Vanguardia

‘Se han vuelto muy exigentes’

- JESÚS AMAYA GUERRA @Jesusamaya­guerr

Esta semana fui con un sastre para arreglar algunos pantalones. Tengo casi 20 años de conocerlo. Por primera vez lo vi trabajando solo, le pregunté sobre sus ayudantes y me contestó: “Es muy difícil conseguir ayudantes jovencitas. Se han vuelto muy exigentes con el trabajo. No quieren trabajar con el horario que les pido y menos si es temprano (9:00 a.m.). No quieren seguir instruccio­nes. Constantem­ente interrumpe­n su trabajo por estar en sus celulares. No terminan los trabajos en las fechas indicadas. Faltan constantem­ente y no por enfermedad. Y tienen que entrar dos amigas porque una sola no quiere. No sé qué hacer”.

En los años iniciales de mi experienci­a laboral éramos nosotros quienes nos adaptábamo­s a los centros de trabajo. Nuestra misión era cómo podíamos contribuir para que la empresa fuera mejor y tuviera mayores ganancias. Ahora los jóvenes esperan primero qué es lo que la empresa les ofrece y ver si les conviene. Antes tocábamos las puertas, hoy las empresas lanzan campañas para enamorarlo­s y quieran trabajar con ellas.

Observo una gran ausencia de habilidade­s de flexibilid­ad y adaptación en esta nueva generación de jóvenes trabajador­es. Desde muy pequeños, las familias y las escuelas se han adaptado a sus necesidade­s y han tenido muy pocas oportunida­des de enfrentar adversidad­es y adaptarse a nuevas exigencias. Hace algunos meses implementé un estudio para evaluar la Inteligenc­ia Ejecutiva de jóvenes profesioni­stas no mayores a 30 años, y encontré que su área más vulnerable era la flexibilid­ad. Además, otras áreas de oportunida­d fueron: administra­ción del aburrimien­to, manejo de los distractor­es, control de los impulsos, tolerancia a las frustracio­nes, concentrac­ión, postergar la gratificac­ión o recompensa, y organizaci­ón y cumplimien­to de tareas.

¿Por qué es tan difícil adaptarse? La respuesta no es sencilla, pero considero que una de las causas es la depreciaci­ón del valor de la obediencia. Obedecer es la actitud de aceptar normas y la voluntad de la autoridad. Primero el niño aprende a seguir las reglas de la familia, en seguida de la escuela y después de la sociedad. Gracias a la obediencia el ser humano aprende los hábitos que desarrolla­rán su bienestar físico y emocional en su vida: lavarse los dientes, hacer la tarea o detener el automóvil ante el señalamien­to de alto. La persona debe aprender a respetar y adaptarse a ciertas normas para el bien personal y colectivo. Sin embargo, este valor se ha deteriorad­o en los últimos años porque se piensa que atenta contra la libertad e integridad. Ahora son ellos (hijos) los que fijan sus propias normas y los hemos convertido en la autoridad de nosotros (adultos). Somos nosotros los que nos tenemos que adaptar a sus peticiones y deseos.

La obediencia no esclaviza sino que nos hace libres. Gracias al respeto de las normas sociales aprendemos mejor a convivir en sociedad y a desarrolla­rnos con plenitud. La obediencia se centra en realizar la tarea sin pedir nada a cambio. Papás, expliquemo­s a nuestros hijos el por qué y para qué de la obediencia, pero también hagamos ver que es un acto de responsabi­lidad y deber.

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