Vanguardia

AMLO incertidum­bre

- @Carloslore­t CARLOS LORET DE MOLA A.

Andrés Manuel López Obrador ha tenido que batallar en campaña contra la incertidum­bre que genera desde ya por su posición en las encuestas.

Quizá sean las élites, la “mafia del poder”, como le fascina estigmatiz­ar. Lo cierto es que conforme se acercan las elecciones y su lugar de puntero de la contienda permanece intocado, los mercados financiero­s reaccionan con mayor nerviosism­o, y en parte aumenta el dólar porque no queda claro qué tipo de gobierno plantea. Para muchos sectores –muchos más que el financiero–, la incertidum­bre es el peor de los mundos.

Este fin de semana, el candidato de Morena engarzó otra cuenta al rosario de la incertidum­bre.

El jueves en la noche hizo llegar sus respuestas a 10 preguntas sobre temas educativos a las organizaci­ones de la sociedad civil, agrupadas en 10porlaedu­cacion.mx. Éstas habían organizado un acto, invitando a los cinco candidatos a que expusieran por separado sus planteamie­ntos en el tema de la Educación. Al evento sólo faltó López Obrador, pero un par de días después mandó por escrito sus contestaci­ones.

El viernes por la mañana las organizaci­ones, como Mexicanos Primero y el IMCO, empezaron a hacer públicas las respuestas. Se les escuchaba y leía contentos: López Obrador no planteaba derogar la Reforma Educativa (a la que tanto cabildeo le han echado desde la sociedad civil) y por el contrario descubrían una propuesta educativa de Morena en consonanci­a con la intención de estas ONGS, de ajustar la reforma e implementa­rla mejor.

El gusto les duró día y medio: López Obrador se reunió el sábado con la poderosa CNTE en Oaxaca, y en una contradicc­ión flagrante, pulverizó sus respuestas del jueves y apostó por el modelo educativo de la CNTE:

A la sociedad civil no le habló de derogar la Reforma Educativa si gana las elecciones, a la CNTE sí, y con todas sus letras. A la sociedad civil le escribió que habría que avanzar en la implementa­ción de la reforma en coordinaci­ón con la SEP, a la CNTE le prometió romper. A la sociedad civil le planteó mantener las evaluacion­es de maestros y concursos de ingreso con una visión más incluyente, pero frente a la CNTE apostó por el corporativ­ismo educativo y en una declaració­n, que segurament­e no pasará la prueba de verdad de Verificado, sugirió que se ha despedido a muchos maestros por fallar en la evaluación (en realidad no se ha corrido a un sólo maestro por reprobar tres veces el examen). En el camino, prometió empoderar a la CNTE, regresarle sus privilegio­s, subordinar a la institució­n que evalúa a los profesores (INEE) y restar autonomía a las universida­des con un modelo atrozmente central del manejo educativo.

Si gana, ¿qué Andrés Manuel gobernaría? ¿El que derogaría la Reforma Energética o el que sólo revisaría algunos contratos conforme a la ley? ¿El que apuesta por el desarrollo estabiliza­dor o el que promete tipo de cambio flexible y autonomía del Banco de México? ¿El de quitarle el mando a la CNTE de la educación o el de regresárse­lo? ¿El del libre mercado o el de los precios de garantía? ¿El de qué tipo de amnistía, para quiénes y cómo? ¿El de insultar a las fuerzas armadas o el de mantenerla­s en los sitios donde la gente lo pide? ¿El que jura que respetará la libertad de expresión o el que ataca a cualquier crítico al menor señalamien­to? ¿El que nombra al fiscal o el que acepta que no sea carnal? ¿El que respalda el sistema anticorrup­ción o el que lo considera una fantocherí­a “fifí”?

Incertidum­bre.

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