Vanguardia

Los pequeños mártires

‘CATÓN’ CRONISTA DE LA CIUDAD

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-Mejor es ser puerco de Herodes que hijo suyo.

Augusto, emperador de Roma, era hombre dado a los juegos de palabras. Si hoy viviera sería un augusto alburero, tan gongorino como Góngora, que refiriéndo­se una vez a Lope de Vega, su rival, hizo este albur: -A este Lopico lo pico. Aquel pun -así se llama en inglés lo que en francés se llama calembour- lo hizo Augusto en griego, pues era emperador helenizant­e, y en griego hablaba con sus cortesanos. El juego de palabras se basa en dos vocablos griegos declinados según el contexto de la frase: un, que significa puerco, y uion, que quiere decir hijo.

Herodes es uno de los grandes villanos de la Historia. Flavio Josefo le aplica dos calificati­vos poco científico­s: “repugnante” y “hediondo”. Sufría el rey un incurable mal de bubas. “Los gusanos le roían los miembros, y una pestilenci­a insoportab­le salía de su cuerpo”. Hermosas esclavas le daban de comer en la boca con los dedos, pues una vez Herodes intentó suicidarse con un cuchillo de la mesa.

Fue este Herodes quien ordenó la degollació­n de los Santos Inocentes. Era ya viejo el tetrarca de Galilea cuando nació Jesús, y muy dado a creer en agüeros y supercherí­as. Se enteró de la llegada de unos sabios de Oriente que venían a adorar a “el rey de los judíos”, y se angustió. ¿Acaso había otro rey aparte de él? Llamó a sus escribas, y éstos le dijeron que según las antiguas profecías un rey les nacería a los judíos en Belén. Herodes entonces les pidió a aquellos sabios del Oriente que averiguara­n si había sucedido tal nacimiento y se lo hicieran saber, para ir también él a adorar al soberano.

Los sabios fueron y encontraro­n a Jesús en el portal, y le ofrendaron sus dones de oro, incienso y mirra. Pero, avisados por un sueño, no regresaron a Herodes. Un ángel se apareció también en sueños a José y le ordenó huir a Egipto con María y el Niño. En aquel remoto país permaneció la Sagrada Familia hasta la muerte del tirano, sucedida cuatro años después del nacimiento de Jesús.

“...Herodes -cito a San Mateo Evangelist­a-, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y sus alrededore­s, conforme al tiempo que había inquirido de los magos...”.

No fueron ésas las únicas muertes que causó la crueldad vesánica de aquel a quien Marco Antonio (el de Cleopatra) hizo tetrarca en el año 40 antes de Cristo. Antes Herodes había mandado matar también a su esposa Mariamne, a sus hijos Alejandro, Aristóbulo y Antipater, y a su tutor y protector Hircano. A sus enemigos los sometía a tales tormentos antes de quitarles la vida que los romanos decían que en Galilea “los vivos envidiaban la suerte de los muertos”.

Hoy la Iglesia recuerda a aquellos inocentes mártires, tan inocentes que ni siquiera llegaron a saber que algún día tendrían su día.

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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

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