Quo Vadis?
Hay historias que nos convocan a pensar sobre el camino y las decisiones que tomamos con nuestra propia vida
En memoria de mi padre El título de esta entrega hace referencia a una expresión latina que significa “¿A dónde vas?” Frase pronunciada por San Pedro cuando estaba huyendo de Roma en el año 64, debido a la persecución emprendida por el emperador Nerón en contra de los cristianos.
Pedro escapaba precisamente por la famosa Vía Apia cuando, de pronto, se encontró con Jesús cargando su cruz, entonces Pedro le pregunta “Quo vadis Domine”, (“¿A dónde vas, Señor?”), a lo que Jesús contesta “Romam vado iterum crucifigi” (Voy para Roma a ser crucificado de nuevo”). Pedro avergonzado por su temor, falta de fe y cobardía, decide volver a Roma para continuar con su misión y encomienda.
POR QUÉ NO
Una historia antigua jasídica cuenta que un viejo sabio llamado Zusya de Anipol persona muy apreciada por todos en virtud de su generosidad, sencillez y piedad -, al sentir la llegada de su muerte, se agitó tremendamente.
Entonces sus discípulos le comentaron: “maestro, tu siempre llevaste una vida repleta de bondad, una existencia ejemplar. Indudablemente Dios le tiene un lugar reservado en el paraíso ¿Por qué entonces tiembla ante la muerte? El respondió: “cuando esté frente al Creador me dirá: Zusya. ¿Por qué no fuiste otro Moisés?” Y yo responderé: “Maestro del universo, no me otorgaste la grandeza y el liderazgo de Moisés. Y si me cuestiona: ¿Por qué entonces no fuiste como el rey Salomón, tranquilamente le diré: porque no bendijiste con la sabiduría para ser otro Salomón. Pero ¡que terrible! qué le contestaré si me pregunta: ¿Zusya porque no fuiste Zusya? ¿Por qué no fuiste la persona para la que te di todas las posibilidades y cualidades?”
ENTONCES
Estas historias nos convocan a pensar sobre el camino y las decisiones que tomamos con nuestra propia vida, a cuestionarnos si realmente colmamos nuestra existencia con la sustancia de nuestra alama, con eso que genuinamente somos. Estos breves pasajes seriamente nos preguntan si tenemos el valor de emprender con valentía nuestra misión de vida, sin apariencias, sin máscaras, con sentido de trascendencia, apegados a principios y valores que nos permitan llevar una existencia generosa con nuestros semejantes, útil, productiva y buena.
CUIDADO
Es común que la existencia nos tienda una emboscada: acostumbrarnos a percibir la realidad como algo dado, a que, inconscientemente, traduzcamos nuestras vidas en costumbres, como si fueran situaciones de destino, predeterminadas, olvidando paulatinamente que mucho de los que vivimos lo condicionamos por cuenta propia, por los paradigmas y hábitos personales.
Esta situación puede llegar a cegarnos y provocar perder el control de la vida: que renunciemos lo más por lo menos y, con el paso del tiempo, aún cuando se alcance el éxito material o profesional, tendamos a sentirnos vacíos, solos, infelices, sin percatarnos que pudimos haber influido en el entorno, en la asignación de prioridades eternas. Esta miopía puede provocar la pérdida de importantes trozos de la vida.
ALQUIMISTAS
También puede hacer creer que la sustancia de la vida -el tiempo- es incontrolable, que es imposible utilizarlo con sabiduría; tal vez por eso, ahora pretendemos alcanzar, en el influjo de la rapidez, la eficiencia por la eficiencia misma, viviendo fragmentos de la existencia, sin alcanzar a comprender la grandeza de su totalidad y las misteriosas conexiones que hacen que valga la pena vivirla a plenitud; sin la tentación de recorrer esos atajos que finalmente suelen ser los caminos más largos y dolorosos.
Por otro lado, las realidades actuales nos pueden empujar a caminar como si lleváramos prismáticos: inventando problemas o magnificándolos, cerrando la vista periférica, preocupándonos de lo inmediato, como si fuéramos alquimistas haciendo lo amargo más amargo y lo dulce menos dulce, lo sencillo complicado, convirtiendo los medios en fines; sin percatarnos que lo más significativo de la vida ya lo poseemos: respirar, conversar, pensar, leer. Disfrutar los atardeceres, la compañía de quien amamos y nos ama, ese perrillo fiel; el amigo, el campo, el cielo, la noche y sus estrellas.
VÉRTIGO
Sentir pasar las horas, los días y años a un ritmo vertiginoso sin poder distinguir las razones fundamentales de nuestras personales existencias para actuar en consecuencia, sin duda atormenta la mente y encoge al espíritu del ser humano contemporáneo. Así es: confundir las prioridades fundamentales que alimentan y dan vida a nuestro ser suele traer consecuencias desastrosas, pues esta manera de vivir impide organizar el tiempo acorde a lo que debe ser primero, de acuerdo a los principios que rigen toda vida fructífera, repleta de paz y sobretodo tiempo para buscar motivos para ser felices.
Tal vez por estas razones nos pasamos la vida trabajando por la familia y en el proceso la perdemos, extraviamos también la salud por el agobiante estrés, hacemos riqueza material sin percatarnos que los grandes placeres de la existencia son totalmente gratuitos.
UN TESORO
Hay inclusive personas que, al llenarse de poder y posiciones profesionales, se vacían de sus amigos verdaderos, de su pareja, de sus padres, de sus hermanos e hijos. Quizá por eso descubrimos el valor de la familia, los amigos, el amor, el oficio, la serenidad y la pareja precisamente cuando ya nos falta. A lo mejor y debido a ello, nos auto jubilamos, desistimos de luchar por lo verdaderamente valioso y trascendental, perdemos el gozo de existir, abandonamos las ilusiones que nos podrían mantener despiertos, nos aburrimos viendo una flor o el vuelo de una mariposa, dejamos de amar y entonces arrancamos el corazón en reversa.
Nos sucede eso que dijo un escritor: “¿Por qué la ausencia de la persona amada hace sufrir más de lo que su presencia hacía gozar?”. Yo agregaría: ¿Por qué aquello que nos falta tanto no lo gozamos cuando lo teníamos en abundancia? Qué paradoja: el tiempo que tenemos para ser, lo desperdiciamos no siendo.
DARSE CUENTA
Alguien dijo que la primera misión del ser humano era la de darse cuenta. Ciertamente. Hay que darnos cuenta de lo que debería de ser lo esencial en nuestra vida, saber distinguir lo importante de lo secundario, lo que merece ser vivido de lo que no conviene experimentar, lo transitorio de lo definitivo. Darnos cuenta de lo insustituible para luego volcar en ello esos hábitos que nos pueden transformar en personas excelentes.
Conviene, entonces, saber hacia dónde vamos, conocer la clase de navegantes que somos, la ruta y las prioridades que hemos escogido no vaya a ser que tengamos el alma dormida y que naveguemos hacia la nada. No nos vaya a suceder que andemos surcando la vida en dirección contraria o en mares equivocados. OJALÁ Para distinguir lo esencial de lo secundario hay que atreverse a escuchar lo que nuestras personalísimas almas murmuran y ahí, tal vez, también descubriríamos que los motivos para llegar a ser lo que somos - y así ser felices - se encuentran en lo simple: en la posibilidad de dejar una huella significativa en nuestros seres queridos. En nuestro diario oficio. En el aprendizaje continuo. En la capacidad de vivir con optimismo y esperanza. En apasionarnos por nuestras sueños e ideas. En arriesgarnos por nuestros ideales. En apreciar y agradecer por los milagros de la vida cotidiana.
Requerimos coraje para entrar en nosotros mismos y revestirnos de la fortaleza necesaria para no caer en la peor de las emboscadas de la vida contemporánea: olvidarnos de vivir al dejar a un lado la posibilidad de ser la mejor versión de nosotros mismos, esa para la cual fuimos revestidos con dones y virtudes. Esa para la cual fuimos creados y bendecidos.
“Quo Vadis?” Y “¿Por qué no fuiste Zusya?” Dos preguntas esenciales de contestar a tiempo si es que anhelamos vivir con sentido, colmados de gratitud, felices y plenos. cgutierrez@itesm.mx Programa Emprendedor Tec de Monterrey Campus Saltillo