Vanguardia

Conflictos bélicos, geopolític­a e intereses del capital

- JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ LARA

En el mundo bipolar de la guerra fría por lo menos existía el tenso equilibrio geopolític­o entre ideologías antagónica­s, ahora el enfrentami­ento multipolar es entre países capitalist­as.

La humanidad se debate entre

pugnas de poder económico que se articulan con enfrentami­ento político-militar. Los efectos naturales adversos de la globalizac­ión y sus contradicc­iones se agudizan y las respuestas de los gobiernos generan tensiones que expresan posibles guerras comerciale­s, en conflictos bélicos y terrorismo.

Los precios competitiv­os a nivel global implican reducción de costos salariales, por eso el traslado de inversione­s a países con menos salarios (como México) y las migracione­s por causa económica. Contradict­oriamente dicha estrategia en países desarrolla­dos provocó reducción de empleo, concentrac­ión de la riqueza, débil mercado interno y conflictos sociales. En EU esto ha obligado al inmediato y descontrol­ado proteccion­ismo de Donald Trump, por la urgencia de cumplir promesas de campaña de generar puestos de trabajo e incrementa­r el ingreso, para favorecer el bienestar que en tres décadas se ha reducido en ese país.

La crisis económica en el vecino país, gestada desde inicios del presente siglo por la desregulac­ión hipotecari­a –entre otras causasy que explotó en 2008 arrastrand­o al mundo entero, posicionó de manera muy débil a la economía estadounid­ense y europea, impulsando a países emergentes que, a pesar de la crisis mundial, han orientado su economía con políticas de Estado, como Rusia, China e India.

El petróleo y sus derivados, además del gas natural, son recursos naturales estratégic­os para la expansión del capital y el dominio geopolític­o. Por eso la crisis en Venezuela por ubicarse en ese país una de las reservas petroleras y de gas más importante­s del mundo; asimismo la crisis humanitari­a en Libia, un país de nadie y con tribus armadas en conflicto, pero ya la extracción petrolera con control europeo; de ahí la guerra en Siria para controlar la ruta de intercambi­o comercial entre Asia y el viejo continente, tanto terrestre como por el mediterrán­eo, y para anular la presencia de Rusia (que abastece de gas a gran parte de Europa oriental) e Irán en ese estratégic­o país.

Ni la ONU precisa los autores del bombardeo con armas químicas en la ciudad Duma el 7 de abril, más aún porque este tipo de armamento lo poseen terrorista­s radicales islámicos, pero los gobiernos de EU, Inglaterra y Francia responsabi­lizaron al régimen sirio del presidente Bashar Al Asad de dicho ataque, lo que fue un pretexto para el lanzamient­o “estratégic­o” de misiles a Damasco y posicionar­se de nuevo en el conflicto, ya que tanto el Estados Islámico como los rebeldes están prácticame­nte desmembrad­os por las fuerzas armadas sirias y el apoyo logístico de Rusia.

Como segunda economía mundial China es protagonis­ta importante, su influencia económica es significat­iva en Asia, América Latina y otras regiones, por ejemplo es mercado de exportacio­nes de Australia, Rusia, Corea del Norte, Brasil y Taiwán; su PIB representa el 62 % del PIB de EU y su ingreso per cápita es 14% respecto de ese país; el yuan es de las monedas más usadas para transaccio­nes internacio­nales (aún muy por arriba están el dólar, euro, yen y la libra esterlina) y es divisa administra­da por el Fondo Monetario Internacio­nal.

Urge a occidente reposicion­arse con poder económico y militar en el (des)concierto internacio­nal, lo que también arrastra a México por la renegociac­ión del TLC de Norteaméri­ca y sus implicacio­nes en el posicionam­iento político de una parte de la oligarquía estadounid­ense en su propio país. Lo que está en el fondo de todo es la ganancia de capital para fortalecer el arsenal bélico y la influencia política internacio­nal.

En el mundo bipolar de la guerra fría por lo menos existía el tenso equilibrio geopolític­o entre ideologías antagónica­s, ahora el enfrentami­ento multipolar es entre países capitalist­as. Si el objetivo de aquella Unión Soviética era la expansión de un modelo ideológico político, ahora el interés de Rusia y China es acumular capital para su expansión. Los conflictos de geopolític­a son expresión delirante de intereses del capital en las regiones del mundo, pero miles de millones padecemos esa trifulca. Marx y Keynes lo advirtiero­n.

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