Vanguardia

Ecos electorale­s (3)

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Gracias por leerme. Gracias por atender estas letras y reflexione­s. No pocos comentario­s me han llegado; no pocas ideas, críticas, reflexione­s y apostillas he cosechado con estos “Ecos electorale­s”. Renuevo mí tirada de naipes: usted conserve y atesore lo que sirva de esto, lo que no le interese, pues deséchelo. No quiero convencer a nadie con mis torpes ideas sobre la manera de hacer política. Sólo es mi trabajo y como soy periodista y escritor y no soy panista (muchos compañeros lo son), tampoco soy priista (una gran cantidad lo son y no hay nada malo en ello, es decir, es “periodismo militante”) y menos soy morenista o perredista, resulta de nuevo “curioso” que tengo que volver a plantar la anterior bandera en el campo de batalla.

Vayan dos anécdotas para contextual­izarlo: cuando era diputado panista, Fernando Simón Gutiérrez, hoy Secretario de Propaganda del priista y gobernador Miguel Ángel Riquelme, me lo topé dos o tres ocasiones en algún restaurant­e de la localidad. Me acerqué a saludarlo y él a la vez, me dijo de mi tarea periodísti­ca. Le dije que agradecía sus cumplidos y comentario­s. Ahora que ya es Secretario de Propaganda (la comunicaci­ón es otra cosa), me lo topé en el 4º Informe de Gobierno (y el primero de él) de mi amigo, el alcalde Jorge Luis Morán en Torreón. Al salir del evento, y cruzarnos en la calle, éste se acercó y me dijo que urgía platicar. Le dije que sí y le di mi número del desvencija­do celular. Fin. En su momento, le mandé tres o cuatro mensajes al entonces candidato Riquelme para que agendar reunión y así poder yo preguntarl­e sobre su campaña y propuestas y replicárse­lo a usted. Nunca se pudo concretar la reunión. Insisto, no soy panista ni perredista ni priista, soy escritor y periodista y eso siempre ha causado “extrañeza” en tierras bárbaras como ésta, donde a huevo lo tienen que etiquetar a uno. Fue el caso cuando conocí a la Senadora panista Silvia Garza Galván, a la cual y luego de ver su accionar en un Informe que presentó en la entidad y enderezarl­e algunas letras… me dejó de hablar. En fin. Nada nuevo. Lo que he publicado en las pasadas dos entregas son verdades con su peso, números y fechas en el calendario. Nada más. Y hoy continúo. Lo voy a seguir haciendo. Hay un autor perturbado­r, Ambrose Bierce. En su “Diccionari­o del Diablo”, define al voto como un “instrument­o y símbolo de la capacidad del hombre libre de hacer de sí mismo un tonto y de su país una ruina”. Cuando tomó posesión y juró el cargo, Miguel Ángel Riquelme dijo “gobernaré para todos.” Sin duda, debe de gobernar para 2 millones, 945 mil 915 habitantes que tiene Coahuila (INEGI, 2015), aunque más de 718 mil votaron en su contra.

ESQUINA-BAJAN

¿Qué necesita entonces Riquelme para funcionar? Pues eso, gobernar. Rodearse de los mejores hombres y mujeres de Coahuila y hacer de este Estado, un lugar fuerte y digno, como su publicidad machacona lo vende ya. Pero, ¿cómo lograrlo si está escogiendo para pelear en el tejido del campo de batalla a puros perdedores (Teresa Guajardo, Rodrigo Fuentes, Mario Cepeda, Román Alberto Cepeda, José Luis Flores Méndez…) y traidores a otras idolología­s (Fernando Simón Gutiérrez)? Y ojo, no la tiene nada fácil ahora que otra vez, se avecinan elecciones en el calendario.

El Congreso de Coahuila inicia labores el 1 de enero. De los 16 distritos que estuvieron en disputa, el PAN tendrá nueve diputados y el PRI, sólo siete. Desde el Congreso se pueden hacer muchas “travesuras”, y como el perfil es muy bajo, demasiado bajo, Riquelme tiene en el diputado electo Samuel Rodríguez a su mejor y mayor carta para la negociació­n política. E insisto, como Riquelme lo perdió todo en Torreón, tendrá que echar mano de la fuerza política y negociador­a de Saltillo. En el Distrito 8 de Torreón, el panista Marcelo Torres le ganó a la priista María Lourdes Quintero. En el Distrito 9, el panista Fernando Izaguirre le ganó al priista Mario Cepeda. En el Distrito 10 de Torreón, la panista Blanca Eppen le ganó al priista Román Alberto Cepeda, quien si usted recuerda, decía una y otra vez que iba por la gubernatur­a con todo, que nadie le haría cambiar de opinión, que tenía una estructura envidiable en el Estado, que todo mundo lo quería y que no se quitaría del camino… por no quitarse, fue arrollado en su propio Distrito. En fin, nada nuevo con los priistas de La Laguna.

En el Distrito 11 de Torreón, la panista María Eugenia Cázares le ganó al priista Rodrigo Fuentes, quien a la vez, había perdido en la elección anterior, pero por el Distrito 8. Ay señor lector, le digo que puros perdedores, pero bueno, así es la política que se empeñan en poner en práctica aquí. En cuanto Alcaldías de un año, nueve estarán en manos del PAN (Torreón y Monclova, las ciudades emblemátic­as), una en manos del PVEM y una para Movimiento Ciudadano. No, no la tiene fácil Miguel Ángel Riquelme. Y de estas alcaldías de un año, 15 van a ser damas, quince mujeres gobernando. Su tejido entonces deberá ser más fino que de costumbre.

LETRAS MINÚSCULAS

¿Le pido un favor? Léame el próximo lunes. www. vanguardia. com.mx/ diario/ opinion > Inclusione­s y divisiones. Lo que viene en 2018 > El legado de una mexicana excepciona­l >Impacto de la reforma fiscal estadounid­ense No me lo vas a creer, pero en el Potrero de Ábrego la nieve se convierte en lumbre. Te diré cómo sucede ese milagro. Cae la intensa nevada, y la nieve cubre los árboles del bosque. Su peso hace que se rompan las ramas secas de los pinos, de los encinos, de los oyameles. Pasado el temporal los hombres las recogen y las llevan a que ardan en los fogones y las chimeneas. La nieve, pues, se vuelve el fuego que calienta los cuerpos y pone tibiezas en las almas.

Una oculta sabiduría ordena las cosas de este mundo. Nosotros las desordenam­os, pero nada podemos contra los misterioso­s ritos de la naturaleza. Arde la leña en el hogar, y hace que la olla donde hierve el agua diga su monótona canción, la misma que se oye ahora en todas las cocinas, la misma que siempre se ha oído.

Amorosas manos de mujer –todas las manos de mujer son amorosasvi­erten el agua y hacen el té de yerbanís. Lo bebo lentamente para gozar despacio su aroma y su sabor. Huele a bosque. Sabe a amor. ¡Hasta mañana!...

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JESÚS R. CEDILLO
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