El barómetro
El profesor de física estadounidense Alexander Calandra recuerda que cierto día recibió la llamada de un colega que le pedía ayuda para decidir la calificación que debería darle a un estudiante.
El colega le iba a dar cero a uno de sus mejores alumnos, por su estrafalaria respuesta en un examen de física, pero el alumno insistía en que merecía recibir la máxima calificación, es decir un 10, por la respuesta al problema planteado.
El maestro decidió acudir a un árbitro imparcial, y eligió al profesor Calandra, quien acudió a su llamado.
La opción planteada en el examen decía: “Demuestre cómo se puede determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro”.
Barómetro es el aparato que registra la altitud a la que uno se encuentra (la altura sobre el nivel del mar). Para registrar la altura, el barómetro se basa en el hecho de que la presión atmosférica (es decir, el peso de la atmósfera) disminuye con la altitud.
Nota. En ese tiempo los barómetros eran aparatos grandes y bien elaborados que medían, digamos, alrededor de 50 centímetros de alto.
El estudiante había contestado lo siguiente : “Tome un barómetro en un día soleado y colóquelo sobre
un cartoncillo o una hoja de papel grande, mida la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Luego mida la longitud de la sombra del edificio; y mediante una simple proporción (una regla de tres), se puede determinar la altura del edificio”.
El estudiante le dijo al matemático que estaba harto de que los maestros de la facultad siempre trataran de enseñarle a los alumnos a pensar, usando el método
científico. “¿Acaso tiene algo de malo explorar la lógica para la solución de un problema?”.
Siendo tan buen estudiante como en efecto era aquel alumno, Calandra comprendió la inquietud del maestro, pero también entendió el planteamiento del joven. Finalmente estuvo de acuerdo con este último: no necesariamente hay que utilizar una ecuación para resolver un problema de ciencia”.