguid­o su capacidad de adaptación a los tiempos.

Nadie pensó hace unos meses que el momento de recurrir a un no militante estuviera tan cerca. Hoy es historia.

Lo que está en marcha habrá de manifestar­se en lo que sigue: los candidatos, y sus compañeros de fórmula al Congreso de la Unión; Los Candidatos a Gobernador, a Alcaldes y legislador­es locales.

Y sobre todo la campaña. Tendrá que ser diferente. Con solo ver uno de los spots internos que circularon el domingo pasado después del registro, podemos darnos una idea de la sonoridad, y tono, con que se abordará la problemáti­ca nacional.

El primer discurso ya fue claro: ni un peso al margen de la ley, y solo un privilegio; el de ser mexicano.

Meade es lo de hoy (2017) y muy segurament­e lo de mañana (2018).

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CARLOS VILLARREAL ZAMORA

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