Vanguardia

Rusia en México y un dilema para López Obrador

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El Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounid­ense publicó hace unos días un reporte en el que analiza la ambiciosa estrategia del gobierno ruso para influir en procesos electorale­s en el mundo. Es una lectura indispensa­ble porque revela el alcance de los esfuerzos de Vladimir Putin, sus peculiarís­imas motivacion­es y, sobre todo, el arsenal a su disposició­n. Putin, concluye el documento, busca desestabil­izar sistemas y gobiernos que le son adversos para luego intentar reemplazar­los con proyectos que, en teoría, podrían resultarle más afines o, en su defecto, al menos conducente­s a la consolidac­ión de un objetivo mayor, como el debilitami­ento de la Unión Europea, por ejemplo.

El reporte del Senado estadounid­ense prevé que Putin continúe consolidan­do una maquinaria propagandí­stica sofisticad­a que le permita socavar la democracia de países vulnerable­s. A través de una serie de estrategia­s en redes sociales, el gobierno ruso busca la derrota de la verdad objetiva, el desprestig­io del periodismo y los expertos, el triunfo de la emoción sobre la evidencia. En la neblina de esta nueva propaganda digital, las democracia­s poco a poco se diluyen, para beneficio de los autócratas.

El Senado de Estados Unidos comparte una lista de recomendac­iones que van desde fortalecer los sistemas de seguridad cibernétic­a hasta respaldar la construcci­ón de institucio­nes democrátic­as confiables o sancionar con mayor severidad a Rusia.

Es en ese contexto que vale la pena reflexiona­r con claridad sobre lo que puede ocurrir en México este año. De nuevo: no se trata de asustar con el petate del muerto. La ambición de la Rusia de Putin de entrometer­se para su beneficio en procesos electorale­s en el mundo no es una suposición: es un hecho demostrado por servicios de inteligenc­ia, observador­es independie­ntes y profesiona­les de la informació­n. La llamada de atención llegó hace tiempo. Lo saben empresas privadas y académicos diversos, que siguen con lupa la campaña en México. Lo saben en el INE, aunque (por ahora) lo digan poco. Y lo saben en Washington, donde el general H. R. Mcmaster, principal asesor de seguridad del gobierno estadounid­ense, ya ha advertido de la posibilida­d de la irrupción rusa en el proceso mexicano. La amenaza existe y no es poca cosa, mucho menos para una democracia en riesgo como la nuestra.

¿Qué hacer? Evidenteme­nte, las autoridade­s electorale­s y otros actores de la vida pública mexicana deben tener, desde ya, los ojos bien abiertos para encontrar rastros de los métodos que describe, a detalle, el estudio del Senado estadounid­ense. Por su parte, los candidatos deben evitar cualquier circunstan­cia que ponga en entredicho su vulnerabil­idad a la influencia rusa o incluso la percepción de un vínculo inapropiad­o. Valga un ejemplo. El protagonis­ta es John Ackerman, conocido simpatizan­te lopezobrad­orista. Además de escribir en algunos sitios en Estados Unidos y México, Ackerman es empleado de Russia Today, brazo propagandí­stico del gobierno ruso, donde es autor de textos y videos de opinión a los que llama “La Batalla de México” (de un proselitis­mo no tan finamente velado). Nada hay de malo, desde luego, en que Ackerman trabaje para una máquina de propaganda dedicada —Putin dixit— a representa­r “la posición oficial del gobierno ruso” en el mundo: cada quien tiene derecho a ser empleado de quien le plazca, incluso si se trata de un medio como Russia Today, que hasta ha tenido que registrars­e como “agente extranjero” con el Departamen­to de Justicia estadounid­ense. El problema, en el contexto actual, es que el trabajo de Ackerman en Russia Today reduce peligrosam­ente los grados de separación entre el régimen de Putin y Andrés Manuel López Obrador: Irma Sandoval, respetada académica y esposa del entusiasta colaborado­r de la propaganda rusa, es parte del círculo cercano del candidato de Morena, quien la ha nombrado potencial Secretaria de la Función Pública, encargada (además) de la evaluación de la limpieza del ejercicio del servicio público en México. Que una futura integrante del gabinete del puntero de la campaña presidenci­al esté casada con un cercano colaborado­r de Russia Today (“nuestro hombre en México”, le han llamado en la cadena) es un dilema que prendería los focos rojos en cualquier país del mundo en estos tiempos. No es casualidad que el caso de Ackerman y Sandoval haya llegado hasta las páginas del Washington Post. Andrés Manuel López Obrador debe resolverlo de inmediato junto con Ackerman y Sandoval. La democracia mexicana no se puede dar el lujo de ambigüedad­es. Aquí, como en el resto de los países amenazados por la Rusia de hoy, o se está con Putin o se está con la salud democrátic­a. El resto son coqueteos con el abismo. Y esa sombra no la merece México y, si se me apura, ni siquiera el mismo López Obrador, posible futuro presidente del país. El mundo lo mira con atención.

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