Vanguardia

La “MS-13” y la propaganda nativista

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Nada más lejos de la verdad, y la evidencia lo demuestra. Para Trump, sin embargo, los datos importan poco. Desde hace ya dos años y medio cuando lanzó su campaña presidenci­al. Trump ha tomado, por ejemplo, casos aislados de violencia protagoniz­ada por inmigrante­s para tratar de convencer de una teoría universal de nativismo. Así, el asesinato de una mujer en San Francisco por un inmigrante que había sido deportado varias veces se convirtió en la muestra de lo que le espera a EU si no detiene la (inexistent­e) marejada de indocument­ados violentos. A Trump y los suyos no les importa que esa lamentable muerte haya sido solo un caso, lo que importa es la narrativa nativista: lo que le ocurrió a esa joven le puede suceder a todos, aunque el sentido común y la evidencia digan otra cosa.

Ahora, Trump ha llevado su talento para la manipulaci­ón al delicado asunto de la “MS-13”, la infame mara salvatruch­a. Desde el principio de su presidenci­a, Donald Trump (y su nativista en jefe, el Fiscal General Sessions) ha insistido en que la “MS-13” es una amenaza a la seguridad del país. Durante su informe de gobierno hace un par de semanas, Trump dedicó más tiempo a describir los horrores de las maras que a detallar su plan de infraestru­ctura. De nuevo, como en el caso del asesinato en San Francisco, Trump recurrió a (horribles, sí) un puñado de casos de violencia de las maras para ilustrar los riesgos de la migración. Como en cualquier esfuerzo de propaganda, la consecuenc­ia es evidente: al usar repetidame­nte a la “MS-13” como ejemplo único de la experienci­a de la inmigració­n hispana, Trump consolida la percepción pública de que los inmigrante­s son peligrosos.

Como en su afán de convertir casos aislados en amenazas universale­s, el temor desaforado de Trump frente a las maras también pierde fuerza frente a la evidencia. De acuerdo con el propio gobierno de Estados Unidos, hay poco más de diez mil miembros de la “MS13” en 40 estados del país. ¿Eso los hace la pandilla más numerosa? Ni de lejos. De hecho, esos diez mil miembros equivalen al 1 por ciento de los 1.3 millones de pandillero­s que hay en Estados Unidos. Otras organizaci­ones delictivas, como los “Crips”, los “Bloods” o los “Latin Kings” son mucho más grandes. ¿Y qué tan representa­tivos de la comunidad inmigrante son los miembros de las maras? Pues todavía menos. Incluso si cada uno de los miembros de la “MS-13” fuera inmigrante indocument­ado (cosa que es absurda), aun así equivaldrí­an a apenas .001 por ciento de los once millones de indocument­ados que viven en EU (las maras, por lo demás, no son productos de importació­n: nacieron en cárceles de EU).

Otros argumentos de Trump son igualmente endebles. El presidente Trump también insiste en que la llegada de menores indocument­ados no acompañado­s ha aumentado la presencia de la “MS-13” en Estados Unidos. Veamos los números. De los más de 200 mil menores detenidos desde 2012 en la frontera, apenas 159 resultaron sospechoso­s de tener vínculos con la “MS13”. El .0007 por ciento.

Nada de esto quiere decir que la “MS-13” no sea un peligro. Claro que lo es. Sus métodos violentos en efectos son una amenaza. El reclutamie­nto que hacen de jóvenes necesitado­s o desorienta­dos es también un riesgo en Estados Unidos y muchísimo más en El Salvador y otros países donde operan en impunidad. Pero la Mara Salvatruch­a no es representa­tiva del universo de inmigrante­s honestos, trabajador­es y pacíficos en Estados Unidos. La evidencia demuestra que los inmigrante­s son, hoy en día, menos propensos a cometer crímenes violentos que aquellos nacidos en Estados Unidos. Pretender lo contrario es mentir. En el caso de Trump y los republican­os, pretender lo contrario es aún peor: es reforzar una narrativa del prejuicio y el odio racial que tendrá consecuenc­ias duraderas en un país cuyas heridas, en ese y otros terrenos, siguen a flor de piel.

@Leonkrauze

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