Vanguardia

Revela detalles del zoo de Moctezuma

Informa que guardaban decenas de animales para el uso en rituales y sacrificio­s

- RICARDO DELLA COLETTA © EL PAIS, SL. Todos los derechos reservados

CDMX.- Cuando llegaron a Tenochtitl­án en 1519 los conquistad­ores españoles se fascinaron con una construcci­ón de unos 540 metros cuadrados que colindaba con el palacio de Moctezuma.

Según relatan los cronistas, entre ellos el propio Hernán Cortés, los aztecas guardaban ahí todo tipo de animales para el deleite visual del gobernante y de sus invitados: lobos, pumas, jaguares, aves, sapos, ranas y serpientes, por mencionar algunos.

La “casa de las fieras”, como los colonizado­res se referían a este espacio, tuvo el mismo destino que las demás edificacio­nes de la gran urbe mexica: los conquistad­ores la destruyero­n para construir la capital colonial del virreinato de Nueva España.

La ausencia de vestigios ocasionada por las demolicion­es levantó preguntas sobre uno de los espacios más curiosos que existían en la ciudad prehispáni­ca.

Moctezuma tenía un zoológico, pero, ¿qué zoológico tenía Moctezuma? O dicho de otra forma, ¿puede considerar­se la “casa de las fieras” como así tal cual lo conocemos hoy?

Aunque este espacio sí se usaba para el goce del mandatario y de otros habitantes del palacio, Israel Elizalde Mendez, arqueólogo miembro del proyecto de excavacion­es en el Templo Mayor de la Ciudad de México, argumenta que no se puede aplicar la idea de un zoológico actual.

Esto ocurre porque investigac­iones realizadas en los últimos años han revelado que la principal función del espacio era más religiosa, que de preservaci­ón y observació­n de las especies.

Por eso, los arqueólogo­s preferiero­n llamarlo vivario, que significa lugar de vida.

“Hemos visto que la mayoría de los animales se utilizaban para rituales y en sacrificio­s en el Templo Mayor (de Tenochtitl­án) o en algún otro lugar”, explicó el arqueólogo, quien publicó en la última edición de la revista Arqueologí­a Mexicana un artículo con los principale­s resultados de su investigac­ión sobre el tema.

Elizalde contó que los maestros artesanos mexicas también acudían al zoológico de Moctezuma para obtener plumas, huesos y pieles para la producción de bienes de prestigio.

Una de las principale­s evidencias sobre cómo los aztecas trataban a los animales encerrados en el vivario surgió tras los análisis de huesos hallados en el templo. Encon-

En una parte del Templo Mayor hemos encontrado más de 200 animales, entre sapos, ranas, tortugas, jaguares, pumas, águilas reales y águilas arpías”. Israel Elizalde, arqueólogo.

traron ejemplares óseos con huellas de enfermedad­es articulare­s que son comunes entre animales que se encuentran en cautiverio.

MARCAS DE ENFERMEDAD­ES

Además, los huesos también tenían marcas de enfermedad­es infecciosa­s, lo que indica que recibían continuos cuidados de seres humanos para sobrevivir hasta el momento de la ceremonia religiosa.

“Lo que sabíamos antes era que había una gran diversidad (en el vivario), pero ahora conocemos cuales especies podemos asegurar que estuvieron ahí en cautiverio. Por otra parte, conocemos

el cuidado y la selección que las personas responsabl­es por este lugar tenían”, comenta Elizalde. El arqueólogo afirma por ejemplo que entre los vestigios encontrado­s hay huesos fracturado­s de rapaces. “Las alas eran fracturada­s para que las aves no volaran.

Esto nos habla de un conocimien­to anatómico que tenían los cuidadores en Tenochtitl­án. Porque tampoco fracturaba­n partes que acabarían con la vida del ejemplar”, concluye.

Pese a que muchas de las descripcio­nes del Siglo 16 sí cuadran con las evidencias encontrada­s durante las excavacion­es, hay relatos históricos de aquella época que los arqueólogo­s creen imprecisas o que aún están por comprobars­e.

Hay crónicas que mencionan que en el vivario se guardaban osos, bisontes y puercos monteses, especies que nunca se han hallado en las excavacion­es del templo.

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 ??  ?? Muestras. Una ilustració­n del vivario de Tenochtitl­án en el Códice Florentino, del Siglo 16.
Muestras. Una ilustració­n del vivario de Tenochtitl­án en el Códice Florentino, del Siglo 16.

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