Candidatos opacos: ¿cuál es la causa de su conducta?
Han transcurrido poco más de dos semanas desde que arrancaron las campañas del proceso electoral, mediante el cual se renovarán los 38 ayuntamientos de la entidad, campañas en las cuales participa el 75 por ciento de quienes actualmente nos gobiernan, es decir, 29 de los 38 alcaldes de la entidad.
El apunte viene al caso debido a que solamente una, de entre todos los alcaldes en funciones que buscan reelegirse en el cargo, ha puesto a disposición de la ciudadanía la información relativa a sus declaraciones patrimonial, de intereses y fiscal, conocidas como “3 de 3”.
En efecto, de acuerdo con la información contenida en la página “candidato transparente coahuila” –impulsada por el Instituto Electoral de Coahuila– solamente la alcaldesa de Piedras Negras, Sonia Villarreal, ha incorporado a dicha plataforma su información.
Como se recordará, es obligatorio para todas las personas que acuden ante la autoridad electoral a solicitar su registro a una candidatura, integrar al expediente respectivo su “3 de 3”, de tal suerte que ponerla a disposición del público, a través del referido portal, no les implica prácticamente ningún esfuerzo adicional.
Lo que sí implica hacerlo es ofrecer una muestra de voluntad personal en favor de la transparencia, pues al poner a disposición del público –en forma voluntaria– la información señalada, se le permite a los ciudadanos ejercer a plenitud su derecho a fiscalizar a quienes pretenden gobernarle.
Por ello es que resulta tan importante realizar el presente señalamiento, pues en este caso, a diferencia de la elección anterior, no estamos hablando solamente de alguien con pretensiones de gobernar, sino de personas que ya están ejerciendo dicha función.
¿Qué dice de nuestros actuales alcaldes el que, a más de dos semanas de iniciadas sus campañas, no hayan puesto a disposición de los ciudadanos el contenido de sus declaraciones “3 de 3”?
Cierto es que no existe un plazo fatal para hacerlo, ni es obligatorio, pero lo que es posible afirmar, al menos, es que entre sus prioridades la transparencia no ocupa un lugar relevante.
La voluntad mostrada para hacer público su patrimonio, sus intereses y sus ingresos, sin duda permite asignarles una calificación en términos de vocación por la transparencia, y calificarles como gobernantes que han sido en los últimos cuatro meses y medio.
Valdría la pena considerar, en este sentido, si la proclividad por la opacidad que este hecho pareciera demostrar, constituye un elemento relevante para decidir si queremos “renovarles el contrato” o, dicho en otras palabras, si esta conducta, de persistir, debiera traducirse en un “castigo en las urnas”.
Cada elector decidirá el peso que quiere darle a este hecho en la conformación de su decisión personal. Pero, en todo caso, valdrá la pena que pensemos si no somos nosotros mismos quienes incentivamos la conducta, al atestiguarla sin reaccionar.
Aunque no existe un plazo ni es obligatorio presentar su ‘3 de 3’, es posible afirmar que entre sus prioridades la transparencia no ocupa un lugar relevante