Ceniza y amistad
Este año travieso de nevadas y sol invernal intermitente, de lluvias torrenciales allá y de chubasquillos acá, sin ser bisiesto ni tener otra peculiaridad, ha hecho coincidir, en el inicio de las próxima Cuaresma, el Miércoles de Ceniza con el Día de la Amistad. “Recuerda que eres polvo” dicen todavía en algunas parroquias o capillas. Las más actualizadas usan la frase “Arrepiéntete y cree en el Evangelio” para que venga la respuesta: “Quiero morir con Cristo para resucitar con Él”. La finalidad del rito es que la gente se comprometa a resucitar con Cristo en la cumbre de la Pascua. Reconoce el creyente, con humildad, su condiciòn de mortal pero parece que, en la ceniza que se pone en la frente, hay ya el rescoldo y la chispa de la futura resurrección.
Ceniza en la frente y fuego en el corazón. Este año la ceniza es amistad. En un mismo día, reconoce cada cual su condición de criatura fugaz y su futura exaltación por un resurgimiento que alcanza la gloria de la eternidad. El fuego en el corazón es la encendida amistad del Resucitado con todos los redimidos. A quienes vivan diariamente la muerte al egoísmo, a la corrupción del pecado, el Amigo, que se levantó del sepulcro con un cuerpo espiritualizado, los hace participar de su victoria.
En un mismo día se conjuga la humildad con la esperanza, la ceniza del estuche material que libera la joya del alma inmortal. Los amigos se saludan con abrazos de buena voluntad, llevando ya, en la frente, el signo de la cruz. Una cruz que expresa no sólo sacrificio sino también bendición.
Llegan las parejas de novios a tomar ceniza y saldrán a la vida con un signo en la frente, revelador de una esperanza que refuerza su amor. Fue buen detalle cronológico de este año —destrampado y caprichoso— que trae un voluminoso equipaje de sorpresas. No somos eternos pero vamos a resucitar después de esta vida pasajera en que se vive la amistad con Cristo y con los demás, como camino hacia el cielo.
Una caravana de amigos avanza al encuentro del Amigo que ya venció a la muerte y la convirtió en Pascua de resurrección. Atrás quedarán las cenizas de todo lo efímero y sólo se salvará el amor, diseñado por Dios para el eterno gozo de su gloria.
Amig@s, en el próximo caminar hacia la Pascua, muramos con Cristo al egoísmo y al pecado para resucitar a la vida nueva, de hijos y de hermanos, que desemboca en el hogar del Padre para ser para siempre hijos en el Hijo, en el inextinguible gozo del Espíritu de la alegría, en el perfecto amor...