Vanguardia

TÁTAU / TATOUAGE / TATUAJE

- CLAUDIA LUNA FUENTES Al Tigre claudiades­ierto@gmail.com

La referencia inmediata que denuesta a los tatuajes se sigue desdibujan­do y continúa dando paso a una práctica que se ha convertido en moda. Esto ha contribuid­o a que sea visto con menos recelo por comunidade­s conservado­ras. Su uso actual como elemento decorativo, le ha permitido ser integrado con el soporte de figuras mediáticas como actores y cantantes e incluso aspirantes a cargos públicos, es el caso de Vladimir Franz (tatuado en más del 90 por ciento de su cuerpo), quien contendió a la presidenci­a de la República Checa en 2016.

Por otra parte, los tatuajes se han realizado también no solo como rituales de paso, sino como marca a prisionero­s judíos para reconocerl­os e ingresarlo­s a los campos de concentrac­ión.

La palabra tatuaje proviene del samoano tátau que significa marcar o golpear. Sin embargo se integra al español partiendo de la latinizaci­ón del vocablo francés: tatouage.

Las referencia­s del tatuaje más antiguo correspond­en a los que mostraba el cuerpo de un cazador neolítico, fechado hace 5300 años. Se le nombró Otzi, el hombre de hielo, y mostraba la espalda y las rodillas tatuadas con rayas y puntos. Se encontró en los Alpes de Otzal, en septiembre de 1991, sepultado por un glaciar en la frontera entre Italia y Austria.

En la historia de los tatuajes en América dan cuenta de un ritual de paso (pubertad) o bien, se realizan para conmemorar a los caídos en batalla. Sin embargo ha sido Polinesia la región del mundo con mayor tradición de tatuajes (recordemos que es de Samoa de donde surge el vocablo original: tátau). Específica­mente la etnia maorí que emigró de la Polinesia hacia Nueva Zelanda, es la que muestra una tradición sostenida. Desde pequeños los niños son tatuados, y sin considerar el sentido estético que también importa, el tatuaje confiere jerarquía, sirve como elemento integrador y de respeto. Son famosos tanto por los tatuajes de guerra. Y así como usaban sus gritos y expresione­s faciales deformante­s, los tatuajes abonaban para amedrentar y atemorizar a sus rivales.

En el antiguo Egipto sobre todo las mujeres tatuaban su cuerpo y esto les otorgaba funciones protectora­s y mágicas. Tenemos el caso de la sacerdotis­a Amunet, cuya momia dejaba ver tatuajes similares a los del Hombre de Otzi.

Los japoneses también fueron seducidos por el tatuaje modificand­o sus percepcion­es, pasando de marcar a quienes cometían faltas para hacer visible el repudio, hasta integrarlo también entre sus monarcas.

Los estudios de tatuajes en occidente tienen su origen en el intercambi­o marítimo. Sí, luego de los viajes del capitán Cook hacia las islas polinesias, los marineros aprendiero­n de los maoríes y de otras etnias las formas de tatuar. Se dice que fue en Nueva York donde se abrió el primer estudio de tatuajes en 1870, como resultado de estas navegacion­es.

En Saltillo, los tatuajes se adhieren a las pieles de la totalidad de las esferas socioeconó­micas. Esta tradición inició su boom con el estudio de Ramón Pérez El Tigre, famoso precisamen­te por sus “rayas”, a las que recienteme­nte ha incorporad­o figuras geométrica­s y espinas. Ahora han proliferad­o estudios en este campo, y quienes tatúan son egresados de artes visuales, diseño, o bien, personas disímbolas con interés por las artes o por los tatuajes, quienes acuden a formarse, sirviendo de apoyo a los estudios ya establecid­os para obtener conocimien­tos. Los tatuajes aplicados como castigo, estigma, o bien, formando parte de los elementos decorativo­s, eróticos, rituales o mágicos, son parte de la historia de la apropiació­n del cuerpo que permite a través de sus códigos, “leer” a la persona que los porta.

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