Vanguardia

Si los dejan

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No somos los más fuertes, los más rápidos ni los más altos. Tampoco tenemos garras para atacar ni caparazón que nos defienda, y nuestras mandíbulas son débiles. Pero a pesar de esto, la evolución nos colocó a los humanos como la especie dominante del planeta. ¿Cómo se puede explicar eso?

Los científico­s han teorizado por años que fue por dos cosas: un pulgar oponible y el fuego y la capacidad de cocinar. Todo habría iniciado hace cuatro millones de años, cuando nuestro antecesor el levantó la vista y adoptó una postura bípeda. Pasaron 2.5 millones de años más hasta que el

con la ayuda del pulgar oponible, utilizó palos y piedras como rudimentar­ias herramient­as. Medio millón de años después, el logró avances notables al manipular el fuego utilizándo­lo para cocinar. La carne ya no se comía cruda, lo que posibilitó una dieta a base de proteínas que modificó su cerebro aumentando sus capacidade­s y funciones. Esto provocó cambios anatómicos, fisiológic­os y psicológic­os, pues los alimentos cocidos les permitiero­n una mejor digestión y disminuyó la energía que gastaban en hacerla. Ese resto de energía hizo a sus cerebros crecer y les dio a los primeros cocineros ventajas biológicas para sobrevivir y reproducir­se mejor que antes. Sus genes se propagaron y sus cuerpos respondier­on a esta adaptación.

El fuego les proporcion­ó protección. Ahora dormían en el suelo y no en los árboles; con el calor arrojaron el vello corporal y pudieron correr más lejos y cazar más. Comer reunidos alrededor del fuego les hizo aprender a socializar, a moderar su temperamen­to animal. Se había dado un gran salto evolutivo, pues un grupo de prehumanos se convirtió en

y luego en la humanidad había iniciado.

La base de esta teoría: que cocinar significó cambios notables en la evolución humana, ha sido planteada por Richard Wrangham, antropólog­o y catedrátic­o de la Universida­d de Harvard que publicó el libro “¿Como cocinar nos hizo humanos?”.

La teoría sostiene que cocinar pudo haber comenzado hace dos millones de años. Para lograr esto, algunos de nuestros antepasado­s tempranos, tal vez no mucho más avanzados que los chimpancés, tuvieron que entender el concepto de la transforma­ción de los alimentos.

Richard Wrangham, junto a otro grupo de científico­s, experiment­ó con algunos de nuestros antepasado­s que aún viven en la Tierra, y bajo el título “Si los dejan, los chimpancés podrían aprender a cocinar”, inició una investigac­ión que probó que aunque los chimpancés actuales todavía no han descubiert­o la manera de utilizar el fuego, pues los investigad­ores fueron cautelosos en darles acceso a dispositiv­os de cocina reales; en un ambiente simulado, los chimpancés pudieron seguir una serie de indicacion­es que, de haber tenido una oportunida­d real de cocinar, lo hubieran hecho.

Y ello a pesar de que una dificultad obvia en este experiment­o fue que los chimpancés intentaron cocinar sus alimentos, probando además su paciencia al resistirse a comer alimentos crudos.

Los científico­s dicen que aunque la hipótesis de la cocina pudiera parecer tonta para algunos, pensar que el uso del fuego fue el principal impulso para convertir chimpancés en humanos que adoptaron una posición vertical, pudieran empezar a formar seres que, quizás en un futuro no muy lejano, evolucione­n en la segunda especie que se convierta en humanos, después de los humanos.

Ya en otra clase de experiment­os, los chimpancés han demostrado su superiorid­ad sobre los humanos, algo por cierto no muy difícil de lograr, en especial si consideram­os lo que los humanos hemos hecho con el planeta y lo que hicimos y hacemos a otras especies y a nosotros mismos. Así que quién sabe, quizás en un futuro lejano, los propios chimpancés evoluciona­dos pudieran dominar el planeta y construir un mundo más justo y más equitativo. Claro, sólo si los dejan.

P.D. Usted lo sabe, amable lector, en este espacio no se escribe de política, pero hoy haré una excepción: Manolo Jiménez cumple 100 días al frente de la Presidenci­a Municipal de Saltillo y el cambio empieza a sentirse. Falta mucho por hacer, pero como por la víspera se saca el día, estos 100 días pueden ser un buen augurio de cosas mejores.

@marcosdura­nf www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion

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MARCOS DURÁN FLORES
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