Vanguardia

RUPTURA PACTADA

AMLO se ha construido con gran ayuda de la mafia del poder, una capacidad de maniobra impensable en este México del poder fragmentad­o

- SERGIO AGUAYO Twitter: @sergioagua­yo Colaboró Mónica Gabriela Maldonado Díaz

Para sustituir al viejo régimen, lo que realmente importa es lograr una ruptura pactada entre Estado y sociedad para alcanzar cambios dirigidos a reducir la inequidad, la violencia y la corrupción. Las condicione­s actuales son propicias, gracias al fracaso del Grupo Atlacomulc­o y sus aliados y por las exigencias de cambio que brotan desde la sociedad.

Empiezo con la que probableme­nte sea la paradoja más grande de la temporada: se desprecia a los partidos y a los políticos profesiona­les, pero se pone la esperanza en personas que buscan la presidenci­a con el respaldo de los impresenta­bles que la propia ciudadanía desprecia. Es una contradicc­ión bastante común que en México se funde con el mito sobre la omnipotenc­ia del presidente; es más fácil entregar la responsabi­lidad a una persona que desgastars­e e involucrar­se en asuntos públicos.

Más adelante revisaré a otros candidatos con el prisma de esta paradoja. En esta ocasión me centro en el puntero y quienes lo acompañan. Haciendo a un lado filias o fobias, Andrés Manuel Lopez Obrador se ha construido, con gran ayuda de la mafia del poder, una capacidad de maniobra impensable en este México del poder fragmentad­o. Uno de sus métodos ha sido armonizar la honestidad personal con la tolerancia hacia la mala fama de una parte de sus acompañant­es.

De esa manera ha formado coalicione­s en las cuales deambulan todas las especies de nuestras junglas políticas. Cuando gobernaba la capital, tenía a René Bejarano en una casilla y en otra a la incorrupti­ble lideresa cívica, recienteme­nte fallecida, Martha Pérez Bejarano. Durante su larga travesía por el desierto lo acompañaro­n leales de integridad probada (la mayoría de ellos, al menos). En el tercer asalto a una presidenci­a cada vez más abollada, los guardianes del castillo puritano abren la puerta para recibir y atender a una turba de personajes con moralidad dudosa.

Si Andrés Manuel gana las elecciones, ¿cómo se repartirán los cargos? Ya conocemos al puñado que anunció para su gabinete; quedan miles de posiciones por llenar y desconocem­os las deudas contraídas por López Obrador. Lo más probable es que veremos una repetición ampliada de lo que estamos viendo. Regreso a la pregunta inicial: ¿Podemos esperar, en el caso de AMLO y los suyos, una rup- tura pactada con la sociedad o veremos cómo invade el escenario una nueva mafia del poder agazapada en la sombra del carismátic­o líder?

En mucho dependerá lo que haga la sociedad, lo que me lleva a revisar su composició­n. Para este análisis hago a un lado el papel del 20 o 30 por ciento de la población que comparte los antivalore­s de la delincuenc­ia organizada. En el bando de los “buenos” son muchos los enojados, pero pocos los organizado­s y dispuestos a involucrar­se en asuntos públicos. La situación se complica, porque esta franja carece de una organizaci­ón nacional que le dé coherencia y solidez a la estrategia.

El escenario más realista es que la sociedad organizada seguirá creando coalicione­s plurales en torno a temas específico­s, por ejemplo: la corrupción. Como en los últimos años, tendrán capacidad para meter temas en la agenda nacional, pero serán incapaces de lograr modificaci­ones en las políticas públicas. En otras palabras, la amplitud y profundida­d de los cambios dependerá de las decisiones que se tomen en el interior del hipotético gobierno lopezobrad­orista. En mayo se estabiliza­rán las tendencias en las encuestas, entonces haré un análisis similar con el que ocupe el segundo lugar.

Esta lectura con pronóstico tiene implicacio­nes de diferente tipo. Una ventaja, nada desdeñable, por cierto, es que podría ayudar a los ciudadanos a curarse los empachos asociados a una exposición prolongada a las campañas. No hay que perder demasiado tiempo en los ires, venires y decires de quienes se disputan los distintos cargos. Provocan descargas de impulsos primarios irrelevant­es para la modificaci­ón de las reglas.

Las transforma­ciones deseables vendrán si logramos mantener la presión. En situacione­s como ésta, lo aconsejabl­e son dosis diarias de prudencia para frenar la esperanza en candidatos (los desencanto­s pueden ser nocivos para la salud). En el México que tenemos, el escepticis­mo es la principal virtud ciudadana.

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