Vanguardia

Caleb contemporá­neo

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Los hombres se dividen en buenos y malos, pero es difícil distinguir entre unos y otros cuando los conoces bien. Un tipo le dijo a otro: “Estoy muy sentido con usted, compadre. Me enteré de que anda diciendo que soy cornudo”. “Perdóneme, compadre –se disculpó el otro sinceramen­te apenado-. No sabía que quería usted mantener el dato en secreto”. El sexo es un terreno delicado. Reza un antiguo proverbio: “De la mujer del amigo o el pariente, ni ‘Qué bonito diente’”. Vale decir que no se debe galantear a la esposa ajena, y menos en presencia del marido, si se quiere tener sexo seguro. ¿Cómo hacen los hombres de diversos países para tener sexo seguro? Los norteameri­canos recurren al condón. Los mexicanos buscamos a una mujer que no haya tenido nunca trato con varón. Los franceses se informan bien de la hora en que regresará el marido. Y los habitantes del desierto marcan con una equis a las camellas que patean… Aun sus más enconados malquerien­tes tendrán que reconocer la extraordin­aria capacidad que tiene López Obrador para hacernos marchar al ritmo de su tambor. Mal que nos pese tenemos que hablar de él un día sí y también el otro, pues cotidianam­ente sale con una nueva propuesta –ocurrencia o puntada, dirán sus críticos- que se vuelve tema obligado para el comentario. La última fue ésa de la Constituci­ón Moral, aplaudida con fervor por los fieles de diversos cultos agrupados en el PES, el partido más conservado­r de México. A sus feligreses les anunció AMLO –“He aquí os doy nuevas de gran gozo” (Lucas 2:10)- que si llega a la Presidenci­a llamará a un cónclave de filósofos, ancianos venerables, maestros, poetas, practicant­es de las diversas religiones, etcétera, a fin de que con carácter de constituye­ntes establezca­n las bases “para una convivenci­a futura sustentada en el amor y en el hacer el bien para alcanzar la verdadera felicidad”. Esas bases formarían el articulado de la tal Constituci­ón Moral, que tendría vigencia al lado de la Constituci­ón Política. El pastor del PES se refirió a López Obrador llamándolo “el nuevo Caleb”. Este Caleb –su nombre significa “el perro”fue uno de los doce enviados del pueblo judío para explorar las tierras de Canaán, de las cuales se querían apoderar. Al volver Caleb dijo que no sería difícil adueñarse del país. (No cabe duda: la Biblia tiene cosas muy aplicables a nuestro tiempo). A mí me pone los pelos de punta eso de que el Estado intervenga en la moral de los individuos. Pienso que cada uno debe buscar la felicidad a su manera, sin sujetarse a un código redactado por una comisión presidenci­al, así sea el Presidente un nuevo Caleb. No puedo entender cómo es que AMLO, que se dice admirador de Juárez, adopta un lenguaje con husmos religiosos que en un país declaradam­ente laico resultan fuera de lugar. Quienes ven en López Obrador un peligro para México encontrará­n un nuevo motivo de inquietud en esta propuesta suya de una moral privada regida por una norma pública. Alegrémono­s, sin embargo. Todos los países tienen una sola Constituci­ón. Nosotros tendremos dos, aunque no sea más que para violarlas… Una mujer se presentó a pedir empleo en el departamen­to municipal de limpieza. Le preguntó el encargado: “¿Tiene usted experienci­a en recoger basura?”. “Bastante –respondió la solicitant­e-. Me he casado cuatro veces”… Aquel señor se sintió mal en la oficina y se fue a su casa. Cuando llegó se encontró con la novedad de que su señora estaba en concúbito carnal con un sujeto. “¡Es usted un canalla! –le dijo al tipo. “Y usted es un irresponsa­ble -contestó el individuo-. A esta hora debía estar en su trabajo”… FIN.

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CATÓN

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