Juego de percepción en neón
Del 10 de febrero al 6 de mayo doce piezas de Cerith Wyn Evans mostrarán 10 años de su trayectoria a través de la forma, la luz y el sonido característicos de su obra
CIUDAD DE MÉXICO.- La obra de Ceryth Wyn Evans es una experiencia. En efecto, sus cualidades visuales le permiten lucir bastante bien en fotografías, pero para apreciarlas correctamente debe uno estar presente donde se exhiban y ahora los mexicanos tenemos sea oportunidad con la exposición monográfica del artista que se inauguró en el Museo Tamayo el pasado 10 de febrero.
Nacido en Gales en 1958, hijo de un padre fotógrafo y pintor, Evans comenzó su carrera en el mundo del cine, primero como asistente de director y posteriormente como director de sus propios filmes. En 1988 estrenó su cortometraje “Grados de Ceguera”, protagonizado por Tilda Swinton y en los 90’s comenzó a alejarse de este medio en favor de la escultura.
Pero sin dejar atrás su formación como cineasta, Ceryth Wyn Evans empezó a trabajar en esta nueva etapa creativa con referencias a la literatura, la comunicación y la filosofía, y creando un cuerpo de obra con una estética minimalista muy limpia.
Adecuada al espacio del museo, la exhibición se centra alrededor de la pieza “Eclipse” —estilizada E=C=L=I=P=S=E (2015)— una pared de texto escrito en luces de neón, instalada en el patio central, que describe la progresión temporal y espacial de un eclipse de sol a través de varios continentes.
La intención del artista de cuestionar los conceptos de percepción y duración también se presentan con la obra “El Tiempo Aquí se Convierte en Espacio. El Espacio Aquí se Convierte en Tiempo” (2014) hecha también con textos de luces neón, conocida por haber sido exhibida en el Mercado Laedenhall en Londres como parte del proyecto “Escultura en la Ciudad”.
Su interés por la introducción de elementos de varias disciplinas en sus instalaciones se ve reflejada en la obra “Composición para 19 flautas” (2015), en la que un grupo de flautas de vidrio cuelgan del techo, conectadas con tubos transparentes a un dispositivo que sopla aire en ellas —ordenadas como en forma de abanico—.
La obra emite constantemente sonidos modulados para crear intervalos de diferentes volúmenes, timbres, tonos y densidades, en una composición hecha a partir de la intención pero dejada en manos del azar.
“Solíamos bromear sobre esta pieza diciendo que tiene una mente propia”, comentó el artista durante una presentación pública en el Museo Haus Konstruktiv de Suiza, previo a la participación de Evans en la Bienal de Venecia el año pasado, “no solo parece una especie de medusa de ciencia ficción, también tiene estos dos programas que tocan estas piezas musicales compuestas. Incluso si la música a veces es atenuada a sólo unas cuantas notas que cambian, hay 40 composiciones en cada flauta, constantemente mezclándose entre ellas. Es muy poco probable que escuches la misma música dos veces”.
“Naturaleza Muerta” (2015), ubicada en el mismo espacio, es un juego entre varios elementos. En ella hay varias palmeras colocadas sobre bases que las giran de manera casi imperceptible, a la vez que son iluminadas por luminarias que proyectan sus sombras sobre las paredes, creando formas en constante cambio, nunca iguales, y descritas como una “presencia de otro mundo”.
Probablemente una de las más populares obras del galés es la instalación “El Gas Iluminador” (2015). Inspirada en los “testigos” de la pieza “La Novia Desnudada por sus Solteros” de Marcel Duchamp (1915-23) en la que tres discos de luces neón recrean las formas de estos testigos en el espacio tridimensional, invitando al espectador a explorarla desde diversos ángulos.
Pero si se trata de explorar las formas presentadas en el espacio de la galería, estructuras sugerentes en toda ocasión, las piezas “Formas Neón (después de Noh II)” y “Formas Neón (después de Noh III)” cumplen muy bien esta función.
Las composiciones visuales que Evans ofrece con estas obras cuelgan del techo como garabatos de luz realizados frente a una cámara con larga exposición, capturadas en el tiempo. Existen en ellas elementos reconocibles, o que pueden así parecerlo, como estructuras químicas, o letras, una vez que se da el siguiente paso y que la perspectiva cambia, la imagen se transforma en algo nuevo, cuestionando el concepto de realidad y de percepción, justo como lo desea el autor.