Vanguardia

¿EL ‘Z-43’ FINANCIÓ CAMPAÑAS POLÍTICAS?

CARLOS LORET

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Captura de José María Guízar puede ser una “bomba” para estos tiempos electorale­s.

Ayer concluyó la etapa de precampaña­s del proceso electoral en marcha, un período que difícilmen­te alguien puede explicar cómo se diferencia de las campañas “en serio”, más allá de que durante las primeras –quienes aspiran a un cargo– no pueden ostentarse como candidatos ni solicitarl­e a los ciudadanos que voten por ellos.

Fuera de eso, los ejercicios de “pre” y “campañas” son exactament­e iguales para los ciudadanos: quienes buscan suceder a Enrique Peña Nieto en la titularida­d del Ejecutivo se dedican a recorrer el país, encabezar mítines, repetir sus ofrecimien­tos y dar entrevista­s, mientras a nosotros se nos bombardea con millones de spots en radio y televisión. Eso sí, cada anuncio aclara muy bien que sólo va dirigido a los militantes o delegados de determinad­o partido, como si eso impidiera que los demás lo escucháram­os.

De aquí al 30 de marzo, en teoría, los ciudadanos podremos descansar de candidatos y partidos, pues concluidas las precampaña­s no se permite que nadie realice actos de proselitis­mo hasta que arranquen formalment­e el período en el cual –ahora sí– todos pueden dirigirse abiertamen­te a la ciudadanía para solicitarl­e su voto.

No es la primera ocasión en la que vivimos un proceso electoral regido por estas reglas, así que todos sabemos claramente que lo anterior es solamente un presupuest­o teórico, y difícilmen­te los ciudadanos podremos tomarnos un respiro del acoso político.

Incluso el propio Instituto Nacional Electoral ha advertido que los ciudadanos debemos cuidarnos de la informació­n que circulará en este período, particular­mente en redes sociales, pues se corre el riesgo de caer en engaños a partir de la difusión de fake

news y del despliegue de campañas negativas por internet.

Esto implica que creer en la posibilida­d real del descanso político equivale a ser ilusos y que, más bien, debemos prepararno­s para lo contrario, es decir, para que los partidos y sus candidatos exploren formas “no convencion­ales” de acercarse a nuestro ánimo y convencern­os de que votemos por ellos.

Se trata apenas de uno más de los indeseable­s productos de nuestro modelo electoral y de lo que pomposamen­te se ha denominado –por quienes lo diseñaron– el “nuevo modelo de comunicaci­ón política”, basado en la inundación del espectro radioeléct­rico con millones de mensajes publicitar­ios.

Y aunque pueda pensarse que “lo bueno” de este período es que dejaremos de escuchar a cada instante la tonadas musicales, los monólogos y los juegos de palabras de nuestros futuros gobernante­s, tampoco hay que ser demasiado optimistas con eso, pues a cambio de los anuncios publicitar­ios de los partidos ahora se nos recetarán millones de spots de las autoridade­s electorale­s.

En síntesis, que nadie se sienta aliviado porque las “pre” campañas se han terminado pues, como bien nos lo ha dicho hasta ahora la intuición, las diferentes etapas de los procesos electorale­s en México sólo tienen sentido, acaso, para quienes las inventaron y para quienes se dedican a utilizar las normas que las regulan con el único propósito de encontrar recovecos que les permitan llevar agua a su molino.

Hasta el 30 de marzo habrá un descanso de candidatos y partidos, pero a cambio el INE aportará una buena dosis de millones de spots para convencern­os de votar

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