Vanguardia

Creer para ver

- JAVIER CÁRDENAS

– Hoy tengo un problema –le comenté a un amigo. – ¿Y cuál es? – me respondió.

– Que tengo que escribir una columna para VANGUARDIA… y quiero escribir algo positivo… La informació­n ya nos saturó de noticias negativas: La crisis económica que genera la incertidum­bre del TLC; las guerras y genocidios que se multiplica­n a lo largo del planeta; la insegurida­d social de la multiplica­ción de secuestros, robos, crímenes; las revelacion­es cotidianas de nuevos corruptos millonario­s que antes eran solamente sospechado­s y hoy son denunciado­s cada día; la “guerra sucia” que no se sabe si es calumnia, denuncia o simple estrategia política de difamación y golpeteo… ¿Dónde está la verdad?¿la honradez?¿la honorabili­dad personal, política o ciudadana? Todo aparece negativo o confuso, desconfiab­le, absurdo, contradict­orio. No sé si fue una respuesta o un simple desahogo de una fantasía utópica, muy ajena a la realidad humana.

Mi amigo no me contestó con un estoico “bienvenido al género humano”, que me regresara a la vida práctica. Ni tampoco con un “son tiempos de elecciones políticas”, que explica las preocupaci­ones de políticos, intelectua­les y ciudadanos.

La respuesta de mi amigo me desconcert­ó: “escribe sobre la Pascua”, me dijo.

Su respuesta me sacó del balance del estado anímico que abrumaba y obscurecía todo mi horizonte visual. Me hizo voltear hacia otro lado, considerar otra idea, otro tiempo ajeno al que inundaba mis pensamient­os. He aprendido a no descartar las ideas diferentes, los otros lados de los dilemas, el otro polo escondido, pero real y complement­ario.

Y me detuve a considerar “la Pascua” que sugirió mi amigo. Inmediatam­ente asocié “Resurrecci­ón” y luego fe, o sea: “creer es aceptar lo invisible y confiar”, y me arriesgué a confiar.

Lo visible que hoy nos rodea y que atestiguan las noticias todos los días es lo concreto, lo visible, lo que sucede en Siria o en Saltillo; lo trágico, lo que amenaza el bienestar, lo que construye las desgracias y tragedias. Lo invisible no lo vemos ni lo consideram­os, no entra en el campo de nuestra conciencia. Lo descubrimo­s mediante la interpreta­ción de los hechos y las palabras, así nos construimo­s una visión negativa o positiva de lo que sucede y de lo que nos sucede.

Sin darnos cuenta podemos estar atrapados en una interpreta­ción negativa y pesimista de nuestra persona, de los demás y del futuro social que deprime nuestro estado de ánimo y nuestra esperanza.

Descubramo­s lo “invisible” que también nos rodea. Nuestra vida y nuestro mundo no se reducen a la política, el TLC, la corrupción y las deficienci­as humanas. Tengamos la suficiente confianza para descubrir lo “invisible” del amor, de la bondad, de la salud, del heroísmo y de la honorabili­dad que nos ha rodeado desde que nacimos y que nos ha acompañado durante cada jornada hasta el día de hoy y de mañana. El bien y la generosida­d son invisibles muchas veces porque no nos detenemos para darnos cuenta de que existen. Ya no creemos en ellos porque estamos abrumados por la depresión de nuestros pensamient­os. Necesitamo­s creer para poder verlos y que dejen de ser invisibles. Necesitamo­s recuperar la fe, aunque contradiga la porción negativa de nuestra realidad.

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