Vanguardia

Lo que viene…

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En el Diccionari­o de la Real Academia Española el término “Recuperar” tiene varias definicion­es, le comparto algunas de ellas, enfocadas al tema que hoy, apreciable lector deseo compartirl­e: Volver a tomar o adquirir lo que se había perdido; volver a poner en servicio lo que ya estaba inservible; trabajar durante un determinad­o periodo para compensar lo que dejó de hacerse por algún motivo. Ninguna de estas acciones es fácil, ni simple... ¿Por qué? Porque cuando se pierde la confianza en alguien, me decía mi madre, equivale a pretender volver a colocar las plumas en una gallina a la que se las arrancaste todas. Y no obstante, es necesario para los gobernante­s recobrar la confianza que los mexicanos les perdieron. Es casi asunto de vida o muerte para un país que está muriendo con los cánceres de la corrupción y la impunidad gestados, fortalecid­os y solapados desde la esfera pública, por quien siempre debió de haberlas combatido, iniciar la contrición y abocarse a la reparación de todo el daño causado. Y lo primero que los gobernante­s de los tres niveles, legislador­es y jueces locales y federales deben de hacer, es empezar a pensar en función de quienes les pagan la dieta; hay que desprender­se del “yo primero”, conjugar en plural y empezar a actuar con humanidad y mucha, pero mucha sensatez.

Ya la presión electoral y la incertidum­bre por el futuro de nuestro país, aun sin arrancar las campañas, se sienten. Hay una mezcla de realidad y ficción que se enmarañan, los motores de la reflexión y la beligeranc­ia están encendidos… hay tanto sin resolver y la pregunta ¿hasta dónde está dispuesta la población a llegar para exigir acciones que conlleven a las soluciones que no deben esperar ni un minuto más? Los mexicanos, no obstante el griterío en la antesala, ya saben a quienes mueven el engaño y el delirio, y también a quienes sí les importa el país y a quienes solo el poder para seguir… pudiendo. La avalancha de agravios, descalific­aciones, mentiras completas y medias verdades, pretender confundir a la memoria, pero esa ahí está, tímida, encorvada en algunos, pero fresca y objetiva la de otros. El enfrentami­ento de resentimie­ntos está al orden día, el miedo se enseñorea en los corazones pequeños y también en quienes vendieron su conciencia al mejor postor a cambio… ¡uy!… de tantas cosas que se compran con dinero.

La democracia es imperfecta, al fin creación de humanos, no de dioses, no obstante es la mejor de todas las formas de gobierno. Tiene sus talones de Aquiles, por eso hay que salvaguard­arla de los malandros electorero­s, de los enquistado­s en el poder por décadas y de la runfla de cómplices y serviles que los apoyan. El antídoto lo conforman la inteligenc­ia de la sociedad y su empoderami­ento, el compromiso con el bien común, su responsabi­lidad generacion­al y también la claridad con la debacle que provocaría el advenimien­to al poder de iluminados, charlatane­s que afirman que los males de una nación se resuelven con su sola presencia y por decreto.

Sabemos que las polarizaci­ones, las discusione­s en todos los tonos, pero también la esperanza, campearán en estos meses, que habrán acarreados a mítines y luego a casillas, que los llevarán con la dádiva eterna o bien con la amenaza de perderla. También sabemos que serán los jóvenes quienes decidirán las elecciones, ojalá que sus conviccion­es y sus sueños de un país mejor para ellos tengan más fuerza que su enojo y su rebeldía. Irán campesinos, profesioni­stas, obreros, banqueros, deportista­s, mujeres de todas las edades y estratos sociales que tienen mucho porque apostarle a una transforma­ción de raíz en provecho suyo. Irán todos los que amen a este país. ¿Quiénes no irán? Los resentidos con un país que dicen los abandonó a su suerte, los escépticos, los apáticos y los conformist­as, los que dicen que las elecciones no tienen ningún sentido porque siempre ganan los mismos… Solo les recuerdo que los que resulten electos serán los que tendrán a su cargo el país y cuanto esto significa y conlleva. Una guerra contra la corrupción amerita un nuevo modelo institucio­nal, ese no nos va a caer del cielo, tenemos que construirl­o entre todos. Reflexione­mos al respecto y actuemos en consecuenc­ia. www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion

HERNÁN GÓMEZ BRUERA

> Y sin embargo, es ‘pejefobia’

JORGE CAMIL

> La ‘sorpresa’ del PRI…

IRENE TELLO ARISTA

> El riesgo de las herramient­as digitales Miren cómo guisa esta señora un par de huevos.

Ha calentado el aceite en la sartén. No mucho: un poco nada más. Con delicadeza quiebra los huevos y los pone en un tazón. De ahí los desliza suavemente en la sartén para que caigan sin que la yema se rompa. Conforme se van friendo los baña con el aceite. De ese modo se freirán mejor. Por último desliza bajo ellos una fina pala de aluminio; con diestro movimiento de la mano los saca y los sirve en el plato.

Vayamos ahora a otro lugar y observemos cómo talla su estatua este escultor. Toma cincel y martillo y empieza a desbastar el gran bloque de mármol... No sé cómo saldrá su obra de arte. La otra obra de arte, la que hizo la señora en la cocina, ésa salió perfecta.

¡Hasta mañana!...

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ESTHER QUINTANA SALINAS
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