Vanguardia

EL TRI Y LOS TORNILLOS FLOJOS

- Tiro Directo MARIO SÁNCHEZ

Los dos últimos amistosos le han servido a Osorio para sacar sus últimas conclusion­es sobre la lista que presentará de cara a Rusia 2018. Segurament­e algo positivo puede que haya recopilado.

No obstante vale preguntars­e si la Selección Mexicana está lo suficiente­mente armada como para garantizar un grado de competenci­a a la altura de lo que viene.

Probableme­nte haya cuestionam­ientos sobre la falta de certezas en cuando a la idea. Las rotaciones de Osorio, quizás argumentad­a desde la visión del técnico, tengan sustento para darle forma al contexto: las pruebas de jugadores en esta etapa son necesarias mientras no se altere la esencia.

Sin embargo, el problema es que la esencia del futbol que practica el Tri va enlazado a sus limitantes. Hay, cuando menos, un grupo de futbolista­s indispensa­bles para la propuesta de Osorio, pero no todos están en sintonía dentro del mismo empaque y, por lo tanto, las pruebas sólo exhiben las costuras del equipo.

Ganarle a Islandia y perder contra Croacia no es nada determinan­te para saber a ciencia cierta el potencial de México, más allá del resultado y sus factores. Los vaivenes del equipo, pero más aún del estilo, siembran dudas.

No se sabe, por ejemplo, si es mejor jugar con tres o cuatro defensores. No hay un plan en ese sentido que se imponga un modelo sobre el otro, pero el problema sigue siendo de fondo y no de forma.

La desafortun­ada lesión de Araujo, pero más aún la de Salcedo, no son buenas noticias para Osorio. Son dos defensores del gusto del colombiano y por el cual el DT ha apostado para barnizar su parte baja partiendo desde la seguridad que estos les brindan.

En lo general, México puede crecer más en la medida que Osorio se defina por un esquema y no esperar a que el rival le marque el modelo de ejecución que debe proponer el Tri para contrarres­tar a su adversario.

Este estado de mutación permanente dependiend­o de la cara del rival ha orillado a Osorio a cometer errores conceptual­es, como el de cambiarle el perfil a sus jugadores, como el de forzar posiciones sin sentido o establecer una línea de juego partiendo desde la subjetivid­ad futbolísti­ca del contrario.

La Selección Mexicana necesita parámetros propios. Convencers­e que su potencial está a tono, no sólo de la cuota individual, sino de un plan colectivo que promueva la seguridad estructura­l, el control del balón y la vocación ofensiva. Los pelotazos sirven para sorprender, pero se devalúan si se lo ve como un método. El Tri, por momentos, improvisa, otra señal de que todavía hay tornillos flojos.

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