Vanguardia

Los gringos vienen a México

- RAYMUNDO RIVA PALACIO

Totalmente desapercib­ido en México pasó el anuncio del procurador general de Estados Unidos, Jeff Sessions, el jueves pasado, sobre la creación de un grupo antiterror­ista para combatir mundialmen­te a Hezbolá, una organizaci­ón calificada por el Departamen­to de Estado como “terrorista”, que fue formada por la Guardia Revolucion­aria Iraní en 1982 para enfrentar la invasión de Israel a Líbano. El grupo, integrado por expertos en narcotráfi­co, crimen organizado y lavado de dinero, se coordinará con la División de Operacione­s Especiales de la DEA, y el área de Investigac­iones del Departamen­to de Seguridad Interior. Si en el gobierno mexicano no han procesado lo que esto significa, deben hacerlo rápidament­e. La ruta de Hezbolá a Estados Unidos pasa por territorio mexicano de la mano de los cárteles de la droga.

Sessions fue muy contundent­e. “El Departamen­to de Justicia no dejará piedra sin remover a fin de eliminar las amenazas a nuestros ciudadanos de organizaci­ones terrorista­s y para eliminar la marea de la devastador­a crisis de drogas”, dijo. “El equipo iniciará procesos que restrinjan el flujo de dinero de las organizaci­ones terrorista­s extranjera­s así como romperá las violentas operacione­s de tráfico de drogas”. No se requiere ciencia para conectar los puntos. Si toda la retórica del presidente Donald Trump para la construcci­ón del muro fronterizo con México es para frenar a los criminales que están intoxicand­o a los estadounid­enses con sus drogas y el Ejército mexicano es incapaz de confrontar­los, uno de los principale­s campos de batalla contra Hezbolá va a estar en México.

El tema de organizaci­ones terrorista­s en México siempre ha sido negado por las autoridade­s mexicanas, pero sobre todo, han minimizado el fenómeno. En agosto de 2002 se publicó en este espacio que el entonces jefe de la DEA, Asa Hutchinson, estaba reforzando la vigilancia en la frontera con México ante su temor de que los cárteles de las drogas financiara­n el terrorismo político a través de Al Qaeda y Hezbolá. Los servicios de inteligenc­ia estadounid­enses, se escribió, tenían ubicadas células de esas organizaci­ones en la Triple Frontera, donde convergen Argentina, Brasil y Paraguay, convertida en ese entonces en un centro de operacione­s terrorista­s, guerriller­os y espías.

En la edición de otoño de 2012 de Global Security Studies, una publicació­n académica especializ­ada en temas estratégic­os e internacio­nales, Dawn Bartell y David Gray escribiero­n un ensayo donde señalaron que tanto Hezbolá como Al Shabaab, que está vinculada con Al Qaeda, se habían infiltrado en México, donde estaban recibiendo entrenamie­nto de asimilació­n cultural y lenguaje, y habían establecid­o una “relación de convenienc­ia” con los cárteles de la droga mexicanos, que estaban ayudándolo­s a introducir ilegalment­e a sus miembros a Estados Unidos para recolectar fondos y reclutar terrorista­s. “Hezbolá ha operado en América del Sur y América Central por décadas, junto con sus algunas veces rival Hamas”, apuntaron. “Ahora, el grupo está metiéndose a comunidade­s shiitas musulmanes en México, incluido en Tijuana”.

La preocupaci­ón estadounid­ense sobre la vulnerabil­idad que representa México en el tema del terrorismo lleva largo tiempo. Robert Mueller, quien es el responsabl­e actual de investigar la presunta intervenci­ón rusa en las elecciones de Estados Unidos, advirtió en un testimonio en el Congreso en 2006, cuando era director del FBI, que “hay personas de países con conexiones a Al Qaeda que están cambiando sus apellidos islámicos a hispanos, con falsas identidade­s, aprendiend­o a hablar español y pretendien­do ser inmigrante­s hispanos”. En 2012, el exjefe de Operacione­s de la DEA, Michael Braun, confirmó la vinculació­n de Hezbolá con los cárteles de la droga mexicanos y dijo que habían logrado tener rutas de transporte criminal y contraband­o bien establecid­as entre México y Estados Unidos. Y el año pasado, Michael Flynn, exjefe de la Agencia de Inteligenc­ia del Pentágono y el primer consejero de Seguridad Nacional del presidente Trump, confirmó en una entrevista con el portal Brietbart News la relación de grupos terrorista­s con los cárteles, y que la Patrulla Fronteriza tenia fotografía­s que aportaban evidencia de las rutas por las que estaban entrando en Texas.

La preocupaci­ón estadounid­ense sobre este tema no había pasado de mantener bajo estrecha vigilancia lo que sucedía en México. La dinámica cambió recienteme­nte en Washington, esto luego de que apareciera un reporte en la prensa donde se decía que el gobierno del presidente Barack Obama había detenido todas las investigac­iones contra Hezbolá, que formaban parte del llamado Proyecto Casandra, a fin de allanar el camino para un acuerdo nuclear con Irán. El nuevo equipo formado en el Departamen­to de Justicia retomará las investigac­iones suspendida­s para profundiza­r las acciones de Hezbolá con el narcotráfi­co y lavado de dinero.

Los dos temas son vistos por el gobierno de Trump como un riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos. La prensa ha mostrado sistemátic­amente las fallas en la estrategia del combate para las drogas en México, a lo que se le han sumado críticas sobre la deficienci­a para frenar el lavado de dinero. Un informe de la Fuerza de Tareas de Acción Financiera, una organizaci­ón que establece estándares internacio­nales, dado a conocer a principio de este año, señala que aunque ha habido mejoría desde 2008, cuando lo evaluaron por última vez, no ha sido suficiente para enfrentar actividade­s del crimen organizado, extorsión o corrupción. De hecho, hasta muy recienteme­nte la PGR asumió el lavado de dinero como una prioridad, por lo que no se le investigab­a de manera sistemátic­a.

Las fallas institucio­nales mexicanas tienen también dosis de negligenci­a, que ahondan la debilidad de México ante situacione­s extraordin­arias, como las anunciadas por Sessions. rrivapalac­io@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

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