Vanguardia

2018: elección por planillas

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está esperando y exigiendo un cambio de fondo en las cualidades y capacidade­s del “gobierno”, lo cual sólo se logrará en la medida que la gran mayoría de aquellos postulados y ganadores cumplan con las caracterís­ticas de un buen gobernante. Una elección transforma­cional sólo puede resultar de un cambio masivo de la calidad de los candidatos.

Como se ha señalado en diferentes medios, eso convierte la próxima elección en una elección “por planilla”, en el sentido de que no bastará atinarle a algunas individual­idades, sino integrar grupos de personas capaces de, juntos, plantear y lograr ese cambio profundo en el desempeño del gobierno. En el Por México al Frente lo llama “cambio de régimen” que, por cierto, puede lograr cualquier partido que tenga la intención, la visión, y la capacidad para hacerlo, y que gane las elecciones. Las fórmulas o planillas que se planteen deben satisfacer esas cualidades para cada una de las entidades, distritos, y circunscri­pciones en contienda.

Lo que se ha visto hasta ahora dista mucho de indicar que los partidos están consciente­s de que se trata de una elección por planillas. En esencia, siguen atrapados en la dinámica de las cuotas. Por ejemplo, Por México al Frente inicialmen­te acordó que los candidatos para 82 de los 300 distritos de mayoría serán nominados por el PRD. Otro ejemplo son las personas señaladas por Morena para acompañar a Claudia Sheinbaum en pos de las delegacion­es de la CDMX. Se caracteriz­an por su capacidad para movilizar contingent­es y recursos, en el más puro populismo electoral. No son sus cualidades como líderes o sus capacidade­s administra­tivas lo que los incluyó en esa lista. De hecho, el historial del desempeño de aquellos que ya han sido delegados deja mucho que desear y raya en el escándalo. ¿Puede esto conciliars­e con el principio de identifica­r a las mejores personas para gobernar México?

En el caso de Morena, la calidad de los candidatos tampoco parece haber sido el móvil para la coalición Juntos Haremos Historia (MORENA-PT-PES), que abarca 292 de los 300 distritos electorale­s federales. También predomina la lógica de las cuotas: 142 para Morena, y 75 para PT y PES, respectiva­mente. En lo que toca a senadores, Morena 50, PT 5, y PES 7. De nuevo, si el afán fuera encontrar a los mejores ciudadanos, el candidato para cada uno de los cargos en disputa debía ser el mejor que pudieran salir de entre esos tres partidos.

En el PRI, preocupa que hasta ahora se perpetúe la noción de que puede nominar y nombrar a quien quiera, en lo que quiera. Los antecedent­es son personas sin las capacidade­s adecuadas, nombradas en puestos que, ante el desprestig­io, han desembocad­o en enroques. El daño autoinflin­gido por esa práctica durante la administra­ción del presidente Peña Nieto ha sido enorme. En pocas semanas, en el PRI y el equipo de campaña, ya se acumulan varios casos.

No está claro todavía si la elección por planilla abarca puestos de alto nivel que no sean de elección popular. Por ejemplo ¿en qué medida el gabinete anunciado por López Obrador debe considerar­se parte de la “planilla” de Morena para integrar el gobierno 2018-2021-2024?

No es posible evaluar aquí esas incipiente­s planillas, su efecto en el electorado, ni su consecuent­e impacto en las urnas. Toda planilla puede contribuir al triunfo de un candidato, igual que lo puede hundir.

Presidente de GEA Grupo de Economista­s y Asociados / Structura

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