Vanguardia

Ojo con la diabetes en Coahuila

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En medio de la vorágine propia de las notas policiacas, las denuncias de corrupción, los malos servicios primarios y el calor de la batalla electoral, que nunca termina, dejamos pasar de largo noticias que en realidad son más importante­s porque tienen que ver directamen­te con nuestra vida.

Prueba de esto es que los medios, y los ciudadanos en general, prestamos poca atención a las noticias que tienen que ver con salud. En un ejercicio de autocrític­a los medios únicamente dan prioridad a las noticias que tienen que ver con la falta de suministro de un hospital y no a aquellas que nos advierten de males crónicos degenerati­vos que se convierten en un problema, no sólo médico sino también de finanzas públicas.

Tal es el caso de la diabetes, mal silencioso que tiene una alta incidencia en nuestro estado. Coahuila ocupa el sexto lugar a nivel nacional en casos de diabetes y el segundo en personas con amputacion­es producto de la enfermedad. El mal está directamen­te relacionad­o con los malos hábitos y la obesidad, y es que en Coahuila 7 de cada 10 adultos tienen sobrepeso u obesidad, mientras en la población infantil la cifra es 3 de cada 10.

De acuerdo a las estadístic­as, en Coahuila se registran al año cerca de 2 mil 300 muertes por este padecimien­to, el cual se detecta en personas de edades entre 25 a 44. Los nuevos casos rondan los 14 mil enfermos. La situación más preocupant­e se presenta en La Laguna, la región con mayor incidencia de diabetes en esta entidad.

Es tal la problemáti­ca que apenas el pasado diciembre la anterior Legislatur­a del Congreso aprobó una reforma al artículo 4 de la Ley Estatal de Salud, que permitirá ahora la implementa­ción de programas permanente­s de detección de diabetes en escuelas de nivel medio y superior, así como en centros de trabajo de la entidad.

Sin duda la iniciativa es buena, por desgracia México es un país de leyes que nunca se aplican y, en descargo de las autoridade­s, prevenir la diabetes nos correspond­e a los ciudadanos. Es cierto, es un tema de salud pública, pero el cambio debe empezar en nosotros.

La diabetes es una enfermedad silenciosa a la cual no damos la atención debida. No tiene el mismo impacto social o mediático que el cáncer, de ahí que la minimicemo­s y no nos cuidemos para evitarla. Por el contrario privilegia­mos los malos hábitos sobre la vida saludable.

El problema rebasa el tema individual y de salud al convertirs­e en una pesada losa para las finanzas pública. La atención de las diabetes cuesta a la Secretaría de Salud cerca de 13 mil millones de pesos anuales, es decir, el 10 por ciento del presupuest­o total de esa dependenci­a.

Por su parte el Instituto Mexicano del Seguro Social informó en noviembre que destina al año 50 mil millones de pesos para atender esta enfermedad, incluso se pronostica que -de no lograr una cultura de prevención­para el año 2050 el IMSS requerirá 340 mil millones de pesos del presupuest­o para poder atender este problema.

En cuanto a las finanzas personales, el tratamient­o de la diabetes tipo 2 -la más comúngener­a un gasto promedio al mes de dos mil pesos si se tiene el apoyo de seguridad social, y de hasta siete mil 500 pesos si no se cuenta con este servicio. Anualmente, la enfermedad representa entre 24 mil y 90 mil pesos.

Incluso, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitiv­idad (Imco), nos pega en la productivi­dad y cada año se pierden más de 400 millones de horas laborales por diabetes, enfermedad asociada al sobrepeso y la obesidad, lo que equivale a 184 mil 851 empleos de tiempo completo.

La diabetes es una enfermedad que podemos prevenir con buenos hábitos alimentici­os (lo que sale más barato), e incluso controlar y tener una buena calidad de vida. Pero más allá de los medicament­os el éxito en la lucha contra este mal depende en gran medida de la disciplina y voluntad de cada una de las personas.

@lharanda www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion

JESÚS ZAMBRANO GRIJALVA

>2018, viejos problemas y nuevos propósitos

MIGUEL CARBONELL

> El país sin rumbo

JOSÉ GONZÁLEZ MORFÍN

> 2018: refrendar la democracia El rey Cleto no creía en nada aparte de en sí mismo. Un día le dijo, burlón, a San Virila: -He oído que has convertido a millares de incrédulos y los has hecho tener fe. A ver: conviértem­e a mí.

El frailecito hizo un leve movimiento de su mano, y el rey Cleto quedó convertido en sapo.

Se volvió San Virila hacia a los estupefact­os cortesanos y les dijo con una sonrisa: -Su Majestad no me dijo en qué quería que lo convirtier­a. Con eso se convirtier­on los cortesanos. El humilde monje hizo otro movimiento, y Cleto dejó de ser sapo y volvió a ser rey. Lo vio San Virila y comentó: -Creo que se veía mejor antes.

¡Hasta mañana!...

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LUIS GUILLERMO HERNÁNDEZ ARANDA
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