Partidos políticos, ¿por qué son opacos?
Anadie puede sorprenderle ya la publicación de un reporte según el cual los partidos políticos se ubiquen entre las entidades más opacas del espectro público en Coahuila. Y la información no causa sorpresa porque se trata de una tendencia que no hace sino confirmarse con cada nuevo reporte que sobre el particular emite el Instituto Coahuilense de Acceso a la Información.
La reiteración de la conducta obliga más bien a preguntarse por qué los partidos políticos —al menos en Coahuila— resultan “reprobados” una y otra vez en las evaluaciones del ICAI.
La respuesta se antoja simple: los partidos incumplen incluso con sus obligaciones mínimas en materia de transparencia porque sus dirigentes saben muy bien que, a pesar de su actitud contumaz en este sentido, no les pasará absolutamente nada.
Lo anterior, pese a que una y otra vez se ha informado, en el pasado reciente, que al ICAI se le ha dotado de “dientes” —mediante sucesivas reformas a la legislación que regula su actividad— a fin de que las obligaciones de transparencia de todos los sujetos obligados no sean como “llamados a misa”, que sólo atiende quien quiere.
Frente a la realidad que retratan los informes periódicos del ICAI, pareciera que sólo caben dos posibilidades: o el órgano garante del derecho a la información en realidad no tiene dientes —contrario a lo que se ha informado— o sus directivos y funcionarios no saben —o no quieren— usarlos.
Y es que a estas alturas del año, resulta que al menos cinco partidos políticos han “reprobado”, en el cumplimiento de sus obligaciones de transparencia, en cada uno de los tres informes que el ICAI ha emitido al respecto en lo que va de 2017, mientras que otros cinco han reprobado al menos una vez.
¿En verdad no puede hacer nada el Instituto frente al reiterado incumplimiento de los partidos respecto de sus obligaciones mínimas? ¿Qué objeto tiene entonces realizar evaluaciones periódicas si, independientemente del resultado que estas arrojen, los sujetos obligados seguirán haciendo lo que les venga en gana, es decir, incumpliendo con sus responsabilidades?
Por ello, el hecho de que los partidos sean sistemáticamente “reprobados”, al evaluar la forma en que ponen a disposición de los ciudadanos la información pública derivada de su actividad cotidiana, no debe conducirnos a cuestionar a sus dirigencias y administradores, sino al órgano responsable de la evaluación, es decir, al ICAI.
Ante los hechos que hoy se consignan, el Instituto Coahuilense de Acceso a la Información tendría que explicarnos por qué un grupo de partidos se burla sistemáticamente de la Ley e incumple el mandato contenido en ésta sin que le pase nada.
Más aún: el ICAI tendría que explicar para qué sirve realmente la evaluación trimestral que realiza y cuáles son sus objetivos concretos pues, según se ve, al menos en el caso de los partidos políticos, la calificación que se obtenga en dicha evaluación no pasa de ser un simple dato anecdótico.