¿Cómo gobernaría AMLO?
Andrés Manuel armó una política de alianzas amplia e incluyente para no cometer los errores de 2006 y 2012.
Bajo la consigna de amor y perdón, López Obrador construyó alianzas variopintas con personajes muy diferentes. Empero, ¿cómo los mezclaría para gobernar el País?
Al interior de Morena coexisten seis grupos con agendas particulares, pero encontradas.
Los “académicos” del gabinete Amloísta, compartirán la responsabilidad de las decisiones de gobierno. Ahí están Olga Sánchez Cordero (Gobernación); Carlos Urzúa (Hacienda) y Esteban Moctezuma (SEP).
Elena Poniatowska, Jesusa Rodríguez y Carlos Payán, del grupo de “los intelectuales”, tienen la tarea de ejercer una visión autocrítica de AMLO y Morena.
“Los radicales”, formados en la izquierda histórica, buscan inclinar el proyecto de Morena hacia la experiencia de izquierda populista antineoliberal ocurrida en Venezuela, Ecuador y Bolivia. Ahí se encuentran Paco Ignacio Taibo II, Héctor Díaz Polanco, John Ackerman, Yeidckol Polevnsky, Epigmenio Ibarra y Gerardo Fernández Noroña.
Alfonso Romo, Miguel Torruco (consuegro de Carlos Slim) y Marcos Fastlicht (suegro de Emilio Azcárraga Jean), del grupo de “empresarios”, intentan generar confianza entre el gran empresariado nacional y el mercado internacional bajo una premisa: “AMLO no es el verdadero peligro para México. El verdadero peligro es seguir como estamos. En su proyecto caben todos”.
Luego llegan “los innombrables”: Elba Esther, la CNTE, Napoleón Gómez Urrutia y el Partido Encuentro Social de extrema derecha. Su objetivo es contribuir con votos cautivos y derrocar las reformas educativa, laboral y de derechos humanos pertinente a mujeres y homosexuales.
Al último arriban “los convertidos” con bolsas de papel estraza sobre su cabeza y dos hoyos para verse en su próxima curul; son los expanistas, Germán Martínez, Gabriela Cuevas y el expriista Miguel Chico Herrera. Ya instalado en el poder el 2 de julio: ¿Cómo gobernaría AMLO con esta fauna de individuos tan encontrados entre sí?
¿Los tomará en cuenta? ¿Desechará a los irreconciliables y continuará con el resto? ¿Los enfrentará entre sí para debilitarlos y centralizar las decisiones en su persona? ¿O los hará a un lado, para que prevalezca la autoridad de su mandato y sus decisiones basadas en referéndums al pueblo?
Esa es la gran interrogante.