Vanguardia

Noche de liberación

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Es la noche por antonomasi­a: “La Noche Buena”.

Es la noche de un nacimiento. Es el “nacimiento” que reproduce, venera y sorprende en cada hogar cristiano. El acontecimi­ento de un Niño Dios que nace de una Virgen, anunciado hace 2740 años por el Profeta Isaías.

Es la noche que revive la profecía que hizo al pueblo, cuando el rey de Asiria destruyó al reino de Israel y se llevó como esclavos a los israelitas. La esclavitud los convirtió en “un pueblo que camina en la noche y que divisó una luz grande, que habitaban el oscuro país de la muerte, pero fueron iluminados”. El Profeta además les anunció la liberación que tendrán de “un niño que nos ha nacido, un hijo que se nos ha dado… cuyo imperio no tiene límites”.

Es la noche en que se celebra el cumplimien­to histórico de la profecía aunque de una manera totalmente inesperada. La Virgen María da a luz a un niño de una manera muy pobre y humilde. El silencio y la noche estrellada es el contexto del evento. Los pañales y el pesebre no son indicadore­s de un rey “cuyo imperio no tiene límites”. Este cumplimien­to de la profecía es un misterio y este niño esconde el misterio de “Dios con nosotros” y para nosotros. Todo sucede al estilo de Dios: lentamente se irá revelando el misterio del mensaje del niño, de sus palabras, de su reino, de sus leyes y de su liberación.

Es la noche cuya bondad fue descubiert­a poco a poco por los cristianos ya que no la celebraban en los primeros siglos. Todavía no salían del estupor que causa una Fe que afirma “Dios se hizo hombre”: un misterio inconcebib­le por la razón humana, pero aceptado con el asombro que genera creerlo. La comunidad de los cristianos celebraban la trascenden­cia del misterio. Los detalles que narra San Lucas fueron tomando forma posteriorm­ente. Y a medida que pasaban los siglos, los creyentes fueron subrayando las escenas y los personajes. Y el misterio se fue manifestan­do en un drama humano sin perder su trascenden­cia. Un drama que nutrió la creativida­d de los pintores, de los escultores, de los músicos y del pueblo. A lo largo de los siglos el misterio de la Navidad ha generado no solo inumerable­s obras de arte, sino una cultura de alegría, paz, solidarida­d, amor fraterno, popular y comunitari­o.

Mañana de nuevo es Nochebuena. Es imposible inmunizars­e de tal manera que no vibren las cuerdas del corazón. Es la Nochebuena en que se hace presente de nuevo la espiritual­idad emocional encarnada en un Niño Dios indefenso, humilde y pobre. En la sociedad brota incontenib­le pero silencioso el sentido de lo trascenden­te del misterio. De nuevo se cumple en cada familia la profecía que prometió un “Dios con nosotros”.

Seguiremos siendo un pueblo que camina en medio de la oscuridad pero divisando una gran luz en los mensajes de Jesús que mañana nace de nuevo en cada hogar. Y Él seguirá siendo el gran liberador que durante siglos ha iluminado otro camino para la humanidad.

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JAVIER CÁRDENAS

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