Vanguardia

Lo que termina, lo que empieza

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Contar los días y las horas para fijarnos una idea del tiempo y darle así un sentido a nuestras vidas, ha sido siempre una obsesión de la raza humana. Desde siempre, el fin y el comienzo de los años se organizaba­n y se siguen organizand­o en torno a eventos agrícolas, astronómic­os y religiosos.

Con el paso de los años diseñamos calendario­s y relojes que cuentan algo que ni siquiera sabemos siquiera qué es, ni qué es lo que miden o cuenta. Usted podrá decir que la respuesta es sencilla: El tiempo son las horas, los minutos, los días y los años. Pero rara vez pensamos en su naturaleza fundamenta­l, en su misterio, la ilusión del tiempo, ¿el presente? Y es que cuando usted lea esto, probableme­nte pensará que este momento exacto —el ahora— es lo que está sucediendo y es real y que por mucho que podamos recordar el pasado o anticipar el futuro, vivimos en el presente. Pero lo que acaba de leer forma parta del pasado. Es escalofria­nte y a veces hasta alucinante, pero este viaje nos confirma que seguimos sin comprender la oscuridad del mundo que nos rodea. Y es que el tiempo es algo que no vemos, tocamos ni sabemos dónde está, pero que si vemos como deja su marca por doquier y por el poder que ejerce sobre nuestras vidas.

El tiempo es una río en donde no se puede tocar la misma agua dos veces, porque el flujo que ha pasado nunca pasará de nuevo. Así que mañana por la noche otro año terminará y sumará a los otras 4 mil 570 millones de ocasiones, en que la Tierra ha completado el movimiento de traslación, ese que nos hace orbitar alrededor del Sol impulsados por la gravitació­n.

Llegó un nuevo año y eso nos pone felices y nos permite, como hacía el Dios romano Jano, voltear al año anterior y mirar al pasado, pero imaginando el futuro. Pensar en lo que hicimos mal y en lo que esperamos hacer bien.

Pero no espere grandes cambios pues el día primero por la mañana, el sol saldrá como siempre por el oriente. Esa mañana seguiremos con los mismos vicios, defectos y con algo de suerte con las mismas virtudes. El nuevo calendario no acabará nuestros males y seremos siendo los mismos, quizás solo más viejos. Pero sólo por una ocasión solo una vez más, dispondrem­os de la gran oportunida­d de que sea la ocasión para empezar a vivir con mayor sabiduría, intentar ser mejores seres humanos y vivir al máximo nuestras cortas vidas. El próximo año será como todos los anteriores, mezcla de buenos y malos momentos, de alegrías y tristezas, de risas y de llantos, de amor y desamor. Y aunque agotados por la rutina y los aspectos negativos de una cosa tiene que estar seguro: el siguiente año pasará más rápido que cualquier otro, pues al tiempo no se le puede retener o detener.

Recuerde que los días se nos hacen eternos y los años se pasan volando, así que disfrútelo al máximo pero sin perder de vista las pequeñas y grandes maravillas de la vida como son el amor en cualquiera de sus expresione­s, el beso de un hijo, la plática con los amigos, disfrutar los regalos diarios que nos dan el universo y la naturaleza, cuidar el producto máximo de la evolución de cientos de millones de años: nuestro cuerpo.

No pierda mas su tiempo porque además de que no lo entendemos, un día más es también un día menos en su vida. El tiempo avanza y en su marcha inexorable no hay vuelta atrás. Imposible volver sobre nuestros pasos para enmendar errores y excesos, tampoco para disfrutar de triunfos y alegrías del pasado, quizás solo para añorarlos. Hoy, el futuro devora al pasado y se nos hace tarde, y en este complicado entramado, resta disfrutarl­o al máximo ya que cada día que vivimos, es también uno menos de vida. Así que lo razonable sería aprovechar nuestro corto paso por esta Tierra y vivirla con intensidad, pues le aseguro que de esta no saldremos vivos.

Pero hoy admito que es esta una ocasión es especial. Termino un año, pero también una era. Una de oscuridad y hasta de terror. La tiranía llegó a su fin hace apenas unos días, pero démosle tiempo al tiempo para comprobar que su destino “más temprano que tarde”, será lo que todo mundo sabe: el oprobio.

Así que alegrémono­s pues la vida y el tiempo nos han concedido la oportunida­d de ver milagros como ese y atestiguar una vez más que montados sobre este maravillos­o planeta, un año termina y otro empieza. Les deseo un magnífico año 2018.

@marcosdura­nf

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MARCOS DURÁN FLORES

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