La forma del… acero
A ver, vamos aclarando el panorama, dijera el guatemalteco compositor de estrofas mal rimadas, de poco contenido y fácil comercialización. Es cierto, las y los mexicanos sentimos especial orgullo por el papel que han desempeñado nuestros cineastas, fotógrafos, actrices y actores en la llamada meca del cine. Y sin llegar a la exageración de los que ya quieren migrar las fiestas patrias al Bulevar Hollywood para que el grito de independencia se escuche desde el balcón del Teatro Dolby, debemos reconocer que la noche del domingo –en la que se llevó a cabo la nonagésima edición de la entrega de los premios Oscar – nuestro país brilló como protagonista. Ahí, el jalisciense Guillermo del Toro se alzó con cuatro estatuillas, incluido el premio a la mejor película por “La forma del agua” y, con ello, se une a la lista de los compatriotas que en los últimos años han sido distinguidos con el galardón al mejor director. Alfonso Cuarón hizo historia en 2013 al recibir el Oscar en la referida categoría por su película Gravedad; más tarde, Alejandro González Iñárritu haría lo propio en dos años consecutivos, gracias a su destacada dirección en los largometrajes Birdman (2015) y El renacido (2016). Por su parte, y sin mayores sorpresas, la entrañable “Coco” y su mosaico de tradiciones mexicanas, fue merecedora de los premios a mejor película animada y mejor canción original.
El vestido amarillo de la reina del meme y mejor amiga del bisturí, Eiza González; el chiste mal contado de Eugenio Derbez, quien se estrenó como presentador en la mencionada gala, y la desentonada interpretación del tema “Recuérdame” a cargo de Gael García Bernal –misma que nos confirma que como cantante es un extraordinario actor – despertaron las más ácidas críticas por parte del respetable. Sin embargo, los mexicanos en Hollywood son la muestra de lo que se logra cuando se vence a la mediocridad. Ellos, como muchos otros, se atrevieron a correr riesgos y se apartaron de los caminos fáciles en la búsqueda de sus anhelos.
El hecho de que la noche del Oscar se haya pintado de tricolor debió voltearle el “chuchuluco” al principal inquilino de la Casa Blanca. Así, el país que reconoce a lo mejor del talento mexicano, es el mismo cuyo presidente pretende ponernos contra las cuerdas en el ámbito comercial. Al inicio de este mes Donald Trump hizo pública su intención de imponer aranceles especiales a las importaciones de acero y aluminio, lo que generaría una verdadera guerra comercial de alcances mundiales. El riesgo para las empresas siderúrgicas y productoras de aluminio mexicanas es innegable, ya que no solo se limitarían los envíos de sus productos a la Unión Americana (que en este caso es lo de menos), sino además se permitirían entradas desleales del material al territorio nacional. Dicho de otra forma, lo que Estados Unidos no compre a los demás países productores de acero y aluminio, tratará de venderse en México a bajos precios, con lo cual la producción nacional se vería fuertemente afectada. Por si esto fuera poco, el magnate convertido en presidente utiliza los aranceles como medio de presión para negociar “a modo” el TLCAN. En ese sentido, Trump ha declarado que estaría dispuesto a exentar a México y Canadá de los gravámenes especiales, siempre y cuando el Tío Sam obtenga condiciones más “justas” respecto del mencionado acuerdo comercial, principalmente por lo que hace a las reglas de origen automotriz, cuya resolución ya se fue a “extra innings”.
Aquí en confianza, es tiempo de tomar el toro por los cuernos y defender a la industria nacional del acero y aluminio. Le corresponderá ahora al gobierno mexicano entrar al quite e imponer acciones arancelarias recíprocas, para con ello, frenar la posible oleada de importaciones desleales. El neoleonés Poncho Guajardo ya mostró que está puesto para tal objetivo al oponer resistencia a la medida anunciada por el anaranjado mandatario. “Es una manera equivocada de incentivar la creación de un TLCAN moderno”, dijo el Secretario de Economía. Habrá que estar pendientes, porque a ésta historia aún le faltan algunos capítulos.
Después de la premiación a lo mejor del cine, una periodista preguntó a Del Toro: “Usted tiene la habilidad para ver el lado obscuro de la naturaleza, la fantasía y el terror; pero también es una persona alegre y amorosa, ¿cómo logra ese balance”. A lo que el laureado director respondió: “porque soy mexicano”. Ahí se los dejo para la reflexión. www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion
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