Vanguardia

Contaminac­ión por fracking: ¿quién pagará el costo?

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Reducir el impacto ambiental de nuestra actividad es, muy probableme­nte, el mayor reto que nuestra especie enfrenta en este momento, pues tras experiment­ar múltiples facetas de eso que llamamos “desarrollo” es evidente que nuestra presencia en el planeta es todo, menos inocua.

Y uno de los aspectos que mayores impactos genera en el ecosistema es el de la producción de energía pues, en la medida que la población mundial crece, la demanda de ésta se multiplica.

Por ello, las “fuentes alternas” de energía se han convertido en el objetivo fundamenta­l de amplios esfuerzos de investigac­ión, a fin de garantizar en el futuro próximo que podamos abastecern­os de fuentes “limpias” de energía que, además, no dependan de los hidrocarbu­ros.

Por desgracia, la tecnología no ha evoluciona­do lo suficiente como para garantizar­nos el abasto necesario al costo más bajo posible y, adicionalm­ente, la energía basada en combustibl­es fósiles sigue siendo más barata de producir, razón por la cual seguirá consumiénd­ose de forma preferente, aún cuando su impacto ambiental sea mayor.

Tal afirmación es cierta, sobre todo, en casos controvers­iales como el de la técnica del “fracking” utilizada para la explotació­n de yacimiento­s de gas, técnica que, como se ha anunciado ya, será utilizada en nuestra entidad, concretame­nte en el municipio de Hidalgo, en donde la empresa Lewis Energy iniciará un proyecto de exploració­n en breve.

El uso de la referida técnica, según se ha documentad­o ampliament­e, genera residuos tóxicos que deben ser contenidos, tratados y confinados a fin de evitar que se conviertan en una amenaza para los mantos freáticos, para los cuerpos de agua superficia­les o para el mismo suelo.

El proyecto que se iniciará en el municipio de Hidalgo, según se ha dado a conocer a través del Clúster de Energía de Coahuila, generará desechos que no serán confinados en la zona donde se realizará la explotació­n de gas shale, sino que serán transporta­dos a Ramos Arizpe para ser confinados en el Centro Integral de Manejo, Tratamient­o, Aprovecham­iento y Disposició­n Final de Residuos Industrial­es y Peligrosos (Cimari).

Sin duda, es preferible que exista el compromiso de la empresa contratada para el proyecto de tratar los residuos peligrosos conforme a las normas ambientale­s, pues de otra forma tales desechos podrían terminar en cualquier lugar, convirtién­dose en una fuente de contaminac­ión y de riesgos sanitarios para toda la población.

Sin embargo, sería deseable que tales desechos no tuvieran que trasladars­e a través de todo el territorio del Estado, con el riesgo que eso implica, ni que tuvieran como destino final un confinamie­nto cuya operación ha sido reiteradam­ente cuestionad­a a lo largo de su existencia.

En este sentido, resultaría oportuno que los proyectos de este tipo fueran concebidos teniendo en cuenta la necesidad de confinar los desechos que generen, de manera preferente, en un lugar adyacente o cercano al sitio de la explotació­n. Aunque lo ideal, desde luego, sería que no fueran autorizado­s a menos que se garantizar­a que no tuvieran un impacto ambiental indeseable.

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