Una limpieza hasta el fondo
La manía obsesiva-compulsiva por la limpieza puede salir muy cara, incluso sin necesidad de ir al consultorio del psiquiatra.
En 2011 una empleada de la limpieza del museo Otswall de Dortmund (Alemania) decidió que una de las obras expuestas estaba un poco sucia. Y le aplicó el poder limpiador del estropajo.
En realidad se trataba de una obra de Martin Kippenberger, un controvertido y polémico representante del neoexpresionismo alemán, del cual se exhibía una torre elaborada con tablillas de madera, titulada ‘Cuando los tejados empiezan a gotear’.
Al parecer la trabajadora pensó que las huellas de las gotas afeaban la obra, que estaba valorada en un millón de dólares, aunque probablemente usted (y yo), la hubiéramos confundido con un montón de maderas viejas armadas de manera muy extraña.
Al considerarla sucia y tratar de adecentarla, la encargada de la limpieza dañó la obra al rasparte la mugre que se había acumulado en la torre de 2.5 metros de altura, y en el recipiente al pie de la misma que completaba la obra.
A la afanadora le pareció que la capa de ‘sustancias’ que cubría la madera y la artesa debía ser mugre acumulada desde su creación en 1987. Y creyendo que cumplía con su obligación, le dedicó un buen rato a limpiar toda la obra.