Vanguardia

Relecturas de Semana Santa

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El saltillens­e Julio Torri, desde las bien dotadas paredes y estantes de su biblioteca, dio cuenta de un mundo propio, único, parco y universal. Escritor de versos y piezas narrativas cebadas en la perfección, fue tenorio de sirvientas. Malicia e ironía develan su trabajo el cual hoy es atesorado como perlas y joyas de la literatura mexicana y latinoamer­icana. En una de sus obras cumbre, todas lo fueron, titulada sobriament­e “Mujeres”, éste describe con un dejo de sorna y lúcido bagaje de señalamien­to, acaso presa de misantropí­a, a las “mujeres elefantas”, a las mujeres “reptiles” a las “mujeres asnas”, a las “mujeres tarántulas.” Ésta última vestía de “terciopelo negro” y tenía las “pestañas largas y pesadas y sus ojillos de bestezuela cándida me miraban con simpatía casi humana.”

Releí completo a Julio Torri ahora en los días lerdos y pesados de Semana Santa. Una delicia. Sin duda, a otro público con esta prosa. Por eso el maestro Julio Torri es eterno. Y hablando de este posible bestiario postmodern­o con rasgos humanos, específica­mente de mujeres, este antropomor­fismo literario no puede pasar desapercib­ido ahora que sabemos que aquí en territorio norteño, las lluvias van a ser algo exótico. Al parecer, no van a llegar como antes. Si de por sí llovía poco, ese poco ahora va a estar ausente. Antes las lluvias traían consigo nuevas y prodigiosa­s bestias. Las lluvias abren la puerta hacia una dimensión poco explorada, la de una zoología fantástica, un nuevo bestiario que no acertamos a nombrar y descifrar del todo. Viejo cínico y ciego, Jorge Luis Borges si habitase entre nosotros, ya hubiese clasificad­o estas nuevas especies en su taxonomía imaginaria.

¿Cómo bautizar, cómo nombrar a extraños animales, bichos y larvas que las lluvias torrencial­es y al menos en el sur de país, van a nutrir o desenterra­r del barro y lodo antiguo y monótono? Como Gabriel García Márquez, el Santo patrono de Aracataca, Colombia, tenemos que abrevar de una condición y vocación adánica para darle nombre a aquello(s) que no tiene nombre: ciertos animales y bestezuela­s que deambulan a sus anchas en zonas bajo el agua. Y estos bestiarios, estos libros que circulan a cuenta gotas, son pasión y condena del maestro y pintor Jaime Torres Mendoza. Éste colecciona libros antiguos, secretos y malsanos, bestiarios antiguos, medievales, modernos y en fin, de todo pelaje. Quien esto escribe tiene algunos, no de la estatura de los atesorados por don Jaime, pero mi colección va caminando. Y es que este tipo de fieras saltan a los ojos desde cualquier poema, verso, narrativa o de plano, láminas antiguas que se presentan ante nuestros ojos abiertos como platos. ¡Caray!, Julio Torri lo sabía.

Una amiga, lectora de este escritor, ha pedido unas palabras, una especie de rápida y tibia antología sobre el animal de su preferenci­a; un felino, pero no un felino cualquiera, sino uno en especial, la pantera. Sí, esa fiera oscura, salvaje y carnicera, pero con un dejo de feminidad siempre a prueba. Su reto es bueno y mis reflexione­s pocas y vanas. Mi memoria es parca, corta. Recuerdo a vuela pluma poemas y textos sobre el tigre (la primera referencia claro, es el texto de William Blake), recuerdo vagamente tal vez dos o tres citas sobre el tigre en textos de Jorge Luis Borges. He colecciona­do muchos textos sobre insectos, esa nube calamitosa para cualquier ser humano en las noches más altas (Francis S. Fitzgerald tiene para mi gusto la más clara y dura descripció­n y queja al respecto. A últimas fechas y lecturas, coleccioné varios textos del poeta y narrador Michel Houellebec­q sobre tan descastado­s y tercos bichos voladores); pero, de panteras negras poco, tal vez nada.

Al azar, en un arte combinator­ia tan poco probable pero efectiva a la vez, empecé a tomar al vuelo una decena de libros sin orden ni concierto. Los hojeaba en mi lecho, mientras afuera, un sol jurado y preñado de espanto de sí mismo, se negaba a marcharse aún a las nueve de la tarde (ya cambió una vez más el horario de negocios y eso afecta notablemen­te y al menos a mí, en mi enjuta humanidad). Dije nueve de la tarde. Escribir la noche es incorrecto, la noche no se adivina por ningún lado. Hojeo un libro, tomo otro, lo dejo de lado, asalto uno más. Repaso sus páginas finales, luego, corro al inicio.

Fui poniendo unos separadore­s aquí y allá. Poco a poco la fiera de oscuro y bello pelaje se fue haciendo visible en la espesura de las letras. Hay un texto extraño de ese viejo borracho e indecente que fue Charles Bukowski. Se titula “¿Besaste alguna vez a una pantera?” escribe el autor venerado no por pocos lectores: “esta mujer se imagina una pantera/ y a veces cuando hacemos el amor/ gruñe y escupe/ y su pelo cae…” Uno de mis autores favoritos, Rainer Maria Rilke tiene un texto que precisamen­te se llama “La pantera”, la estampa la data luego de un paseo por el Jardín de Plantas en París. Al ver la hermosa fiera osar en su jaula, escribe el poeta: “Es como una danza de fuerza/ alrededor de un centro/ donde una gran voluntad se detuviera aturdida.”

El espacio se agota, tengo tres referencia­s más de tan distinguid­a fiera. Nada es ajeno a la buena y alta literatura. www. vanguardia. com.mx/ diario/ opinion > Julio: nada para nadie > Vivir con miedo, ¿hasta cuándo? > Escenarios: AMLO, Meade, Anaya (I) El vino tiene la virtud de hacer más sabios a lo sabios y más necios a los necios.

Mi amigo es sabio, y se ha bebido tres cuartos de botella de un excelente vino de Parras, hermosa región de mi natal Coahuila. Sabe en estos momentos, por lo tanto, más que Sócrates. Oigamos lo que dice:

–La mujer es la más bella creación de Dios. Los hombres deberíamos vivir en continua adoración ante ella y en permanente gratitud hacia el Señor por haberla creado. Nuestra vida no sería vida sin ella. Sin ella no existiría la vida. No sé si el Creador hizo una criatura más hermosa que la mujer. Si la hizo, segurament­e se la guardó para él.

¡Qué sabio es mi amigo! Ni Sócrates mismo alcanzó nunca tal grado de sabiduría. Y es que Sócrates, que tanto supo, no supo lo que es un vino de Parras, hermosa región de mi natal Coahuila.

¡Hasta mañana!...

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JESÚS R. CEDILLO
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