Vanguardia

El hombre de las estrellas

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I

Había una vez una niña llamada Penélope. Ella era inteligent­e de vez en cuando en la escuela, y de carácter alegre.

A Penélope le gustaba mucho dibujar, sobre todo dibujaba cómo se sentía. Ella era popular en varias partes de su comunidad, ya que era hija del famoso astronauta Neil Armstrong. Además, era un poco fanática de la astronomía.

Ella a veces extrañaba a su papá, ya que muchas veces él no estaba en su casa por tener que irse a sus misiones.

Un día su papá cumplía una misión que a él le parecía normal. Él iba solo a su misión y cuando entró al cohete sintió un escalofrío. No supo por qué, pero valienteme­nte siguió. Al entrar en lo profundo del frío espacio escuchó una voz grave: no sabía lo que pasaba en la estación de control, se perdió la señal, lo que provocó que su nave desapareci­era del radar y perdiera comunicaci­ón.

Estaba asustado, quería comunicars­e de vuelta con la tierra, pero todo eso fue en vano. Luego vio que las estrellas comenzaron a temblar y formaron la figura de un hombre; ése era el Hombre de las Estrellas.

II

Asustado por tal hecho, Armstrong temblaba de miedo.

Entonces El Hombre de las Estrellas le habló:

–Has entrado en mis dominios, y ya que lo has hecho, te caerá mi maldición para toda la eternidad.

Neil no sabía el poder de la maldición, entonces le preguntó al Hombre de las Estrellas, y él le respondió que si le contaba a alguien, la maldición comenzaría, y haría que muriera en una semana. Al decirle esto lo envió de vuelta a la tierra. La nave tuvo un aterrizaje complicado en la estación. Neil se dio un golpe tan fuerte que lo dejó inconscien­te.

Despertó en su casa creyendo que todo había sido una pesadilla. Penélope lo escuchó y fue a recibirlo con un fuerte abrazo. En eso, la mamá de Penélope llegó hacia él con el desayuno. Él les contó lo que pasó, pensando que había sido un sueño. Penélope y su mamá al oírlo también pensaron que era un sueño.

Al día siguiente su papá se encontró en muy mal estado, no sabían la causa o el por qué, ellas pensaron que se recuperarí­a pronto, pero estaban muy equivocada­s.

Pasó la semana. Penélope venía muy feliz de la escuela, ya que había sacado un diez en un examen. Al llegar fue con su papá para enseñarle su calificaci­ón, pero lo único que alcanzó a ver era cómo éste sufría de un ataque al corazón.

Penélope gritó desesperad­amente a su mamá y ella acudió lo más rápido posible y pudo apenas llegar a tiempo. Ella y Penélope no aceptaban los hechos. Penélope no quería que se muriera. Su papá, con sus últimas palabras, le dijo:

–Sé valiente, Penélope. El mundo está lleno de sorpresas.

En la tarde fueron a su funeral muy tristes. Penélope no quería ir, ya que pensaba que eso le recordaría aún más a su papá, pero su mamá la llevó.

Llegaron de noche a su casa y la niña sólo quería dormir. A medianoche recordó que no le había llevado flores a su papá, así que tomó su chaqueta y fue al cementerio. Estaba frío y lluvioso y la niña sólo recordaba más a su padre.

Al llegar vio una intensa luz celeste. Penélope notó que provenía de la tumba de su padre, entonces se acercó.

La luz se hizo más potente, Penélope escuchó la voz de su padre… miró hacia arriba y vio a la figura de su papá formado por una constelaci­ón de estrellas, y la constelaci­ón de su padre le dijo:

–Hija, no estés triste por mí, ya que evoluciona­ré a una nueva forma, y así cada vez que veas este hermoso cielo nocturno me verás a mí como una estrella.

Penélope convencida por sus palabras, lo dejó ir.

Por unos segundos la luz se volvió cada vez más intensa y explotó; pero al estallar se convirtió en polvo de estrellas. Penélope se limpió las lágrimas y fue a su casa. Al llegar le contó a su mamá lo que le había pasado; su mamá, al oírla, le preguntó que si quería ir a ver el cielo nocturno y ella le dijo que sí.

Desde entonces, a Penélope le gusta más la astronomía, y va a ver las estrellas todas las noches, sabiendo que su papá está ahí.

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