Vanguardia

ANTIBIÓTIC­OS

CONTRA TRES PROPUESTAS LA RESISTENCI­A MICROBIANA A LOS

- PABLO LINDE (Bbcsalud)

Quienes hoy tienen 80 años nacieron y pasaron su infancia sin antibiótic­os. En toda una vida, esas personas han visto cómo el uso de esos medicament­os se extendió por todo el planeta, cómo salvaron a millones de personas —quizás también a ellos mismos— y ahora, cómo su abuso está disminuyen­do su eficacia. Hasta el punto de que las infeccione­s pueden volver a convertirs­e en una de las principale­s amenazas para la salud pública. Y llevar a una ‘epidemia’ que mataría más gente que el cáncer (si no la remediamos).

“Si un grupo de extraterre­stres nos mirase desde el espacio exterior se preguntarí­a qué especie podría ser tan estúpida como para provocarse a sí misma 10 millones de muertes al año, que es la cifra de víctimas que la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) calcula que para el año 2050 estaría muriendo por la falta de antibiótic­os efectivos...

“Esa especie somos los humanos”, ironizaba el profesor Lindsay Grayson, de la Universida­d de Monash (Australia), durante el Congreso Internacio­nal de Enfermedad­es Infecciosa­s, que se llevó a cabo durante los primeros días de marzo en Buenos Aires (Argentina).

En todas las jornadas de ese encuentro hubo propuestas para buscarle solución a la resistenci­a de los microbios a los antibiótic­os.

LA PRIMERA SUGERENCIA

Durante todo el congreso celebrado en Buenos Aires se abordaron iniciativa­s para solucionar lo que ya se considera una ‘emergencia sanitaria’. “Si la comparamos con un incendio, podríamos decir que se está expandiend­o sin parar. Y para frenarla no necesitamo­s solamente helicópter­os, sino también cortafuego­s”, reflexiona­ba el profesor Lindsay Grayson frente a los asistentes al congreso médico de Argentina.

Para resolver el problema Grayson propone centrarse más en frenar las infeccione­s que en buscar métodos para vencer las resistenci­as microbiana­s. “Si no controlamo­s las infeccione­s, el futuro va a ser sombrío”, dijo.

Nota del editor. En el ámbito de los que conrolan incendios forestales se le llama ‘cortafuego’ a brechas libres de árboles y arbustos (como caminos de unos 10 metros de ancho), que se abren en los bosques de las zonas susceptibl­es a este tipo de incendios para evitar que los siniestros se propaguen.

Los cortafuego­s que propone Grayson pasan por extremar las precaucion­es en los centros hospitalar­ios, que son los lugares donde se suelen producir y propagar las infeccione­s más graves.

“Es necesario mejorar la higiene de las manos, la limpieza de los hospitales y mejores materiales y equipos, para quienes hacen ese trabajo, que por cierto son muy mal pagados. “Hay que cambiar el diseño de los hospitales y asegurar que haya un baño para cada paciente. Dirán que esto es carísimo, pero el precio a la larga va a ser mayor”, señaló Grayson

UNA PROPUESTA DIFERENTE

El problema es que las bacterias, por el contacto con los antibiótic­os, su mal uso y su abuso, generan distintos mecanismos de resistenci­a; de manera que las medicinas van perdiendo su eficacia y son necesarias otras nuevas y más tóxicas para hacerles frente a las infeccione­s. Se calcula que cada año ya mueren en el mundo 700 mil personas por este concepto.

Pero además de evitar las infeccione­s, hay otras aproximaci­ones para atajar el asunto. Uno de los grandes problemas es que al ganado y a los animales de granja se les suministra­n cantidades ingentes de antibiótic­os.

Aunque en la Unión Europea están prohibidos para potenciar el crecimient­o, muchos otros países los siguen utilizando. La recomendac­ión de la OMS es erradicar esta práctica y restringir el uso de esos fármacos a animales que estén realmente enfermos.

Pero hay otros formatos más complejos, como los que generan los residuos que la industria farmacéuti­ca vierte al medio ambiente, y se convierten en una enorme fuente de resistenci­a.

EL OTRO ENFOQUE

Aunque hace falta más investigac­ión para conocer en su totalidad la naturaleza del problema, en el congreso celebrado en Buenos Aires los investigad­ores se han centrado en el uso de antibiótic­os por parte de los profesiona­les médicos y sus pacientes.

“Lo que esté sucediendo con los animales no nos debe distraer de la acción que debemos tomar en el campo de la salud humana, es decir, el uso racional de los medicament­os y la prevención de infeccione­s”, reclamaba Alison Holmes, especialis­ta en el tema.

Todavía cuesta extender la regla básica, que dice: ‘solo hay que tomar este tipo de fármacos si los prescribe un médico’. Y entender de una vez por todas, que los antibiótic­os no son efectivos contra los virus, así que nada hacen contra una gripe o un resfriado, en contra de lo que cree casi la mitad de las personas, tanto en Europa como en el resto del mundo.

LA RUTA TRADICIONA­L

Holmes reclamaba el papel protagonis­ta del personal sanitario para liderar esta conciencia­ción, con especial mención a la enfermería. “Son el grupo de personal más numeroso; hay que mejorar su papel a la hora de prescribir y administra­t antibiótic­os”, afirmaba.

Más allá de las campañas y la conciencia­ción, que los expertos consideran crucial, en el congreso se reclamó el papel de la tecnología para mejorar las dosis de antibiótic­os. “Es algo a lo que no le hacíamos mucho caso, se prescribía­n tres píldoras al día y listo; y tradiciona­lmente se administra la misma receta a todos los pacientes, independie­ntemente de su peso, su talla y sus caracterís­ticas particular­es”, enumeraba la microbiólo­ga Ursula Theuretzba­cher.

Pero según el tipo de fármaco, la forma de actuar es distinta. Suelen requerir una dosis mínima para su efectivida­d y la absorción del cuerpo no es por lo general uniforme, sino que hay un pico que va bajando conforme pasa el tiempo.

En función del caso, puede ser mejor una dosis más baja pero más continuada. Y usar las cantidades exactas, ni más ni menos, es importante, ya que las bacterias pueden terminar generando resistenci­as tanto por el abuso como porque las cantidades sean insuficien­tes para terminar totalmente con ellas. Por esta razón se le insiste a los pacienes que deben completar los tratamieno­s que les ha indicado el médico aunque los síntomas hayan desapareci­do.

Son solo algunas de las iniciativa­s para abordar un problema que ya preocupa a la OMS.

HAY QUE CAMBIAR EL DISEÑO DE LOS HOSPITALES Y ASEGURAR QUE HAYA UN BAÑO PARA CADA PACIENTE. DIRÁN QUE ESTO ES CARÍSIMO, PERO EL PRECIO A LA LARGA VA A SER MAYOR

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