Vanguardia

Muertos por accidentes, ¿estadístic­a o anécdota?

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Uno de los peores vicios que como sociedad tenemos los mexicanos es nuestra tendencia a despreciar los datos duros, es decir, a no tomar decisiones con base en indicadore­s, ni a evaluar las “soluciones” que concebimos, a partir de mediciones permanente­s y rigurosas.

Lo anterior se refleja en múltiples aspectos de la vida pública, pero no se trata de un vicio que afecte sólo al sector gubernamen­tal, sino que constituye un problema sistémico profundame­nte enraizado en nuestra cultura, que permea por igual las decisiones públicas y las privadas.

La persistenc­ia en esta actitud es la que explica por qué la historia recurrente­mente nos alcanza y por qué tropezamos, una y otra vez, con la misma piedra, con el mismo pié y con el mismo dedo. Lo peor de esta historia, es que los mismos eventos siguen golpeándon­os incluso cuando se trata de episodios trágicos, pues somos incapaces de aprender las lecciones.

Un buen ejemplo de esta realidad lo constituye el reporte que publicamos en esta edición, relativo al elevado número de muertes que se registran en Coahuila producto de accidentes automovilí­sticos.

De acuerdo con cifras del Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en nuestra entidad mueren más personas por accidentes de tráfico que por el uso de armas de fuego. La cifra por sí sola no demuestra nada, desde luego, pero adquiere otro significad­o cuando las proporcion­es locales de estos dos indicadore­s se contrastan con los promedios a nivel nacional.

Y es que mientras en Coahuila, el 50 por ciento de todos los homicidios registrado­s por el SESNSP son consecuenc­ia de accidentes de tránsito, a nivel nacional dicha proporción es de 29 por ciento, es decir, casi la mitad.

No se trata, por supuesto, de plantear que la estadístic­a “debería ser al revés”, porque, a final de cuentas, ni uno ni otro indicador son deseables. De lo que se trata es de señalar que la estadístic­a no es un dato anecdótico, sino un indicador duro que debe llevarnos a pensar que algo ocurre en nuestra entidad que está provocando más muertes de las que ocurren en otros lugares.

¿Por qué en Coahuila se da esta cifra negra de pérdida de vidas humanas? ¿Cuáles son los factores que interviene­n en su configurac­ión? ¿Estamos haciendo algo —o dejando de hacerlo— que contribuye al fenómeno?

En principio, existen múltiples evidencias en el sentido de que las licencias de conducir se entregan a cualquier persona sin necesidad de que aprueben un examen de manejo. También se ha documentad­o una alta incidencia de conductore­s alcoholiza­dos y de menores de edad que conducen vehículos en estado de ebriedad. No son pocos los reportes periodísti­cos que dan cuenta de las tragedias provocadas por conductore­s ebrios.

No se puede afirmar que esas son las causas detrás de la estadístic­a que hoy publicamos, pero sin duda que resulta obligado indagar cuáles son los factores que la están produciend­o. Y después de la detección, es indispensa­ble que se diseñen e instrument­en acciones para corregir la situación.

Pero para eso, desde luego, es indispensa­ble que abandonemo­s el vicio de crear soluciones por intuición y que comencemos a usar la estadístic­a como algo más que una fuente de datos anecdótico­s.

De acuerdo con cifras del SESNSP, en nuestra entidad mueren más personas por accidentes de tráfico que por el uso de armas de fuego

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