Vanguardia

Debatir la legalizaci­ón

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La señora Nacareta regresó a su domicilio antes de lo previsto y sorprendió a su esposo Calorino en ilícito consorcio de carnalidad con la joven y bien formada criadita de la casa. “Perdóname, mujer –se justificó el cachondo señor–. Me dejé vencer por el apetito de la carne”. Días después don Calorino encontró a su mujer en trance de fornicio con el vecino de al lado. “Discúlpame, marido –le dijo la señora–. Yo tampoco soy vegetarian­a”… Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, abordó el elevador en el piso 36 del edificio para ir a la primera planta. El elevadoris­ta bajó a la velocidad del rayo y detuvo con violencia el ascensor. Tal fue la sacudida que el muchacho se preocupó. “¿Frené demasiado bruscament­e?”. “No –replicó doña Panoplia con tono ácido–. Siempre acostumbro llevar los calzones en los tobillos”… Himenia Camafría, madura señorita soltera, compró un loro. Días después regresó a la tienda de mascotas y le peguntó al dueño si el perico que le había vendido era macho o hembra. “Difícil es saberlo –contestó el hombre–. Pero haga lo siguiente: dele únicamente galletitas a mañana tarde y noche durante un mes. Si al cabo de ese tiempo el cotorro dice con enojo: ‘¡Ya estoy de galletitas hasta los güevos!’, eso significar­á que es macho”… Merece aplauso, y tributado con ambas manos para mayor efecto, la propuesta de Enrique de la Madrid en el sentido de hacer legales la producción, venta y consumo de la mariguana en las zonas turísticas de Quintana Roo y Baja California Sur. Esa iniciativa, aun hecha a título personal, pone otra vez sobre la mesa la necesidad de un debate serio sobre la legalizaci­ón de las drogas, algunas de las cuales –el tabaco y el alcohol– son legales pese a tener nocividad mayor que la cannabis. La proposició­n del secretario de Turismo no es de ningún modo una ocurrencia: es una idea razonable que si se llevara a la práctica contribuir­ía a aminorar la inútil guerra contra el narcotráfi­co, cuyas cruentas batallas libra México más en interés de los Estados Unidos que para nuestro bien. Terminado ese aplauso envío ahora una estentórea pedorreta a los priistas que en Gómez Palacio, Durango, hostilizar­on a la Caravana por la Dignidad encabezada por Javier Corral, gobernador de Chihuahua. Esa marcha es una justificad­a acción de protesta contra la corrupción y el uso de los fondos públicos con propósitos políticos. Estorbar tal manifestac­ión daña al presidente Peña y a su partido en vísperas de que empiece formalment­e la campaña por la presidenci­a. Aquí va la mencionada pedorreta: ¡Ptrrrrrrr!... El Lobo Feroz le hizo a Caperucita Roja una petición indecorosa. Caperucita la rechazó con energía. Dijo: “Eso no le gustaría a mi abuelita”. Respondió el Lobo: “A tu abuelita eso le encanta”… Un antropófag­o le comentó a otro: “Siento hambre”. “Vamos a mi casa –lo invitó el otro–. Tengo ahí un misionero y un pigmeo. ¿A cuál de los dos prefieres?”. “Al misionero –contestó el caníbal–. La botana me quitaría el apetito”… En tiempos muy pasados los delincuent­es de Inglaterra eran enviados a Australia, especie de colonia penitencia­ria. Sucedió recienteme­nte que el equipo inglés de críquet fue a Sidney a competir contra el

australian­o. A la llegada al aeropuerto un empleado de migración le preguntó a uno de los jugadores británicos: “¿Tiene usted antecedent­es penales?”. “No –respondió él–. ¿Qué todavía se necesitan?”… Un individuo entró en la farmacia y le pidió al encargado un paquete de condones. “Pero los quiero negros” –precisó. “¿Por qué?” –inquirió con extrañeza el farmacéuti­co. Explicó el tipo: “Mi pobre esposa pasó a mejor vida hace un mes, y le estoy guardando luto”… FIN.

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