EL NEOLÍTICO CAMBIÓ TODO
Las lecciones que oculta el Neolítico pueden ser muy útiles para entender por qué la humanidad ha llevado la Naturaleza al límite de las posibilidades.
Neolítico es el periodo más importante de la historia y uno de los más desconocidos por el gran público. Durante ese periodo, con la adopción de la ganadería y la agricultura, se crearon las primeras ciudades, nacieron la aristocracia y la escritura y comenzó el crecimiento exponencial de la población…
En pocas palabras, fue cuando surgieron los grandes pilares del mundo en el que vivimos.
De hecho, el Neolítico dio lugar a un mundo totalmente nuevo. Y fue también el momento en el que empezaron las guerras y los grandes problemas de la humanidad.
Sopesar si fue una desgracia o una suerte lo que inició hace 10 mi años —algo que no podemos revertir—, podría parecer absurdo, pero es importante conocer cómo fue que se produjo aquel ‘gran paso de la Humanidad’ y saber si mejoró o empeoró la vida la sociedad que estaba por venir.
EL DOMINIO DEL HOMBRE
El Neolítico inició cuando el hombre comenzó a transformar el medio ambiente para adaptarlo a sus necesidades, y cuando la población de la Tierra empezó a crecer de manera exponencial, un proceso que no ha hecho más que acelerarse desde entonces.
Fue cuando el hombre comenzó a dominar la Naturaleza y dejó de temerle a muchos de sus dioses. En otras palabras, antes la Naturaleza dominaba al hombre, pero en el Neolítico el hombre se interesó en domesticar a su antojo los recursos naturales.
Los estudios sobre el Neolítico se han multiplicado en los últimos tiempos y no es casual: hoy vivimos el paso hacia una nueva era geológica, desde el Holoceno hasta el Antropoceno, un cambio planetario inmenso. De hecho, algunos estudiosos consideran que ese salto inició en el Neolítico, el periodo cuando inventamos la agricultura, la guerra y los jefes.
LO QUE DICEN LOS INTELECTUALES
“El crecimiento demográfico constante, que se encuentra todavía fuera de control, provocó concentraciones humanas, tensiones sociales, guerras y crecientes desigualdades”, escribe el arqueólogo francés Jean-paul Demoule, profesor emérito de la Universidad París,la Sorbona, en su reciente ensayo Les dix millénaires oubliés qui ont fait
l’histoire (‘Los diez milenios olvidados que hicieron historia’).
“Creo que el Neolítico es la única verdadera revolución de la historia de la humanidad”, explica Demoule. “La revolución digital que estamos viviendo actualmente no es más que una consecuencia a largo plazo de aquella primera revolución. Pero curiosamente es la que menos se enseña en las escuelas”, destaca Demoule.
“Hoy pensamos en las grandes civilizaciones que arrancaron en el Neolítico como si fuesen obvias, pero es muy importante preguntarse por qué hemos llegado hasta aquí, por qué tenemos gobernantes, ejércitos, burocracia y desigualdades. Creo que en nuestro inconsciente no queremos hacernos esas preguntas”.
DE FÁCIL A DIFÍCIL
“En lugar de presagiar una nueva era de vida fácil, la Revolución Agrícola dejó a los agricultores con una vida por lo general más difícil y menos satisfactoria que la de los cazadores-recolectores”, dice el antropólogo israelí Yuval Noah Harari. Y el antropólogo de la Universidad estadounidense de Yale, James C. Scott, profesor de estudios agrícolas, se pronuncia en un sentido parecido: “Podemos decir, sin ninguna duda, que vivíamos mejor como cazadores-recolectores.
“Hemos estudiado las evidencias en zonas donde se estaba introduciendo el Neolítico y encontramos signos de estrés nutricional en los agricultores, que no hallamos en las sociedades de cazadores-recolectores.
“Fue incluso peor para las mujeres, cuya dieta anterior era sin duda más nutritiva.
“También encontramos muchas enfermedades que no existían hasta que los humanos comenzaron a vivir más concentrados y más cerda de sus animales”.
Scott se dio cuenta de que todas las ideas que tenía sobre el Neolítico estaban equivocadas, mientras preparaba un curso sobre la domesticación de las plantas y los animales. “Pasé tres años estudiando todo lo que se había publicado al respecto, tratando de entender lo que había ocurrido realmente”, explica el profesor universitario.
VERSIÓN EQUIVOCADA
“La versión que contamos en las escuelas sobre el Neolítico, de que, después de que aprendimos a domesticar las plantas creamos las ciudades y se acabó el hambre, es falsa”, asegura Scott. “Los habitantes de las sociedades agrícolas sufrían más estrés nutricional que los cazadores”, enfatiza.
La lectura de Scott sobre aquel periodo es la más revolucionaria y no todos los estudiosos coinciden con su interpretación, pero sí podemos hablar de un replanteamiento general durante aquellos milenios, provocado entre otros motivos porque el estudio del ADN antiguo ha permitido conocer las poblaciones del pasado como nunca hasta ahora.
En su ensayo, Scott sostiene que ya se utilizaba la agricultura y la irrigación antes del nacimiento de los Estados, y que diferentes catástrofes, como las epidemias y la deforestación hicieron que el Neolítico se convirtiera en un proceso de ida y vuelta, que obligó en muchos casos a que las sociedades agrícolas diesen marcha atrás para volver a ser cazadoras-recolectoras.
LO AFECTÓ TODO
En fin, el profesor Scott concluye que el Neolítico nos ha dejado un mensaje claro. “Ese mensaje dice que un entorno natural transformado y bien regulado puede alimentar un gran número de bocas y hacer progresar una sociedad”, explica el profesor Scott. “Pero este mensaje sublime ha sido también pervertido por el hombre, ávido de dominar a sus semejantes, que se ha convertido en explotación irracional del medio, en grandes desigualdades sociales y en espíritu de supremacía de los más fuertes sobre las sociedades más débiles.
O sea que la esperanza de una sociedad en armonía con una nueva economía fracasó por el rechazo a compartir lo que era bueno para todos.
SE NECESITAN RESPUESTAS
Los historiadores siguen buscando respuestas a muchas preguntas; la primera de ellas consiste en saber por qué se inventó la agricultura si nos alimentábamos mejor cuando éramos cazadores-recolectores.
Lo que está claro es que coincidió con un periodo de calentamiento global del planeta tras la última glaciación, hace unos 10 mil años, y que se trató de un proceso gradual que se dio en diferentes puntos a la vez y que desembocaría en algunos lugares, como Europa, en el florecimiento de civilizaciones como la etrusca y la romana.
A la introducción de la agricultura y la ganadería siguieron el trabajo con los metales, la fundación de ciudades y el surgimiento de las aristocracias… “El Neolítico fue la gran revolución que inauguró nuestro mundo histórico”, asegura el profesor Scott.
“A los profesores nos gusta más enseñar sobre los orígenes del hombre y los orígenes de las civilizaciones de la antigüedad consideradas brillantes por sus logros arquitectónicos, como es el caso de las pirámides egipcias, los templos mexicanos del Sol y la Luna y el Partenón de Atenas, pero ¿qué representan esos monumentos si los comparamos con el paso de la humanidad a la agricultura?”, señala el profesor Scott.
Ya casi nadie cree que se trató de una Revolución que inició en Oriente Próximo con la domesticación del trigo y que de ahí se propagó a todo el planeta. La idea más extendida ahora es que hubo varios puntos de partida más o menos simultáneos, por ejemplo en China con el arroz y en América con el maíz.
En cambio, sí existe la certeza, gracias a la genética, de que a Europa esa revolución llegó a través de las migraciones de los primeros campesinos, en un momento de grandes movimientos de población.
TODAVÍA NO HA TERMINADO
“El Neolítico provocó un crecimiento demográfico que hasta entonces no existía”, señala Carlos Lalueza-fox, cuyo libro recoge décadas de avances en las investigaciones genéticas y explica los nuevos caminos que ha abierto el estudio del ADN antiguo.
“A través de la arqueología podemos saber si las poblaciones eran cazadoras-recolectoras o agrícolas-ganaderas, por ejemplo mediante el tipo de herramientas que fabricaban.
Sin embargo, esas técnicas no poseen la suficiente resolución para decirnos cómo se llevo a cabo el proceso de transición; es decir, si grupos locales de cazadores-recolectores aprendieron a cultivar o si la agricultura fue llevada por inmigrantes desde otras regiones, y si dichos inmigrantes sustituyeron completamente a la población autóctona o se mezclaron con ella y en qué proporción.
Un caso apasionante que ilustra cómo se fue asentando el Neolítico es el de la cerámica campaniforme, que se expandió por gran parte de Europa durante la Edad de Bronce, hace unos 4,900 años.
Esa cerámica, además de en Portugal y España, ha aparecido en Francia, Italia, Reino Unido (incluyendo Escocia), Irlanda, Holanda, Alemania, Austria, República Checa, Eslovaquia, Polonia, Dinamarca, Hungría y Rumania.
Ese periodo es especialmente importante porque es a partir de ese momento cuando comienzan a aparecer signos arqueológicos claros de la existencia de una aristocracia y, por tanto, de desigualdades sociales.
Pero ni la genética ni la arqueología han logrado todavía develar todos los misterios cruciales que oculta el Neolítico. La única certeza es que aquella revolución remota lo cambió todo y que todavía no ha acabado.© Ediciones El País, SL. Todos los derechos reservados)