El árbol del Teneré
El Premio Nobel al mayor patán del siglo debería recaer en un camionero libio que en 1973 derrapó contra el ‘árbol de Teneré’, una acacia raddiana que crecía aislada y solitaria en medio del desierto de Níger, una de las porciones más áridas y terribles del Sahara.
La acacia era la última superviviente de la cubierta vegetal que hace cientos de años cubría esa zona de África, convirtiéndola en todo un símbolo, pero también en un punto de reunión y un punto de referencia de las caravanas que se aventuraban en el desierto.
Teniendo en cuenta que el desierto de Teneré tiene miles de kilómetros cuadrados, hay que ser muy mostrenco para chocar contra el único árbol que había en toda esa región.
A lo largo de los siglos esa pequeña acacia, sirvió como punto de referencia para todas las expediciones que atravesaban el desierto de Níger
Pero la peculiaridad del ‘árbol de Teneré’ no sólo residía en su crecimiento y supervivencia en mitad del caluroso desierto: se trataba del único árbol en cientos de kilómetros a la redonda.
Después de que el árbol fuera destrozado por el camión, los restos de la acacia se llevaron al museo Nacional de Níger, y en su lugar en el desierto, se colocó una escultura metálica que ahora le recuerda a los viajeros el punto exacto done estaba el ‘árbol de Teneré’.