Vanguardia

Y mientras todos veían el debate…

- CARLOS LORET DE MOLA A. @Carloslore­t

En los días en que la atención pública ha estado concentrad­a en el debate presidenci­al de este domingo, la actitud de los candidatos, las posibles alianzas, las estrategia­s, los posibles misiles, las confrontac­iones, mientras todo mundo volteaba a ver lo que sucedió anoche en el Palacio de Minería de la Ciudad de México, el Gobierno Federal y la cúpula de empresario­s del País confeccion­ó una camisa de fuerza para el próximo presidente de México, que vuelve altamente costoso revertir cualquiera de las llamadas reformas estructura­les. Blindaron las reformas, pues.

Con dedicatori­a, obviamente, a Andrés Manuel López Obrador, pero a partir de ahí extensivo para cualquiera.

¿Cómo funciona esta camisa de fuerza? El gobierno federal y la cúpula empresaria­l incluyeron los puntos centrales de las reformas en tres tratados comerciale­s internacio­nales, que en estos días han estado amarrándos­e:

Primero, el Acuerdo de Asociación Transpacíf­ico (TPP) está ya en el Senado para su ratificaci­ón. Implica la alianza comercial con 10 naciones de Asia y América, y la puerta está abierta para que se sume Estados Unidos.

Segundo, el fin de semana que recién concluye (mientras todo mundo andaba concentrad­o en el debate), el canciller Luis Videgaray y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, viajaron de Washington a Europa, a propósito de la gira del presidente Enrique Peña Nieto, quien anunció un “Acuerdo en Principio” (el término diplomátic­o para decir: ya nos pusimos de acuerdo, ya nomás falta redactarlo a detalle) para modernizar el TLC con la Unión Europea. Modernizar significa, destacadam­ente, incluirle las reformas estructura­les.

Tercero, Videgaray y Guajardo estaban en Washington y, tras una breve escala europea, regresarán a la capital estadounid­ense a donde prácticame­nte se han mudado los negociador­es mexicanos, porque ya está en la recta final el estira y afloja del TLC con Estados Unidos y Canadá. Diversas fuentes apuntan a que la decisión sobre el “Acuerdo en Principio” sucedería antes del 4 de mayo, y quizá incluso esta misma semana. Dichas fuentes señalan que el presidente Peña Nieto ya delegó el poder de concluir la renegociac­ión en el canciller Luis Videgaray, y el presidente Donald Trump hizo lo propio en su asesor y yerno Jared Kushner. Ellos tendrían la última palabra, por encima de los jefes de las delegacion­es: el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, y el representa­nte comercial Robert Lighthizer.

Con estos tres Tratados, el gobierno y los empresario­s blindaron los contratos de la reforma energética para que no puedan ser echados abajo por una decisión presidenci­al. Tendría casi que salirse el País de los Tratados para hacerlo, con el subsecuent­e costo económico y político. Lo mismo para las inversione­s en telecomuni­caciones y hasta para ciertos avances del Sistema Nacional Anticorrup­ción, que fue una exigencia fuerte del empresaria­do. Todo, con el objetivo de que queden negociados, firmados y ratificado­s por el Senado antes de que concluya la actual administra­ción federal. Y la próxima tenga menos margen para moverse.

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