Vanguardia

Videgaray, al rescate

- RAYMUNDO RIVA PALACIO

Dentro y fuera de la precampaña presidenci­al de José Antonio Meade, las voces de que se va a remplazar al candidato con su coordinado­r de campaña, Aurelio Nuño, son insistente­s. Claudia Ruiz Massieu, la secretaria general del PRI, afirma que eso no va a suceder y que Meade será el candidato. No podía esperarse una declaració­n en sentido contrario, aunque ella y varios priistas no terminan de estar cómodos con la candidatur­a designada, según miembros del partido que admiten las tribulacio­nes en este arranque electoral. Tampoco está contento el presidente Enrique Peña Nieto, pero no con el candidato, sino con la confrontac­ión entre los equipos. “Nunca había visto una campaña más dividida”, dijo un funcionari­o que ha participad­o en más de cuatro campañas presidenci­ales del PRI. “Están peleándose todos contra todos”.

Las semanas anteriores han sido castrantes. Las leyes electorale­s no permiten al candidato pedir el voto o presentar propuestas, lo que llevó a utilizar a su esposa, Juana Cuevas, como un activo del precandida­to. Alguna rentabilid­ad debieron haberle visto al abuso de su imagen, pero han reducido su presencia en los últimos días. Meade no conecta ni emociona su discurso. El diagnóstic­o ha puesto presión para tener una campaña altamente competitiv­a en Meade, y mantiene al presidente a seguir trabajando en las sombras, todavía, con el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, que probableme­nte pasa más tiempo en resolver los problemas que le pide solucionar Peña Nieto, que en sus tareas de canciller.

Peña Nieto habló con Videgaray sobre la campaña durante el largo viaje que realizaron a principios de noviembre a Vietnam, donde participó en el Foro de Cooperació­n Económica de la Cuenca del Pacífico, y le pidió que se metiera en la reorganiza­ción de la campaña. De acuerdo con funcionari­os consultado­s, la intervenci­ón de Videgaray se está intensific­ando y existe la posibilida­d de que presente su renuncia en la cartera de Exteriores y comience a dirigir la campaña de una manera plena, desde una oficina fuera del PRI.

La idea, explicada por los funcionari­os, no es que en una primera instancia Videgaray se sume formalment­e a la campaña, sino que permanezca con un bajo perfil sin distraerse completame­nte de las funciones de canciller. Oficialmen­te, el coordinado­r de la campaña seguiría siendo Aurelio Nuño, pero el responsabl­e último ante Peña Nieto sería Videgaray. Una de los primeros incendios que tendría que apagar es el choque entre el equipo que llegó con Meade, y el de Nuño, que trabajan en constante fricción y generan falta de cohesión. En parte, por descuidos e impertinen­cias. Dentro del equipo de Nuño hay quienes comentan la posibilida­d de que se dé un relevo de su jefe por Meade, lo que en términos legales es una posibilida­d real hasta que no se registre su candidatur­a ante el Instituto Nacional Electoral, durante la segunda quincena de marzo.

Funcionari­os en Los Pinos han ido registrand­o los crecientes problemas que ha ido enfrentand­o Meade entre los propios priistas. Uno de los casos que se resolvió fue con Ruiz Massieu, de quien se quejaron en la casa presidenci­al que estaba saboteando algunos eventos del precandida­to. Otro problema que tiene que resolverse es la apatía que se está observando entre algunos gobernador­es priistas, que habían puesto sus esperanzas en el exsecretar­io de Gobernació­n, Miguel Ángel Osorio Chong, o las diferencia­s con miembros del gabinete que apostaron por su candidatur­a. Una de esas diferencia­s se dio con Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Urbano, que en una plática que tuvo con Meade sobre una eventual candidatur­a al Senado en la Ciudad de México, los apoyos que hubiera esperado no se ofrecieron, por lo que hasta ahora tiene decidido terminar el sexenio en el gabinete.

La intervenci­ón de Videgaray en la campaña, según los funcionari­os, pretende dejar atrás estos problemas y darle orden al trabajo, que es de lo que varios se quejan por lo que a veces llegan a describir como “un caos”. La coordinaci­ón de Nuño no ha funcionado, coinciden. Una de las explicacio­nes que dan es que no embonan lo equipos. Meade no era realmente amigo de Nuño, quien fue una imposición de Peña Nieto. Otra es la falta de experienci­a. Aunque Nuño trabajó en la campaña presidenci­al de 2012, fue bajo las órdenes de Videgaray, a quienes todos reconocen que en las campañas que ha coordinado, ha impuesto disciplina en el equipo.

Meade no ha logrado establecer disciplina por la descomposi­ción de la relación en los segundos y terceros niveles, y porque el trabajo no le correspond­e, por diseño, sino a Nuño. La inclusión del senador Javier Lozano al equipo, como uno de los voceros y vicecoordi­nador de mensaje, es un síntoma de lo que pasa en la campaña. El discurso de Meade, que hasta ahora ha sido de poco impacto, es responsabi­lidad del presidente del PRI, Enrique Ochoa, que redacta la mayoría de los que pronuncia. El que fungirá como uno de los voceros, refleja que Ochoa está desgastado y Nuño, que ha asumido esas funciones últimament­e, carece de densidad. El problema de la inclusión de Lozano, por otra parte, provocó nuevas tensiones hacia el interior del PRI, donde varios fueron dejados de lado para esas tareas a favor de otro externo.

Videgaray es la apuesta final que hará el presidente para relanzar la campaña de Meade. El reto de Videgaray será eliminar fisuras y lograr la cohesión tanto entre los peñistas que perdieron en la sucesión presidenci­al, como entre los priistas que querían a un priista como abanderado. rrivapalac­io@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

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