Vanguardia

‘NOS CALENTAMOS CON LO POCO QUE TENEMOS’

- PRISCILA CHAVARRÍA

Llegó el frente frío número 14. Esta

vez la neblina, la ventisca fría y los días sin sol no tomaron despreveni­dos a los saltillens­es tras la serie de recomendac­iones que desde días antes dependenci­as municipale­s y estatales lanzaron con el anuncio de la tormenta invernal.

Sin embargo, pese a las advertenci­as, existe en la ciudad, al igual que en las demás, aquellos lugares en donde por mucho que sus habitantes quieran correr a los supermerca­dos a comprar cobertores, un calentador, guantes o bufandas, su situación económica no se los permite, viéndose orillados a mitigar el frío con lo que tengan a la mano.

Tal es el caso de María Guadalupe Vargas, una madre de familia soltera y con 3 hijos cuyas edades son de 4, 5 y 20 años. Ella al igual que la mayoría de los habitantes de la colonia Nueva Imagen en Saltillo, tiene que soportar los estragos del frente frío en el interior de su pequeña casa hecha de láminas y madera.

“Yo aquí tengo viviendo 8 años, tengo estas 2 casitas de madera y una que es de concreto en donde vive mi madre de 78 años. En esta casa vivimos mis 2 hijos chiquitos y yo, y en la otra vive mi hija la más grande. Y pos’ ahorita nos estamos calentando con lo que tenemos, con la estufa prendida para que el cuartito agarre calor”, dice María Guadalupe, portando una chamarra que en nada cubre el frío de 2 grados centígrado­s.

Acostumbra­da a vivir los intensos fríos de la ciudad, María busca la manera de darle algo de calor a sus hijos, a quienes decidió no enviar a la escuela debido al ambiente frio, pero admitió que es su mamá la que más le preocupa al ser una persona de la tercera edad.

“Mi mamá tiene tres meses viviendo conmigo, antes vivía con su hermana, pero ya falleció. Me la tuve que traer para acá y la metí en ese cuarto de concreto. Ahorita lo que hice fue ponerle debajo de las cobijas una botella con agua hirviendo para darle calor”, explica.

Ante la posibilida­d de la caída de agua nieve en Saltillo, el ama de casa afirma que de ser necesario si acudiría a los refugios designados por el Estado y Municipio, sin embargo, la idea de dejar sus pertenenci­as solas, la hacen dudar. “Luego pienso también en mis cosas, en mis animalitos. Tengo unos conejos, unas gallinitas, pero imagínese si me voy, me roban todo”.

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Marginació­n. Doña María vive en una casa hecha con madera y cartón.

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