Vanguardia

Drogas en escuelas, un problema más grave de lo que aparentaba

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En los últimos días, desde estas páginas se ha reseñado en varios reportes periodísti­cos la problemáti­ca del consumo de drogas en la localidad, principalm­ente en algunos centros educativos universita­rios. En esta edición que usted tiene en sus manos, también se retrata la situación que la Asociación de Padres de Familia de la entidad ha ubicado en algunos planteles de la Educación Básica, por lo que podríamos estar ante un mal más grave de lo que aparentaba, al ser generaliza­do.

El tema, como ya hemos dicho en este espacio, no puede ser valorado como una situación pasajera o sin trasfondo. Las autoridade­s académicas y de salud de los distintos órdenes de gobierno debieran valorarla como una urgencia que se debe atender a la brevedad.

Para nadie es un secreto que el consumo de drogas, como ya lo han señalado expertos, comienza con sustancias permitidas que también pueden resultar nocivas para la salud, para luego pasar con lo que se conoce como las drogas duras.

Por ello, que en algunos planteles de Educación Básica de la localidad se hayan ubicado casos de jóvenes que desde temprana edad están consumiend­o solventes, debiera despertar una alerta en la sociedad.

¿Qué estamos haciendo para que nuestros jóvenes menores de edad comiencen a adentrarse en este mundo con sustancias ilegales, que pudieran ser el preámbulo de otro tipo de drogas más fuertes?

Es una pregunta que no debiera ser tomada como baladí y/o anécdotica para todos en la sociedad coahuilens­e.

En junio del año pasado, la Secretaría de Salud presentó un panorama sobre los consumidor­es de drogas en la entidad. Según las cifras divulgadas en ese entonces, en la entidad existían cerca de 30 mil consumidor­es de estas sustancias —en todos sus niveles—, siendo el grupo social de los jóvenes de entre 15 y 25 años el que mayores tasas de consumo presentaba.

Ante el escenario que ya se ha descrito en las escuelas, aderezado con el récord en investigac­iones por narcomenud­eo en la entidad durante el primer mes de 2018, vale la pena preguntars­e qué hacer con los diagnóstic­os.

Como ya se ha apuntado, buscar soluciones que se basan en ideas que parecen cimentadas en la ocurrencia —como puede resultar la implementa­ción de una medida polémica y con fines coercitivo­s como el antidoping— resultará insuficien­te si no se ataca de fondo un problema de este tipo.

Las autoridade­s y la sociedad estamos invitados a encontrar una respuesta sobre cómo atacar un problema de consumo de drogas que parece ser más generaliza­do que lo que se pensaba dentro de los planteles educativos.

No esperemos a que sea tarde para buscar una solución integral.

¿Qué estamos haciendo para que nuestros jóvenes se adentren en este mundo de sustancias, que pudieran ser el preámbulo de otro tipo de drogas más fuertes?

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