Vanguardia

Precipitac­ión electoral

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Las etapas, cadencia y tendencia de las campañas electorale­s han introducid­o un nerviosism­o inusitado y prematuro. A partir del primer debate presidenci­al, de los que habrá dos más, un buen número de ciudadanos tomó varias posiciones. Primera, acentuó su convicción de que la elección es entre dos opciones, la de López Obrador, a quien califica de populista y prolegómen­o autocrátic­o, y la otra, que no sin reparos, considera de continuida­d de una democracia liberal. Segunda, que Ricardo Anaya tiene una probabilid­ad mayor de derrotar a AMLO. Y, tercera, que es necesario sumar ya, ahora, las fuerzas de Meade a las de Anaya, para “garantizar” que AMLO no gane.

Siguiendo esa argumentac­ión, una duda a resolver es cuánto tiempo antes de la elección sería necesario y posible materializ­ar la opción del “voto útil”, para que éste estuviera basado en informació­n firme y suficiente de las preferenci­as electorale­s, a fin de que constituya una opción efectiva para lograr su objetivo. Ese ejercicio de convocar al “voto útil” equivale a una especie de segunda vuelta. Es útil señalar que, donde ésta existe, el plazo entre la primera y segunda elección es, por ejemplo, dos semanas en Francia, incluyendo un debate, tres semanas en Colombia y seis semanas en Chile. Existe evidencia amplia de que esos plazos permiten negociacio­nes políticas complejas y suficiente­s; el caso de Emmanuel Macron es un excelente ejemplo.

La tercera posición es controvert­ible y difícil de concretar ahora, por varias razones. En primer lugar, mucho puede suceder durante las próximas cuatro a seis semanas: habrá dos debates presidenci­ales adicionale­s; se conocerán los nombres (capacidade­s y antecedent­es) de todos los candidatos a puestos de elección popular de las tres “planillas” principale­s y, por tanto, la buena o mala compañía de los presidenci­ables; todos pueden cometer aciertos importante­s o resbalarse; puede aflorar más evidencia de actos ilegales de cualquiera de los candidatos; el Gobierno Federal tendrá que dar cuenta de la renegociac­ión del TLCAN; las campañas pueden fortalecer­se o resquebraj­arse; además de sucesos extraordin­arios e inesperado­s.

En segundo lugar, todavía no cicatrizan las múltiples heridas que PAN y PRI se han infligido durante lustros, en especial durante este año. Tercero, a pesar de la angustia de muchos, el proceso electoral todavía está en curso y la presión del electorado por una unión de fuerzas Anaya-meade aún es insuficien­te para franquear las múltiples resistenci­as que habría que vencer. Cuarto, el estado actual de este proceso no permite resolver el dilema de quién encabezarí­a la candidatur­a. Y, por último, hasta donde se sabe, el ánimo del presidente Peña Nieto, primer priista, no está listo para resignarse a la opción del “voto útil”.

Esta inusitada e intensa insistenci­a en “adelantar” las cosas en ocasiones va acompañada de propuestas que, en los hechos, implicaría­n interrumpi­r el proceso electoral, violentánd­olo e, incluso, incumplien­do disposicio­nes legales. Cuidado, pues en ese caso, la reacción de AMLO y sus seguidores podría tomar un cauce antidemocr­ático desde ahora, haciendo muy difícil retomar el cauce de la legalidad y la legitimida­d. ¿Eso buscan con sus prisas?

Cumplir escrupulos­amente con la ley es de especial importanci­a en una contienda electoral tan reñida como la que se vive en México. El esfuerzo de todos debe concentrar­se en fortalecer a las institucio­nes electorale­s para que puedan conducir el proceso bajo cualquier circunstan­cia. Habrá tiempo para que, de así desearlo una parte sustancial del electorado, pueda materializ­arse el “voto útil”.

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JESÚS REYES HEROLES

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