TÁTAU / TATOUAGE / TATUAJE
La referencia inmediata que denuesta a los tatuajes se sigue desdibujando y continúa dando paso a una práctica que se ha convertido en moda. Esto ha contribuido a que sea visto con menos recelo por comunidades conservadoras. Su uso actual como elemento decorativo, le ha permitido ser integrado con el soporte de figuras mediáticas como actores y cantantes e incluso aspirantes a cargos públicos, es el caso de Vladimir Franz (tatuado en más del 90 por ciento de su cuerpo), quien contendió a la presidencia de la República Checa en 2016.
Por otra parte, los tatuajes se han realizado también no solo como rituales de paso, sino como marca a prisioneros judíos para reconocerlos e ingresarlos a los campos de concentración.
La palabra tatuaje proviene del samoano tátau que significa marcar o golpear. Sin embargo se integra al español partiendo de la latinización del vocablo francés: tatouage.
Las referencias del tatuaje más antiguo corresponden a los que mostraba el cuerpo de un cazador neolítico, fechado hace 5300 años. Se le nombró Otzi, el hombre de hielo, y mostraba la espalda y las rodillas tatuadas con rayas y puntos. Se encontró en los Alpes de Otzal, en septiembre de 1991, sepultado por un glaciar en la frontera entre Italia y Austria.
En la historia de los tatuajes en América dan cuenta de un ritual de paso (pubertad) o bien, se realizan para conmemorar a los caídos en batalla. Sin embargo ha sido Polinesia la región del mundo con mayor tradición de tatuajes (recordemos que es de Samoa de donde surge el vocablo original: tátau). Específicamente la etnia maorí que emigró de la Polinesia hacia Nueva Zelanda, es la que muestra una tradición sostenida. Desde pequeños los niños son tatuados, y sin considerar el sentido estético que también importa, el tatuaje confiere jerarquía, sirve como elemento integrador y de respeto. Son famosos tanto por los tatuajes de guerra. Y así como usaban sus gritos y expresiones faciales deformantes, los tatuajes abonaban para amedrentar y atemorizar a sus rivales.
En el antiguo Egipto sobre todo las mujeres tatuaban su cuerpo y esto les otorgaba funciones protectoras y mágicas. Tenemos el caso de la sacerdotisa Amunet, cuya momia dejaba ver tatuajes similares a los del Hombre de Otzi.
Los japoneses también fueron seducidos por el tatuaje modificando sus percepciones, pasando de marcar a quienes cometían faltas para hacer visible el repudio, hasta integrarlo también entre sus monarcas.
Los estudios de tatuajes en occidente tienen su origen en el intercambio marítimo. Sí, luego de los viajes del capitán Cook hacia las islas polinesias, los marineros aprendieron de los maoríes y de otras etnias las formas de tatuar. Se dice que fue en Nueva York donde se abrió el primer estudio de tatuajes en 1870, como resultado de estas navegaciones.
En Saltillo, los tatuajes se adhieren a las pieles de la totalidad de las esferas socioeconómicas. Esta tradición inició su boom con el estudio de Ramón Pérez El Tigre, famoso precisamente por sus “rayas”, a las que recientemente ha incorporado figuras geométricas y espinas. Ahora han proliferado estudios en este campo, y quienes tatúan son egresados de artes visuales, diseño, o bien, personas disímbolas con interés por las artes o por los tatuajes, quienes acuden a formarse, sirviendo de apoyo a los estudios ya establecidos para obtener conocimientos. Los tatuajes aplicados como castigo, estigma, o bien, formando parte de los elementos decorativos, eróticos, rituales o mágicos, son parte de la historia de la apropiación del cuerpo que permite a través de sus códigos, “leer” a la persona que los porta.