Va solo por la rectoría
Tras la declinación de Francisco Osorio Morales para buscar la rectoría de la Universidad Autónoma de Coahuila, el lagunero Salvador Hernández Vélez camina solo para dirigir en los próximos años la máxima casa de estudios del estado.
Fue el martes cuando el tesorero de la Universidad envió una carta a los medios –al mismo tiempo que se difundió en redes sociales– para dar a conocer su decisión. La misiva decía:
“He decidido retirarme del proceso para la selección del nuevo Rector. Es una decisión que tomo porque en mi vida personal y profesional el objetivo siempre ha sido sumar y no dividir; contribuir y no destruir”.
Algunas voces han cuestionado la decisión del tesorero mientras que otros han aplaudido el llamado a unidad. Otras más han cuestionado la llegada de Hernández Vélez atribuyéndole que es un político metido de académico, difiero de esa decisión tan tajante. Negar el pasado político de Hernández Vélez es imposible, pero tampoco se le puede regatear su interés por las ciencias, particularmente las matemáticas, así como su amor por la literatura. Conozco a Salvador desde hace más de una década, mi oficio de periodista me permitió conocerlo hace muchos años, sin embargo, ubico como el inicio de una relación de mayor afecto cuando gracias a su gestoría pude entrevistar, en exclusiva, a Roberto Madrazo cuando este era candidato a la Presidencia de la República. Por cierto, una entrevista que no tuvo límite de tiempo ni presiones de sus colaboradores, el sueño dorado para aquellos que nos dedicamos a este oficio.
Posteriormente, tras asumir la dirigencia del PRI Municipal de Torreón, los encuentros con Hernández Vélez fueron más recurrentes. Las chalas de café o desayunos– donde en teoría platicábamos de política y él buscaba convencerme de las virtudes de los candidatos que postulaba su partido o sus acciones– terminaban más en largas pláticas sobre literatura.
Intercambiamos recomendaciones de libros, autores recientemente descubiertos, al mismo tiempo que buscaba convencerme del placer que producen las matemáticas, las cuales siempre he odiado y me produjeron fuertes dolores de cabeza sobre todo en la preparatoria.
Con el paso de los años los encuentros en una mesa de café han sido más distantes. Coincidir en agendas nos ha impedido recomendarnos libros de manera personal, pero sí usando la magia de las redes sociales.
Descalificar a alguien por haber ocupado cargos políticos sin analizar su capacidad o historial –sin duda– es muy superficial, incluso carente de rigor. Salvador Hernández Vélez en 1988 ganó la elección para ser coordinador de la Unidad Torreón, además de que anteriormente se desempeñó como coordinador y fundador del Centro de Investigación y Docencia de Matemática Educativa. Al mismo tiempo ha tenido una larga carrera en la política, como legislador, presidente de partido y funcionario público.
Autor de varios libros, el reto que tiene Hernández Vélez no es sencillo al frente de la Rectoría de la Universidad Autónoma de Coahuila. Elevar el nivel académico de la institución, al mismo tiempo que generar investigaciones que incidan en mejorar los niveles de vida de los coahuilenses deben ser los principales objetivos.
En abril del año pasado se dio a conocer que la UADEC había caído 15 lugares en el ranking de las 50 mejores universidades de México, según América Economía Intelligence, que es un importante sitio de negocios de América Latina. En 2016, la Universidad figuraba en el lugar número 27, pero descendió hasta el sitio 42. Actualmente la UADEC tampoco aparece entre las 10 mejores universidades públicas de México. De ahí que Salvador Hernández Vélez no tenga una chamba sencilla en los próximos años porque los indicadores son fríos y deberá mostrar, en los hechos, que tenía la capacidad para este puesto.
En lo personal espero que le vaya bien en su gestión, no sólo al amigo sino porque los coahuilenses merecemos una universidad de prestigio que mejore su nivel académico y como consecuencia incida en la vida cotidiana.
@lharanda www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion
GABRIEL GUERRA
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ROGELIO RAMÍREZ DE LA O
> Baja productividad Llegó sin anunciarse y se presentó a sí mismo. –Soy el número uno –dijo jactancioso. Me disgustaron su actitud y su fanfarronería. Le dije para molestarlo: –Entonces es usted el menor de los números. Es casi el cero. Respondió: –Se equivoca usted. Soy todos los números, incluso el mayor que pueda imaginar. Le pedí que explicara su declaración. Procedió a hacerlo: –El número dos es el número uno repetido dos veces. El tres es el número uno repetido tres veces. Y así hasta el infinito. Como verá, no sólo soy el número uno: soy el único número que hay.
No supe qué contestar. Como carezco de conocimientos matemáticos me fue imposible rebatir su tesis. Ahora a todos los números que encuentro –al 5, al 34, al 115, al 1000– les digo: –Cómo está usted, señor número uno. Me miran como si hubiera perdido la razón y no contestan mi saludo.
¡Hasta mañana!...