LXI Legislatura: ¿ya aprendieron a negociar?
Es deseable que la Legislatura LXI trascienda por algo más que sus características anecdóticas y que esta composición inédita se traduzca en beneficios para los ciudadanos
Con el “reparto” de comisiones entre las dos principales fuerzas políticas que integran el Congreso del Estado -el PRI y el PAN- ayer concluyó el proceso de instalación de la LXI Legislatura que tiene como característica distintiva el ser la primera en la cual ningún partido político tiene los votos suficientes para gobernar por sí solo.
Tal hecho, como se ha reseñado, provocó un temporal “empantanamiento” de los trabajos de instalación y prolongó las negociaciones entre las diferentes fuerzas políticas, más allá de lo ordinario, pues tanto PRI como PAN se disputaban el control de las consideradas “principales comisiones”.
De acuerdo con la información difundida, las “joyas de la corona” eran las comisiones de Hacienda y de Auditoría Gubernamental y Cuenta Pública, que finalmente serán encabezadas por un legislador de Acción Nacional, partido que encabezará nueve comisiones en total, mientras que el PRI lidera 10, UDC lo hará en tres, Morena con dos y el PRD encabezará una.
De esta forma, la actual Legislatura estatal ha librado su primer obstáculo importante: ser capaces de alcanzar consensos para determinar quiénes integrarán y quienes encabezarán las comisiones dictaminadoras desde las cuales se construirán las propuestas que serán discutidas por el pleno.
La gran pregunta en torno a este primer episodio, en la historia de la naciente Legislatura estatal, es si sus integrantes han aprendido con ello a vivir en la diversidad a la que les ha obligado el voto popular, o si lo que seguirá es la parálisis legislativa que caracterizó al Congreso Federal cuando en el ya lejano 1997 se instaló la primera legislatura en la cual, como aquí, el partido del Presidente no tenía mayoría.
Desde que quedó clara la conformación del actual Congreso local ha sido señalado el carácter “histórico” del mismo debido, por un lado, a la inexistencia de una mayoría partidista capaz de hacerse con el control parlamentario y, por el otro, a que más de la mitad de sus miembros son mujeres.
Es deseable, sin embargo, que la Legislatura LXI trascienda por algo más que sus características anecdóticas, es decir, que esta composición inédita se traduzca en beneficios puntuales para los ciudadanos, beneficios que sean susceptibles de medirse y contrastarse.
Hasta ahora, sin embargo, nada extraordinario ha derivado de sus dos principales características y, si bien es pronto para juzgar a la recién estrenada generación de representantes populares, cabría esperar que nuestros parlamentarios comenzaran a ganarse el calificativo de “Legislatura histórica”, tomando decisiones y asumiendo acuerdos que nos sorprendan.
Habrá que seguirle la huella a quienes hoy representan la heterogeneidad de la sociedad coahuilense y tienen la oportunidad de generar un auténtico sistema de contrapesos en el ejercicio del poder público. También habrá que exigirles cotidianamente que el resultado de su trabajo sea uno a la altura de las expectativas que su conformación ha levantado.
Por lo pronto, esperemos que las negociaciones de instalación hayan servido para que, en lo sucesivo, nadie inicie una discusión con la idea de jugar al todo o nada.